En la Ciudad de México, el comercio es la actividad que más
aporta al producto interno bruto estatal. Comprar cosas es una
actividad con la que buscamos satisfacer nuestras necesidades,
hacer cómoda nuestra vida e incluso darle sentido a ésta.
En otras palabras, las capitalinas y capitalinos compramos y
vendemos de todo. Sólo la Central de Abastos comercializa
diariamente 30 mil toneladas de comida, lo que equivale al
80% de los alimentos que consumimos aquí y en la zona
conurbada.
Cada mall o plaza
comercial recibe entre 10 mil y 1 millón y medio de personas
al día, según su tamaño y ubicación.
Los centros comerciales se han convertido en espacios de
entretenimiento y convivencia social. Actividades como ir al
parque, al teatro, al cine o caminar, han sido reemplazadas
por la "actividad lúdica de ir de compras".
En la Ciudad de México compramos autos y luego sufrimos por el
tráfico y la mala calidad del aire; compramos viajes y
tardamos meses o años en pagarlos; compramos alimentos
industrializados y chatarra y, luego, gastamos para ponernos a
dieta y en medicamentos preventivos. Compramos refrescos para
convertirnos en el lugar con mayor índice de obesidad en este
país que, a su vez, encabeza la lista de países con mayor
obesidad en el mundo. Adquirimos teléfonos y equipos de
comunicación, pero vamos a terapia porque nos sentimos
aislados; y así en varios aspectos.
Esta conducta consumista pone en riesgo los recursos naturales
e impide el desarrollo de una economía sostenible, tanto
familiar como social, y amenaza directamente nuestra salud.
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