La Ciudad de México tiene el compromiso de fortalecer la capacidad adaptativa de la ciudad y sus comunidades, mejorando la prevención y respuesta territorial ante los impactos climáticos, así como reducir los riesgos de la infraestructura y las actividades económicas y productivas frente al cambio climático.
Ordenamiento territorial incluyente y equitativo
La meta es contar con un ordenamiento territorial incluyente y equitativo para la población y protección de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos del territorio para fortalecer el desarrollo sustentable y resiliencia ante el cambio climático. Esto se logrará mediante:
Sistemas de alerta temprana y protocolos de prevención y acción
Se impulsa una estrategia ante riesgos, impactos y vulnerabilidades al cambio climático a través de la implementación de sistemas de alerta temprana y protocolos de prevención y acción frente a peligros epidemiológicos, hidrometeorológicos y climáticos para el fortalecimiento de la resiliencia de la ciudad. Ello, por medio de:
Transversalidad de los principios de resiliencia
El objetivo es la adopción y transversalización los principios de capacidad adaptativa y resiliencia, señalados en la Constitución Política de la Ciudad de México y la Ley para la Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la Ciudad de México. Se impulsan las siguientes medidas:
Contribuciones hacia una ciudad global
Por medio de estas medidas, la Ciudad de México contribuye al alcance de las metas de la Agenda 2030, específicamente por medio del ODS 1 sobre poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo; el ODS 7 sobre el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos y todas; el ODS 10 sobre reducir la desigualdad en los países y entre ellos; el ODS 11 sobre ciudades y asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles, y el ODS 13 sobre acción por el clima. Contribuye asimismo a los objetivos del Marco de Sendai para la Reducción de Riesgos de Desastres.
Fuente: Sedema. |
A nivel nacional, fortalece la Política Nacional de Cambio Climático, contribuyendo al incremento de la ambición de las metas de adaptación contenidas en el Eje A sobre la prevención y atención de impactos negativos en la población humana y en el Eje C sobre conservación, restauración y aprovechamiento sostenible de la biodiversidad y servicios ecosistémicos.