Por Arnaud Penverne*
Desde hace varios años, la preocupación por el cambio climático y la búsqueda de alternativas para minimizar el impacto de la actividad industrial y humana en el medioambiente han sido parte de la agenda de las empresas, gobiernos y sociedades.
Este año, el Reporte de Riesgos 2022 del Foro Económico Mundial destacó que para los próximos cinco años, los riesgos sociales y ambientales son los de mayor preocupación entre los líderes del mundo y, en un horizonte a 10 años, la salud del planeta es una de las mayores amenazas, debido al fracaso de las acciones climáticas, el clima extremo y la pérdida de biodiversidad, que son vistos como los tres riesgos más severos.
Aunado a ello, la agencia meteorológica de la ONU informó que hay un 50% de probabilidades de que la temperatura media anual del planeta supere de manera transitoria el 1,5°C; mientras que existe un 93% de probabilidades de que en el periodo comprendido entre 2022 y 2021 se conviertan en los más calurosos de la última década.
La realidad es que mientras no cesemos y controlemos las emisiones de gases de efecto invernadero, el clima será cada vez más extremo. El Acuerdo de París establece medidas a largo plazo para reducir sustancialmente la emisión de estos gases; sin embargo, el objetivo central es tratar de mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de 2 °C, al tiempo que se intenta limitar ese incremento a 1,5 °C. Esto no se ha logrado.
Ante este hecho, se han planteado nuevos modelos económicos que ayuden a reducir el impacto ambiental; uno de ellos es la economía circular y el impulso a la transformación ecológica.
La economía circular surge como una vía hacia un modelo económico y productivo más sustentable que busca sustituir el concepto de economía lineal, tiene como objetivo reducir el número de recursos que se usan para promover el aprovechamiento máximo de los recursos que se extraen del planeta, a través de su permanencia en los ciclos productivos y de consumo.
Lo que la economía circular busca es evitar la extracción excesiva de los recursos naturales, al tiempo que se disminuye el impacto generado por el desecho de residuos. Con ello, se busca orientar el desarrollo hacia un sistema más equilibrado, que permita la conservación.
El 17 de noviembre del año pasado, en México, se aprobó la Ley General de Economía Circular. Esta nueva ley busca disminuir el impacto ambiental a través del reciclaje y la reducción de residuos, lo que representa un gran avance para el país.
En este sentido el sector industrial tiene un rol fundamental en ello, en Veolia buscamos ser socios por el planeta para acelerar y expandir la utilización de las soluciones existentes de alto impacto en el manejo y aprovechamiento de residuos, agua y energía. Queremos que las empresas cambien de manera radical sus patrones de producción; de esta forma, garantizamos la sostenibilidad de los negocios y del planeta a largo plazo.
Ante la emergencia climática que pone en riesgo a las personas y la sostenibilidad del ambiente, las industrias, la economía y la sociedad; nuestro compromiso es acelerar y expandir la utilización de las soluciones existentes, así como crear las que se requerirán en el futuro, para mejorar el uso del agua, residuos y energía.
El tiempo de los cambios graduales quedó atrás, la transformación ecológica implica agilidad y tomar acciones decididas para que las empresas aseguren la sostenibilidad de su negocio a largo plazo y se logre hacer una diferencia en revertir el cambio climático, el agotamiento de los recursos, el colapso de la biodiversidad y el incremento de la contaminación.
Con la transformación ecológica ayudamos a industrias y ciudades a cambiar de manera radical sus patrones de producción y consumo, que permitan solucionar problemas de acceso y extensión de la vida útil de los recursos, en un modelo de economía circular
*Arnaud Penverne, CEO de Veolia México
