Por Barrera-Martínez Iliana y Casas-Godoy Leticia
El 8 de noviembre de 2021 el Senado de la República aprobó la promulgación de la Ley General de Economía Circular. De manera resumida, esta tiene como objetivos:
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Promover la eficiencia en el uso de los productos, servicios, materiales, materias primas secundarias y subproductos a través de la reutilización, el reciclaje y el rediseño o cualquier criterio de economía circular.
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Facilitar la valorización energética para cumplir con las políticas de cero residuos.
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Facilitar el desarrollo tecnológico para el reciclaje, la reutilización y el rediseño de productos, impulsar y fomentar que los productos incorporen criterios de economía circular.
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Promover la integración de cadenas de valor y difundir una cultura de corresponsabilidad ambiental en la población para lograr un consumo responsable.
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Facilitar la transformación hacia ciudades y comunidades sostenibles bajo criterios de sustentabilidad.
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Fomentar el uso, la generación y el acceso a energía limpia y renovable con apego a los principios de economía circular y promover la transición hacia una cultura de mayor sustentabilidad.
La misma ley define la economía circular como aquel “sistema de producción, distribución y consumo de bienes y servicios, orientado al rediseño y reincorporación de productos y servicios para mantener en la economía el valor y vida útil de los productos, los materiales y los recursos asociados a ellos el mayor tiempo posible, y que se prevenga o minimice la generación de residuos, reincorporándolos nuevamente en procesos productivos cíclicos o biológicos, además de fomentar cambios de hábitos de producción y consumo”.
Según datos reportados por la FAO, actualmente solo se recicla el 25% de lo que consumimos, se desperdicia el 45% de las frutas y vegetales y el 30% de los cereales (equivalente a 763 mil millones de cajas de pasta). Además, de los 263 millones de toneladas de carne que se producen mundialmente cada año, se pierde el 20%, siendo equivalente a 75 millones de vacas. En general 1,300 millones de toneladas de la comida producida al año para consumo humano, que representan un tercio del total, se pierden. De aquí la importancia de considerar a la economía circular o bioeconomía como un nuevo e indispensable sistema de producción, tomando en cuenta los daños provocados al medio ambiente con la producción intensiva de alimentos, la generación de residuos proveniente de los procesos de producción y desperdicio de los mismos. Economía circular.
Por otro lado, actualmente la biotecnología es la integración de novedosas técnicas con los enfoques bien comprobados de la biotecnología tradicional, concepto conocido como “fermentación de precisión”. Al utilizar estas metodologías se pueden lograr modificaciones concretas en el material genético de plantas, animales o sistemas microbianos para obtener productos y tecnologías de interés para la humanidad. Algunos de los beneficios que se podrían alcanzar con el uso de la fermentación de precisión son: alimentos más baratos con mejores atributos nutrimentales, mejor sabor, más variedad y rendimientos de producción más altos; reducción de enfermedades transmitidas por alimentos y enfermedades asociadas a mala alimentación; reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, deforestación, extinción de especies y contaminación de agua, además de una mejor distribución de alimentos y obtención de moléculas más eficientes para tratar enfermedades o padecimientos. De esta manera, la biotecnología puede contribuir a lograr una mejor atención a la salud, seguridad alimentaria con prácticas de agricultura sostenible, mejorar el acceso al agua potable, procesos de obtención de materias primas más eficientes, desarrollar métodos sostenibles de reforestación y mejores tratamientos de residuos peligrosos.
La biotecnología puede tender un puente entre las naciones ricas en recursos naturales y aquellas que cuentan con recursos financieros y los conocimientos especializados necesarios para desarrollar procesos sostenibles de aprovechamiento y transformación de recursos naturales en beneficio de la humanidad y el planeta.
De tal manera que, usando la biotecnología de manera responsable, sostenible y racional, se puede incidir positivamente en el aumento de la disponibilidad de alimentos y materias primas renovables, mejorar la salud humana y animal, proteger el medio ambiente y establecer mecanismos justos de cooperación internacional.
Por lo tanto, podemos observar que es claro el vínculo que existe entre el desarrollo de los avances científicos y tecnológicos de la biotecnología, el cumplimiento de los objetivos de la Ley General de Economía Circular y la generación de sistemas de producción acorde a la definición de economía circular. Revalorizar residuos, producir biocombustibles, bioprocesos para obtener biomoléculas con distintos usos en las industrias alimenticia, farmacéutica y cosmética, generar estrategias para mitigar los efectos del cambio climático, tratamiento de efluentes y recuperación de suelos contaminados, mejorar de la calidad del aire y proponer desarrollos para una agricultura sostenible, son algunos de los campos en los que la biotecnología puede incidir.