Saúl Hernández | El Sol de México
Especialistas consideraron que el verdadero cambio a favor del medio ambiente es variar el modelo consumista y extractivista Reciclar y reusar diversos materiales no va a resolver por sí solo el problema del calentamiento global.
La economía circular –que implica un modelo para optimizar recursos, reducir el consumo de materias primas y aprovechar los residuos reciclándolos o convirtiéndolos en nuevos productos– no es la panacea para combatir la crisis climática, alertaron especialistas durante la segunda sesión del Consejo de Crisis Climática de la Organización Editorial Mexicana (OEM).
Para los participantes, hablar de economía circular se ha vuelto más bien una moda y un concepto que políticos, empresas y personas ahora utilizan como una forma de creer que están haciendo un bien por el planeta, aunque en realidad no sea así, ya que en esencia mantienen el mismo modelo extractivista y consumista que ha llevado al mundo al borde de la crisis.
Sandra Guzmán, especialista en financiamiento climático y miembro permanente del consejo de la OEM, dijo que no podemos caer en la “visión inocente” de que la economía circular va a resolver la crisis climática “porque la realidad es que no es así”.
“La única manera de cuestionar y cambiar estructuralmente esta tendencia tiene que ver con cambiar el paradigma del consumo y todo lo que trae alrededor”.
Añadió que la economía circular ha generado una tendencia en donde las personas creen que pueden seguir consumiendo como lo han venido haciendo hasta ahora, pensando en que pueden reciclar y reusar.
Puso como ejemplo el fenómeno del fast fashion (moda rápida), donde las personas creen que pueden seguir comprando una gran cantidad de prendas porque ya se fabrican con materiales reciclados. “Es una cuestión cultural muy de la mente del consumidor y la economía circular llega a darle en su justa dimensión. El consumidor quiere escuchar que está haciendo un bien por el planeta, aunque en realidad no lo esté haciendo”.
Otro ejemplo es el de la electromovilidad, donde la tendencia es producir más vehículos eléctricos en lugar de los que usan gasolina. “Lo que te está motivando es a que compres el vehículo porque ahora es eléctrico y contamina menos y vas a poder resarcir tu daño ambiental, pero en realidad no estás atacando el problema de fondo… Posiblemente estés reduciendo la contaminación in situ, pero no quiere decir que no hay una cadena detrás de la generación del vehículo eléctrico”.
El activista socioambiental Francisco Ayala también se mostró escéptico en torno a la economía circular ya que se utiliza como una “gran panacea para poder justificar que el modelo capitalista siga actuando como actúa, que es teniendo una economía extractivista”.
“La economía circular es importante y necesaria, pero el tema es que, si sigue estando metida en este contexto extractivista, en esta forma de producción, pues vamos a seguir repitiendo lo mismo… Si queremos realmente parar este desastre tenemos que bajar nuestra tasa de consumo, eso es lo que todavía el modelo extractivista capitalista no ha entendido”.
Ayala cree en una economía circular en donde seamos capaces de trabajar en proyectos regenerativos y no en proyectos extractivistas. La economía impulsada por las grandes corporaciones es más bien “una economía circular destructiva”.
Aurelién Guilabert, activista y miembro permanente del Consejo de la OEM, coincide en que “se ha vuelto una moda hablar de economía circular”.
“Me parece que es un concepto que incluso muchas empresas ahora están usando para desarrollar campañas de comunicación porque ya todo el mundo, todos los políticos, toda la gente está a favor del medio ambiente para quitarse la culpa”, considera.
Flavia Tudela, coordinadora del Colegio de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), defendió el término de economía circular y pidió no confundirlo con el flujo circular de la economía, “que es básicamente el pretexto para seguir generando un consumo que mantenga nuestro sistema económico actual”.
Indicó que pensar en una economía circular es mucho más complejo que la idea de un flujo circular de la economía, ya que implica el principio de no extraer más y aprovechar lo que tenemos.
“El fin de la economía circular es ‘circulizar’ o cerrar un proceso productivo que antes era lineal (modelo de extraer, transformar y desechar)”. Cerrar el círculo implica evitar al máximo la extracción de los recursos y también la generación de residuos.
“No podemos seguir pensando en una línea de producción basada en la extracción. Tenemos ya una deuda con las generaciones siguientes de 1.6 planetas, aunque yo creo que ya es mucho mayor. Eso se decía en los noventa”, añadió.
LEYES QUE SIRVAN
El 17 de noviembre del año pasado, la Cámara de Senadores aprobó un proyecto de decreto por el que se expide la Ley General de Economía Circular. La legislación busca contrarrestar la generación excesiva de residuos y promover el reciclaje, rediseño y reutilización de los mismos.
La Alianza México sin Plásticos ha criticado el dictamen porque apuesta más por el reciclaje de plásticos en lugar de su reducción y evita dar más responsabilidad a la industria en el manejo de los plásticos desechables que produce. Las organizaciones agregan que la legislación –que aún será discutida en la Cámara de Diputados– pone en riesgo la viabilidad de las leyes anti-plásticos que han decretado casi todos los estados del país.
Sobre el tema, la diputada Tania Larios, presidenta de la Comisión de Medio Ambiente, Cambio Climático y Protección Ecológica del Congreso de la Ciudad de México, consideró que las leyes en la materia deben traducirse en aplicaciones reales.
“No sólo necesitamos leyes bonitas, necesitamos garantizar la aplicación de una ley a lo real. Eso tiene que ver con contar con instrumentos jurídicos, eficientes, vanguardistas, que permitan transitar en términos de decir el cómo y de poner los cómos”.
La legisladora recordó que en la capital busca impulsar una legislación, “pero que esta ley se socialice, se analice y sea con el objeto de que no tengamos una ley más de todas las que tenemos, que son para mí cadáveres que no están y no tienen una vida real que se traduzca en beneficios o en una aplicabilidad efectiva para los habitantes de la Ciudad de México”, dijo.