De la pluma de

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Por: Leonor Gómez Otegui / Opinión El Heraldo de México

En todas partes del mundo, la sustentabilidad y la administración eficiente de recursos naturales forma parte de un nuevo y urgente debate público. La amenaza del cambio climático, la sobrepoblación, la exorbitante generación de residuos y su manejo; así como la necesidad de preservar y garantizar el acceso a los recursos naturales, forman parte de ese diálogo impostergable.

En la Ciudad de México, la quinta más grande del mundo, se ha venido discutiendo desde hace tiempo el concepto de “economía circular” y la necesidad de traducir sus implicaciones en nuevas leyes y políticas públicas que nos permitan transitar hacia una nueva administración eficiente de los recursos (energéticos, hídricos, etcétera), y un modelo que permita ampliar la vida de las cosas que producimos para satisfacer nuestras necesidades.

Así, por ejemplo, se concibieron decisiones en materia normativa como la Ley General de Economía Circular, aprobada en noviembre de 2021 en el Senado de la República (pendiente de aprobar en la Cámara de Diputados) y decisiones de política pública, como la creación de la Estación de Transferencia y Planta de Selección Azcapotzalco, la más grande y moderna de América Latina, cuya capacidad de procesamiento es de aproximadamente mil 400 toneladas diarias de residuos sólidos.

Y aunque la Ciudad de México ha iniciado ya el proceso para dejar atrás ese modelo lineal de consumo de bienes, de sobreexplotación de recursos naturales y de falta de reciclaje de residuos; todavía estamos lejos del nivel de ciudades como San Francisco, Seúl, Múnich o Milán, que se encuentran en una capacidad muy por encima del promedio global y que iniciaron sus primeros pasos hacia una economía circular, cuando menos hace 10 o 15 años.

Dos aspectos que debemos tener muy claro al hablar de economía circular es que, ni los recursos naturales son infinitos, ni la producción de residuos, producto de la actividad humana, va hacia abajo. En la Ciudad de México, de acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente (SEDEMA), cada habitante genera 1.4 kilos de basura por día. Si multiplicamos esa cifra por los 8.8 millones de habitantes de la capital, estaríamos hablando de cerca de 12 mil toneladas de residuos sólidos urbanos cada día.

Pero, ¿por qué son importantes ambos indicadores?, porque precisamente el reto es llevar al máximo (desde la ley) el aprovechamiento de recursos naturales, el consumo de bienes (diseño, producción, distribución, consumo y recolección) y los procesos de reutilización, reparación o reciclaje; añadiendo valores económicos que generen bienestar social (fuentes de empleos, creación de empresas de reciclaje, aprovechamiento comercial de materiales, etcétera) para cambiar drásticamente el ritmo actual.

Lo cierto es que para hacer realidad la llamada revolución industrial del Siglo XXI, como han calificado los expertos a la economía circular, se necesita de la voluntad de muchos sectores, incluyendo por supuesto a los principales actores económicos y de gobierno.

Si bien en el aspecto técnico debe de garantizarse que los bienes de consumo extiendan su vida de uso, reduzcan al mínimo su impacto ambiental y al término sus componentes se transformen en su totalidad; en la parte práctica debe haber un cambio cultural que involucre al resto de la sociedad. Que desde casa y en la comunidad se practique la separación de residuos, así como la utilización de plantas de reciclaje.

Las nuevas, las viejas y las actuales generaciones debemos estar conscientes del capítulo ambiental y económico que vivimos. No hay tiempo que perder.

POR LEONOR GÓMEZ OTEGUI DIRECTORA DEL FES CDMX Y COORDINADORA DEL CESA CDMX Fuente: https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2022/9/1/economia-circular-hacia-una-administracion-eficiente-de-recursos-435751.html