De la pluma de

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En las últimas décadas la población mundial ha aumentado a un ritmo acelerado, la demanda de productos y recursos es más elevada que nunca. Además, existe una gran presión sobre los sistemas ambientales para mantener la tasa de producción de consumibles básicos para la población, sin embargo, este no es el único problema. Adicionalmente, la contaminación generada derivada del manejo deficiente de los materiales residuales que eventualmente van a dar al mar, es una preocupación genuina de todos, ya que amenaza la estabilidad y conservación de nuestros océanos así como la vida marina y toda la riqueza que habita en ellos. Pero ¿cómo podemos generar desde las aulas un cambio positivo a favor del medio ambiente? A continuación, les compartimos nuestra experiencia.

La enseñanza de nuevos conceptos para los estudiantes como es el tema de una economía circular con el apoyo de la ciencia ciudadana para promover la educación científica y la educación ambiental, representa la oportunidad de involucrar y conectar a los estudiantes con su realidad a través de proyectos relacionados con la conservación del medio ambiente. De acuerdo con la fundación Ellen MacArthur, una economía circular aborda los desafíos relacionados con el uso de los recursos por las organizaciones y las economías, buscando motivar la generación de sistemas de producción y consumo que promuevan la eficiencia en el uso de materiales, agua y energía. A su vez, la ciencia ciudadana representa una forma integral de conectar a las personas con los sistemas ambientales y el desafío de su conservación.

Estudiantes del Tec de Monterrey realizaron una valoración sobre la circularidad de los residuos de plásticos en cinco ciudades de México. Este trabajo de investigación permitió visualizar las características y dinámicas de consumo y desecho de los residuos por la población mexicana, así como las diferencias que hay en las mismas en cada zona del estudio.

Implementación de metodologías para evaluar la circularidad

El Tecnológico de Monterrey, en colaboración con la Universidad de Georgia, Fundación FEMSA y Ocean Conservancy, implementó por primera vez en México y Latinoamérica la metodología desarrollada por la Universidad de Georgia denominada Circularity Assessment Protocol o Protocolo para la Evaluación de la Circularidad (CAP por sus siglas en inglés), buscando reconocer los hábitos de consumo y el manejo de residuos plásticos en cinco ciudades del país: Monterrey, Ciudad de México, Querétaro, Tuxtla Gutiérrez, y San Cristóbal de las Casas. La implementación tuvo como objetivo informar sobre la gestión de residuos, sus implicaciones en el medioambiente e identificar puntos de intervención para un cambio hacia una economía circular.

En este proyecto de innovación educativa los estudiantes participaron en la solución de problemas reales, aprendieron conceptos de economía circular y la aplicación de ciencia ciudadana. También conocieron las particularidades de cada ciudad sobre la gestión de residuos y sus impactos en el medioambiente.

“En México se generan diariamente 102,895 toneladas de residuos, de los cuales solo se recolecta el 83.93% y se lleva el 78.54% a los sitios de disposición final, reciclándose únicamente el 9.63%".

Recopilación de datos con tecnología

Los científicos necesitan información sobre el medio ambiente que les permita generar soluciones más robustas a los problemas de la contaminación en los océanos, ya sea por plásticos u otros residuos, pero también se necesita la ayuda de los ciudadanos para poder informar y recolectar los datos necesarios. A través de la aplicación móvil Marine Debris Tracker desarrollada por la universidad de Georgia, las personas pueden recolectar información referente al tipo de basura ubicada en el sitio donde se encuentran. Esta información geoespacial se recopila y se carga en una base de datos de acceso abierto, la cual puede ser descargada y analizada por científicos, políticos, ingenieros, educadores y básicamente cualquier persona para diseñar soluciones.

Para este proyecto los alumnos y las alumnas del Tec de Monterrey fueron capacitados en el proceso de obtención e introducción de los datos mediante la utilización de la aplicación Marine Debris Tracker. La herramienta también permite realizar de forma sencilla la identificación y conteo de los residuos encontrados durante los recorridos de campo que hicieron los estudiantes en las cinco zonas de estudio.

Resultados del proyecto

Entre los materiales de desecho encontrados predomina el plástico, seguido de los residuos de tabaco y papel. Como dato curioso, se encontró que en la ciudad de Querétaro y en la Ciudad de México el material con mayor conteo fue el cigarrillo o residuos de este. En el resto de las ciudades fue el plástico el residuo que obtuvo el mayor número de muestras identificadas. Sin embargo, un común denominador en todas las ciudades del estudio es la carencia de infraestructura adecuada para el manejo de residuos, es decir, no tienen un buen sistema de recolección de basura y faltan contenedores tanto en la vía pública como en los centros de acopio.

En relación con el manejo de residuos los factores más relevantes que se identificaron fueron: 1) el diseño del empaque de los productos y 2) la infraestructura disponible en las ciudades. Las ciudades no cuentan con suficientes contenedores ubicados de forma ordenada para que se puedan depositar la basura y tampoco permiten hacer una clasificación ágil de los residuos para su posterior revalorización.

“Me sorprendieron los resultados al hacer el análisis de los datos, debido a que antes de este proyecto no entendía la magnitud y la importancia del correcto manejo de residuos”.

  • Aynara Nicole Moreno García (estudiante).

Tres propuestas nacen derivadas de este trabajo de investigación para el manejo de residuos son: 1) motivar la educación ambiental, así como hacer sinergias entre las instituciones educativas, entidades no gubernamentales y otros líderes sociales; 2) mejorar la infraestructura actual para la recolección y el manejo de residuos; y finalmente 3) fomentar una cultura de acopio que permita valorar los materiales que se pueden recuperar y reutilizar.

Reflexión

Uno de los mayores retos para implementar este proyecto fue llevarlo a cabo en el periodo de pandemia y propiciar un ambiente seguro para cuidar la salud de nuestros estudiantes y profesores. También fue un desafío para los estudiantes poder analizar la gran cantidad de información desagregada obtenida de la aplicación para poder compartir los resultados de una manera sencilla en un taller participativo.

Cuando hablamos de la contaminación en nuestro país, es muy normal voltear a ver o señalar a alguien más (que no seamos nosotros mismos), ya sea la industria o el transporte público por mencionar algunos. Sin embargo, con este proyecto lo que logramos sembrar en los estudiantes, fue que la contaminación la causamos todas las personas. Esa colilla de cigarrillo que encontraron, ese papel o plástico regado en diferentes lugares, que no lo llevó ahí ninguna empresa, es una manera de darse cuenta de que la contaminación también viene de los ciudadanos, de nosotros mismos con nuestras actividades cotidianas, por lo tanto, todos podemos ser parte de la solución. Este cambio de chip en el pensamiento y compromiso fue un aspecto fundamental para los estudiantes. Si hablamos de cuidar el medio ambiente y de un compromiso con la sustentabilidad, esta es una forma de generar un cambio desde las aulas, por ello, los invitamos a desarrollar este tipo de proyectos con el que ganan los estudiantes, gana la institución educativa y gana nuestro planeta.

Acerca de las autoras

Gabriela Ortiz (gabriela.ortiz@tec.mx) es Ingeniera Química y Maestra en Ciencias con Especialidad en Ingeniería Ambiental por el Tec de Monterrey. Ha participado en el diseño de instrumentos normativos en materia ambiental de forma conjunta con SEMARNAT para las áreas de Calidad del aire, Manejo de residuos peligrosos y Evaluación de pasivos ambientales. Tiene más de 26 años de experiencia en el área de Gestión Ambiental y constantemente participa en proyectos ambientales de su disciplina.

Jenna Jambeck, PhD. Es profesora de la universidad de Georgia, ha realizado investigaciones sobre temas de desechos sólidos durante más de 20 años con proyectos relacionados sobre desechos marinos desde 2001. Su trabajo sobre la entrada de desechos plásticos en el océano ha sido reconocido por la comunidad global y traducido en debates sobre políticas por parte de la Comisión Global del Océano ante el Congreso de los EE. UU. Dirige la diplomacia ambiental pública como oradora informativa internacional para el Departamento de Estado de EE. UU.

Kathryn Youngblood es ingeniera en investigación en el Instituto de Nuevos Materiales de la Universidad de Georgia. Es directora de ciencia ciudadana de Marine Debris Tracker. Durante más de cinco años ha estudiado soluciones de raíz para la contaminación plástica del océano. En el 2019, viajó a lo largo del río Ganges como miembro de la expedición Sea to Source del National Geographic, para estudiar la fuga de desechos plásticos en 10 comunidades a lo largo del río.

Mónica Delgado Fabián es Ingeniera Química Administradora y Maestra en Ciencias con especialidad en Ingeniería Ambiental ambos grados por el Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey. Por 19 años participó como miembro del Comité de Reciclaje del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey donde impulsó el establecimiento del programa de separación de residuos y reciclaje. Actualmente es profesora del Departamento de Tecnologías Sostenibles y Civil. Ha participado en diversos proyectos de innovación educativa.

Referencias

Jambeck, J. R., & Johnsen, K. (2015). Citizen-based litter and marine debris data collection and mapping. Computing in Science & Engineering, 17(4), 20-26.

Nugent, J. (2020). Debris Tracker. Science Scope, 44(1), 84-86.

Fuente: https://observatorio.tec.mx/edu-bits-blog/la-ensenanza-de-una-economia-circular