¿Cuántos teléfonos celulares has comprado en los últimos 10 años? ¿Qué hay de la ropa que has adquirido en ese mismo tiempo? ¿Podrías hacer la cuenta de cuántos materiales consumes y desechas en un año? ¿Sabes dónde están ahora todos los residuos que has desechado durante toda tu vida?
Cada año se extraen mundialmente más de 100 mil millones de toneladas de materiales para construcción, comunicación, transporte, salud, bienes de consumo, comida y servicios. ¿Cómo devolvemos eso al ambiente? En forma de basura y contaminación. Es triste, pero es cierto, todo aquello que la naturaleza nos da a brazos llenos y que le tomó siglos producir, se lo devolvemos en una forma que ella no puede procesar rápido o fácil, le estamos causando una grave indigestión de basura.
Sin embargo, como ciudadanas/os responsables podemos informarnos, hacer consciencia de todo aquello que compramos y desechamos para disminuir el impacto ambiental y vivir en un ambiente mucho más sano para todas las personas que habitamos la gran Ciudad de México.
La economía cuenta con diversas estrategias que permiten extender el tiempo de vida de los productos y que involucran tanto como consumidores como productores. Anteriormente se popularizó el uso de las 3 R: reducir, reusar y reciclar; sin embargo, estas R pueden extenderse a estrategias más específicas como las que propone el PNUMA que es la aplicación de las 9Rs1: reducir, rechazar, rediseñar, reutilizar, reparar, reacondicionar, remanufacturar, reconfigurar y reciclar, estrategias que permiten extender aún más el tiempo de vida de los productos y, al finalizar su ciclo, asegurar que puedan ser aprovechados, obtener energía de los mismos y no se conviertan en basura además de hacer aprovechamiento más eficiente de los recursos utilizados para la fabricación de productos.
Estas son algunas estrategias para desarrollar el pensamiento circular, esto significa tomar en cuenta los principios de la economía circular en nuestras decisiones cotidianas:
Repensar: Uso servicios de renta, retorno y relleno de envases, para no adquirir empaques o productos innecesarios. Elijo productos con un diseño basado en los principios de la economía circular, es decir, que sean duraderos, reparables, de fácil mantenimiento y actualización y cuyos componentes tengan una larga vida útil.
Cada año se extraen mundialmente más de 100 mil millones de toneladas de materiales para construcción, comunicación, transporte, salud, bienes de consumo, comida y servicios. ¿Cómo devolvemos eso al ambiente? En forma de basura y contaminación. Es triste, pero es cierto, todo aquello que la naturaleza nos da a brazos llenos y que le tomó siglos producir, se lo devolvemos en una forma que ella no puede procesar rápido o fácil, le estamos causando una grave indigestión de basura.
Sin embargo, como ciudadanas/os responsables podemos informarnos, hacer consciencia de todo aquello que compramos y desechamos para disminuir el impacto ambiental y vivir en un ambiente mucho más sano para todas las personas que habitamos la gran Ciudad de México.
La economía cuenta con diversas estrategias que permiten extender el tiempo de vida de los productos y que involucran tanto como consumidores como productores. Anteriormente se popularizó el uso de las 3 R: reducir, reusar y reciclar; sin embargo, estas R pueden extenderse a estrategias más específicas como las que propone el PNUMA que es la aplicación de las 9Rs1: reducir, rechazar, rediseñar, reutilizar, reparar, reacondicionar, remanufacturar, reconfigurar y reciclar, estrategias que permiten extender aún más el tiempo de vida de los productos y, al finalizar su ciclo, asegurar que puedan ser aprovechados, obtener energía de los mismos y no se conviertan en basura además de hacer aprovechamiento más eficiente de los recursos utilizados para la fabricación de productos.
Estas son algunas estrategias para desarrollar el pensamiento circular, esto significa tomar en cuenta los principios de la economía circular en nuestras decisiones cotidianas:
Repensar: Uso servicios de renta, retorno y relleno de envases, para no adquirir empaques o productos innecesarios. Elijo productos con un diseño basado en los principios de la economía circular, es decir, que sean duraderos, reparables, de fácil mantenimiento y actualización y cuyos componentes tengan una larga vida útil.
Reflexionar: Antes de adquirir algún producto o servicio, me informo acerca de los daños al medio ambiente causados por su fabricación, transportación, uso y disposición final, así como sobre lo que podré hacer con los productos una vez que ya no me sean útiles.
Rechazar: No adquiero productos con una vida útil corta, que no pueden repararse, que implican grandes huellas hídricas y de carbono, así como los que generan una gran cantidad de residuos que no podrán aprovecharse.
Reducir: Sólo adquiero algo si realmente lo necesito. Reduzco el uso de energía y agua en mi hogar o negocio a través de prácticas y tecnologías de ahorro y mayor aprovechamiento de energía, agua y otros recursos.
Reutilizar: Prefiero comprar artículos de segunda mano que comprar nuevos, así evito que se extraiga materia prima virgen de la naturaleza, así como el gasto energético y la contaminación ambiental que eso implica.
Renovar: Extiendo la vida útil de mis bienes a través de su restauración, cambios de imagen y actualizaciones para recuperar su funcionalidad.
Reparar: Doy mantenimiento preventivo frecuente a mis equipos, herramientas y bienes; busco centros de reparación especializados, reemplazo las piezas desgastadas en lugar de adquirir nuevos productos.
Remanufacturar: En vez de desechar mis productos, busco reacondicionarlos a través de actualizaciones tecnológicas, renovación estética y/o reemplazo de sus componentes obsoletos, entre otras medidas, para que los productos tengan una calidad igual o superior a la original. Prefiero extender su vida útil, que adquirir nuevos productos.
Reciclar: separo los residuos orgánicos, reciclables y los no reciclables, porque sé que desde mi casa, trabajo o escuela, le doy la oportunidad a los residuos de que sean reciclados.
Reconocer: ubico comercios locales que me ofrezcan los productos y servicios que requiero, así como sitios de reparación, renta, venta a granel y acopio para reciclaje; así apoyo la economía local y reduzco los impactos ambientales negativos relacionados con el empaque, transporte y mantenimiento de productos provenientes de lugares lejanos.
1 Tomado de SEDEMA. IRS, 2021.