El miedo ante el COVID-19 llevó a que las personas corrieran a consumir cubrebocas al por mayor. Esta acción tuvo varios efectos perjudiciales.
El primero fue causar desabasto de este artículo en toda la ciudad limitando la posibilidad de adquirirlo a las personas con síntomas de enfermedad respiratoria como tos, estornudos o dificultad para respirar; a personas que brindan atención a quienes presentan dichos síntomas; y a trabajadores de la salud cuando tratan a un individuo1.
Otro efecto lamentable es la contaminación ambiental generada por desecharlos irresponsablemente.
Al entrar en contacto con fluidos corporales como saliva y mucosa nasal, los cubrebocas pierden por completo la posibilidad de reciclarse y se convierten en “residuos sanitarios”.
¿Dónde terminarán los cubrebocas desechables usados en la temporada COVID-19? La respuesta es fácil. Si los entregamos al servicio de limpia de la Ciudad de México, llegarán a los rellenos sanitarios a los que se destinan diariamente los residuos que se generan en la ciudad. Si por otro lado no los depositamos adecuadamente, podrán llegar a terrenos baldíos, barrancas, ríos, drenajes y hasta los océanos junto a otros residuos plásticos.
En últimos días, habitantes de las Islas de Soko, ubicada al sureste de Hong Kong, denunciaron un incremento en el desecho de cubrebocas usados en las playas, muy probablemente utilizadas en aquel país por el incremento de casos de coronavirus y el uso desmedido de ellos2.
En nuestra ciudad, los tapabocas desechables hechos de plástico se suman a las más de 13 mil toneladas de residuos que se generan diariamente en la ciudad3 y permanecerán en el ambiente por varios años, pues están hechos con fibras sintéticas resistentes que no se degradan fácilmente y generan contaminación.
Cuidar nuestra salud es prioritario y por ello te decimos que tu mejor acción para proteger tu salud, la de tu familia y la del medio ambiente es mantener la sana distancia y quedarte en casa.
Sin embargo, si aún así decides usar cubrebocas, úsalos y deséchalos de forma responsable. ¿Cómo es esto? Depositalos en la bolsa de residuos sanitarios y antes de entregarla al trabajador de limpia, rocíala por fuera con una solución clorada (10 ml de cloro por un litro de agua). Infórmate constantemente sobre las características y condiciones más adecuadas para su uso.
En situaciones de menor riesgo, cuando no tienes síntomas y no estarás cerca de una persona infectada, utiliza los de tela lavable para poder reutilizarlos. Recuerda que el coronavirus se desactiva al contacto con el jabón, así que lavar es seguro. Prefiere productos de menor impacto ambiental. Cuidar nuestro medio ambiente también es cuidar nuestra salud.
1 ¿Cuándo y cómo usar cubrebocas? OMS. Consulta: 1 de abril, 2020. www.who.int/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/
advice-for-public/when-and-how-to-use-masks?_ga=2.177436710.2037522383.1585760097-319806854.1584984677
2 Tips para hacer tus compras durante la cuarentena por coronavirus. Consulta: 1 de abril, 2020. www.greenpeace.org/mexico/blog/
4285/5-tips-para-hacer-tus-compras-durante-la-cuarentena-por-coronavirus/
3 Inventario de Residuos Sólidos de la Ciudad de México. 2018. Consulta: 1 de abril, 2020. www.sedema.cdmx.gob.mx/storage/
app/media/IRS-2018-VF-09-09-2019.pdf
¿Sabías que desde 1950 cada 7 de abril se conmemora el Día Mundial de la Salud? Además, ¡se celebra el mismo día en que nació la Organización Mundial de la Salud (OMS)!
Es la oportunidad perfecta para contarte acerca de la cobertura sanitaria universal y el papel fundamental que desempeña la atención primaria de la salud en el marco del virus que ha afectado a la población de todo el mundo: el Covid-19.
Primero, ¿qué es la atención primaria de la salud (APS)? Es la asistencia sanitaria esencial accesible para todos los sectores poblacionales1; para que sea más claro, ¿a qué lugar asistes cuando te sientes mal? Correcto, a las instancias de salud pública, pues bien, éstas se encargan de informar, prevenir, proteger, cuidar, curar y rehabilitar en el día a día de la sociedad y a costos accesibles, ésto antes de que sean trasladados a centros especializados.
Segundo, referente a la cobertura sanitaria universal en el caso “Coronavirus”: por medio de informes médicos y de laboratorios el mundo fue conociendo las características y consecuencias del virus, así como las acciones que debían realizar (tanto médicos como sociedad) para evitar el contagio.
¿Quieres saber más al respecto? De acuerdo con los responsables de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Jean Marc Gabastou y Cristian Morales Fuhrimann, México fue el primer país latinoamericano en poner en práctica un instrumento de detección del coronavirus2, un paso elemental para disminuir la velocidad de dispersión de la pandemia. ¿Ya puedes ver la relación de la APS y la cobertura sanitaria universal? Bueno, pues los centros de salud son la primer línea de fuego ante esta contingencia, ya que médicos y enfermeras se encargan de descartar y trasladar casos de posibles infectados. ¿Lo habías visto de esta forma?
La labor de este primer filtro resalta la importancia de acudir a estos centros y del tratamiento que dan, gracias a su atención la ciudadanía adquiere una cultura de prevención y educación médica. Por ello es una tarea en conjunto, también está nuestra responsabilidad como ciudadanos de acatar las indicaciones emitidas por los centros de salud y por la OMS, así prevenimos de contagiarnos o, en el peor de los casos, de contagiar a los demás.
Ahora, ¿leíste sobre el supuesto avistamiento de delfines en Venecia o que en China elefantes bebieron vino hasta quedarse dormidos con la leyenda “la naturaleza recupera su territorio”?, lamentamos informarte que es falso.
Sin embargo, lo que sí es un hecho - y una de las consecuencias inesperadas a causa del brote mundial de Covid-19 - es la reducción en las emisiones de gases que contribuyen al cambio climático y, como consecuencia, un aire más limpio.
Un ejemplo de este efecto colateral es China que, tras el cierre de fábricas y comercios, ha presentado una baja sustancial en el consumo de combustibles fósiles, así como su disminución de consumo industrial y la demanda habitual de electricidad de acuerdo con el Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA) en Estados Unidos.
¿Te has imaginado las consecuencias ambientales que este brote dejará alrededor del mundo? ¿Y si estos cambios paulatinos que está teniendo el medio ambiente (como consecuencia de la pandemia) los fuéramos generando sin la necesidad de este tipo de contingencias? Por eso, como bien lo señala la OMS, debemos ocuparnos de los grandes determinantes de la salud, incluidos los factores sociales, económicos y ambientales.
1 Consultado en: www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/primary-health-care
2 Consultado en: aristeguinoticias.com/2303/mexico/da-oms-espaldarazo-al-
gobierno-mexico-frente-al-covid-19/
¿En qué piensas cuando escuchas la palabra “ozono”? Seguro te viene a la cabeza la capa que nos protege de la dañina radiación ultravioleta sin la cual ni el mejor bloqueador nos salvaría del ardor de piel e incluso de enfermedades graves como el cáncer de piel.
Déjame decirte que el ozono es más que eso y que, dependiendo del lugar en el que se encuentre, puede ser un héroe o un villano.
Ser el bueno o el malo del cuento, depende del lugar dónde se forme y se encuentre. Resulta que el ozono puede formarse en dos lugares: uno es la estratosfera, una capa superior de la atmósfera que se encuentra a más de 20 km por encima de nuestras cabezas y cuando ahí se produce, ahí se queda. Es gracias al papel que juega el ozono en esta capa que podemos considerarlo un héroe.
Por otro lado, el llamado ozono troposférico se encuentra a la altura de la atmósfera en la que nos movemos, así que lo podemos respirar y tiene efectos negativos en nuestra salud. Este es el villano.
Pero ¿sabías que somos nosotros los que propiciamos la generación de este ozono troposférico? Al usar solventes, pinturas, aromatizantes en casa, al transportarnos en auto y quemar gasolina o, incluso, si la gasolina o el gas sin quemar, salgan al ambiente1 se liberan dos contaminantes: compuestos orgánicos volátiles (COV) y óxidos de nitrógeno (NOx). Cada uno por separado es dañino, pero al entrar en contacto los COV y NOx en presencia de la radiación solar, se produce una reacción química de la que resulta el ozono que respiramos2.
Al entrar en nuestro sistema, el ozono puede ocasionar irritación de nariz, ojos y garganta; generar tos y dificultad para respirar; dolor de cabeza, aumento en la susceptibilidad a infecciones respiratorias y complicaciones en padecimientos como asma, enfisema y bronquitis crónica3. Esto puede complicar las condiciones de salud de las personas ante la pandemia que se vive en la actualidad, ya que el COVID-19 ataca directamente al tracto respiratorio.
Como te imaginarás, por todos los productos que usamos y por la forma en que nos transportamos, en la Ciudad de México siempre hay ozono en el aire que respiramos. Sin embargo su concentración varía a lo largo del año. Actualmente nos encontramos ya en la temporada de ozono. ¿Lo sabías?
Cada año en esta temporada ocurren altas concentraciones de ozono en el aire, incluso cuando el flujo de los autos sea bajo, todas aquellas actividades en las que se liberen los COVs y NOx, son suficientes para que se incremente la formación de ozono bajo las condiciones de temperatura y radiación que caracterizan a este periodo del año. Este año inició el 15 de febrero y concluirá el 15 de junio.
El ozono es uno de los contaminantes que más se toma en cuenta para la activación de las Contingencias Ambientales. Todos los días se llevan a cabo monitoreos de su concentración y de otras partículas microscópicas (PM) en la Zona Metropolitana del Valle de México, y así es como se determina la calidad del aire de nuestra urbe, que puedes consultar en AireCDMX.
Como puedes darte cuenta, la calidad del aire depende de nuestras acciones. Por eso, en esta temporada de ozono, disminuye el uso del auto, utiliza bicicleta o camina cuando te traslades a distancias cortas, evita el uso de aerosoles, solventes y pinturas, tampoco olvides realizar revisiones periódicas de la instalación de gas de tu hogar para prevenir fugas. ¿Qué dices, te animas a luchar contra el villano? Porque todas y todos respiramos el mismo aire, ¿tú a qué te comprometes?
Más información: www.aire.cdmx.gob.mx/default.php?ref=Y2I
1 Ozono. SIMAT. 2009. www.aire.cdmx.gob.mx/descargas/publicaciones/
simat-folleto-ozono.pdf
2 Inventario de emisiones de la Ciudad de México. 2016. www.aire.cdmx.gob.mx/
descargas/publicaciones/flippingbook/inventario-emisiones-2016/mobile/
3 Temporada de ozono. www.aire.cdmx.gob.mx/descargas/publicaciones/
TEMPORADA-OZONO-2020.pdf
En la Ciudad de México se viven fuertes contradicciones con respecto al agua. Hay familias que viven con desabasto de agua, otras que se inundan y algunas, que viven ambas condiciones.
Los problemas más evidentes en temporada de lluvias son las inundaciones, los problemas de circulación de sistemas colectivos de transporte como el Metro, Trolebús y Metrobús, y los embotellamientos vehiculares.
Sin embargo, una problemática aún más importante y poco visibilizada, que se conecta con la carencia del agua, es el enorme desperdicio que ocurre cuando el asfalto y el cemento de la ciudad impiden que el agua de lluvia sea absorbida por el suelo.
El agua de lluvia que llega al drenaje y se mezcla con las aguas negras, pierde la posibilidad de ser aprovechada y reciclada en la misma ciudad.
Según datos de la Comisión Nacional del Agua (2018) cada año caen sobre la ciudad un billón 489 millones de metros cúbicos de agua. De manera casi irónica y contradictoria, frente a esta gran cantidad de agua, más de un millón y medio de personas en la ciudad no reciben agua todos los días (Watss, 2015 en Sedema, 2020) y más de 300 mil (INEGI, 2015), carecen de acceso a la red pública de agua entubada. La escasez de agua se explica por la poca infiltración de agua a los mantos acuíferos, por su sobreexplotación, así como por las fugas y el desperdicio que hacemos los habitantes de la ciudad.
Las lluvias en la Ciudad de México permiten múltiples beneficios ambientales, entre los más evidentes son que se refresca y limpia la atmósfera, se lavan las calles, crece y se reverdece la vegetación. Pero también, bajo un enfoque de cosecha, la lluvia puede generar un nuevo beneficio: proveer de agua, directamente y en su domicilio, a más familias y establecimientos.
La Cosecha de lluvia es la acción de conducir el agua que cae en azoteas o patios a un tinaco o cisterna para almacenarla y que pueda utilizarse cuando se necesite. Es una opción viable para viviendas, escuelas y centros de trabajo, que aprovecha los recursos y enfrenta la escasez.
La cosecha de lluvia ayuda a:
Enviar menos agua al drenaje, lo que se traduce en menos inundaciones.
Disminuir la cantidad de energía para bombear y transportar agua a las viviendas, lo que se traduce en menos emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático.
Reducir la demanda de agua y la dependencia de la red pública de abasto, lo que reduce la sobreexplotación del acuífero.
Proporcionar una fuente de agua alternativa durante 5-8 meses del año, lo que mejora la calidad de vida de los que la reciben.
En 2019, el Gobierno de la Ciudad de México a través de la Secretaría de Medio Ambiente inició un programa de cosecha de lluvia instalando Sistemas de Captación de Agua de Lluvia (SCALL) en 10 mil viviendas de las alcaldías Xochimilco e Iztapalapa. Las personas beneficiarias recibieron una capacitación para el correcto manejo de sus sistemas de cosecha de lluvia y se les dará acompañamiento durante un año para garantizar su correcta operación. Estos 10 mil sistemas no sólo han hecho a muchas familias felices, también son ejemplos positivos de una tecnología que es sencilla, replicable y altamente efectiva. Esta experiencia ha demostrado una vez más, que la práctica de la cosecha de agua de lluvia es una alternativa viable y deseable en la Ciudad de México. Este año se instalarán otros 10 mil sistemas. La convocatoria puede consultarse en: https://sedema.cdmx.gob.mx/programas/programa/programa-de-sistemas-de-captacion-de-agua-de-lluvia-en-viviendas-de-la-ciudad-de-mexico
En la tele, en la radio, en la calle, en redes sociales e internet, por todos lados estamos siendo bombardeados una y otra vez por anuncios que nos seducen a comprar productos que prometen un sinfín de beneficios y aseguran que nos van a facilitar la vida de cualquier forma. Parece inevitable dejar de comprar todo aquello que nos ofrece comodidades y satisfacción, pero, ¿qué de todo lo que consumimos realmente necesitamos? ¿Qué tan sostenible es nuestra forma de consumir y de satisfacer nuestras necesidades?
Para la producción de todo lo que usamos a diario: celulares, transporte, energía eléctrica, ropa, comida … ¡todo!, se requiere la extracción de los mal llamados “recursos naturales”. La población mundial actual consume 100 mil millones de toneladas de estos materiales en un año1. Principalmente se extraen combustibles fósiles, metales, materiales de la construcción y árboles; todos ellos usados para la construcción de casas, edificios o ciudades como la nuestra. Además se utiliza una gran cantidad de agua y energía tanto en la extracción de materiales, como en la fabricación de todo tipo de bienes y servicios.
El resultado de nuestro consumo excesivo ya es visible, eventos meteorológicos extremos, hambrunas, extinción de especies y la amenaza de que desaparezcan ecosistemas como arrecifes de coral, selvas tropicales o ríos2. La humanidad consume estos materiales más velozmente que lo que tarda la naturaleza en producirlos; se talan bosques más rápidamente de lo que vuelven a crecer, pesca en los océanos tan aceleradamente que a la vida marina le cuesta regenerarse, además de que emite más dióxido de carbono de lo que la biósfera puede absorber3.
La organización Circle Economy, ha estimado que cada habitante del planeta, como tú y yo, usamos en promedio más de 13 toneladas de materiales en un año2, a través de los bienes y servicios que adquirimos. Aunque el consumo siempre es mayor para los habitantes de países desarrollados, en contraste con los países en desarrollo, como México, entre todos estamos usando al año los recursos que a la Tierra le toma 1,5 años en producir.
De todos los materiales extraídos, sólo un tercio de ellos continúan en uso después de un año, sobre todo en construcciones y vehículos; otra tercera parte se convierte en contaminación, pues son tirados en el ambiente, como el plástico en vías fluviales y océanos o son emitidos en forma de gases de efecto invernadero1.
Al consumir lo innecesario estamos aportando a esta sobre explotación de materiales, consumir por consumir, por vivir cómodamente sin mirar de dónde viene todo aquello que usamos y desechamos. Para reducir el impacto deberíamos bajar drásticamente el uso de combustibles fósiles y sustituirlos por energías renovables, así como disminuir el consumo de agua.
Cada vez que salgas de compras pregúntate “¿realmente lo necesito?”. Da preferencia a los artículos cuya vida útil es más larga para que puedas sacarle provecho a tu inversión. Genera el cambio, deja de consumir lo que no necesitas, ¡piénsalo!, si lo hacemos todos, el deterioro ambiental y sus efectos disminuirían en gran medida. ¡Sé el cambio! No dejes que el consumismo te consuma.
1-World’s consumption of materials hits record 100bn tonnes a year. The Guardian Journal.
www.theguardian.com/environment/2020/jan/22/worlds-consumption-of-materials-hits-record-100bn-tonnes-a-year?CMP=Share_AndroidApp_WhatsApp
2- La humanidad agota hoy los recursos que la Tierra produce en todo un año.
www.lavanguardia.com/natural/20170802/43270260867/humanidad-agota-recursos-un-ano-tierra.html
3-Tierra dura 18 meses en regenerar recursos que mundo gasta en un año. El Tiempo.
www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-11806021