"No hay belleza en la tela más fina si hace hambre e infelicidad"
Mahatma Gandhi
La fast fashion o moda rápida contribuye con el 10% de las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial, el principal gas de efecto invernadero que causa el calentamiento global y el cambio climático.
Tan solo en un año se usan 93 mil millones de metros cúbicos de agua en la producción textil.
De toda la ropa fabricada en un solo año en todo el mundo, el 73% termina incinerada o en basureros; traducción: mucha contaminación de tierra y aire2.
En las próximas fechas, qué ganas dan de estrenar una chamarra linda, un suéter, en general; ropa abrigadora, también unos zapatos para estar en casa, otros para salir a la calle, para el trabajo, otros para ir a la posada y todas las fiestas navideñas y de fin de año. A decir verdad, esto ocurre así cada invierno y cada primavera, porque no vamos a usar ropa abrigadora en primavera, mucho menos en verano, ah… y en otoño, también hay que cambiar de ropa. Pero también cada cumpleaños, cada festejo y bueno, siempre hay alguna razón para comprar ropa, que si el descuento, que si ya cambió la tendencia de moda, pero este posible genuino deseo por comprar y comprar más y más ropa tiene un costo ambiental tremendo no evidente. Prepárate para conocer la realidad detrás de estar a la moda.
Hace 30 años la industria de la moda se desarrollaba alrededor de dos grandes temporadas: primavera-verano y otoño-invierno, hoy en día existen 50 micro-temporadas anuales. Por supuesto, mucha ropa no es adecuada para toda ocasión, las fibras de invierno suelen ser más cálidas que las del verano, pues la industria del vestido nos ofrece placer, comodidad y la libertad para toda ocasión; incluso nos da la oportunidad de expresarnos a través de nuestra vestimenta, pero si nuestra dinámica de consumo en ropa consiste en lo rápido de usar y de tirar, el mensaje que expresamos no refleja para nada un compromiso ambiental.
La industria textil ha conseguido fabricar moda a muy bajo costo con materiales baratos como el poliéster, el nylon y el algodón. Pero lo que implica un ahorro para su bolsillo en términos de inversión, significa un aumento en el costo ambiental de producir esa ropa, ya que el uso de este tipo de materiales ha convertido a la moda en la segunda industria más contaminante después de la industria energética, contribuyendo con el 10% de las emisiones a nivel global del principal gas de efecto invernadero que causa el calentamiento global y el cambio climático, el dióxido de carbono CO2, el equivalente a lo que libera la Unión Europea por sí sola.
Al año se emplean alrededor de 98 millones de toneladas de recursos no renovables en la industria del vestido. Lo más triste es que hay prendas que se usan a lo más 7 o 10 veces y después, ¡se tiran!, o sea que todos esos agujeros hechos a la naturaleza debido a la extracción de materiales para fabricar ropa, se cubren rápidamente con basura textil. Imagínate, de toda la ropa fabricada en un solo año en todo el mundo, el 73% termina incinerada o en basureros; traducción: mucha contaminación de tierra y aire.
Ésto es solo la punta del iceberg, pues para cumplir con los plazos que la moda rápida o fast fashion ha impuesto, la producción de las prendas se realiza en países que tienen condiciones laborales precarias, donde no se respetan los derechos humanos de las y los trabajadores que suelen trabajar de 14 a 16 horas diarias,.
Por si no fuera suficiente, la industria textil es una gran fuente contaminante del elemento que sostiene la vida, el agua. Tan solo en un año se usan 93 mil millones de metros cúbicos de agua en la producción textil; por ejemplo, para una camiseta de algodón se ocupan 2500 litros de agua. Además, lavar la ropa desemboca en un aproximado de 500 mil toneladas de microplásticos al año en los océanos!, y vaya que con los microplásticos ya tenemos muchos problemas.
Entonces, tener mucha ropa en el armario implicó miles de millones de recursos naturales y contaminación; comprar ropa con bastante frecuencia fomenta que se mantenga el mismo modelo de producción rápida de ropa (fast fashion) basado en la economía lineal de extraer, producir, usar poco tiempo y desechar, con toda la contaminación que eso conlleva; y además, lavar toda la ropa que tenemos aporta a uno de los mayores problemas de contaminación que hoy en día enfrenta el mundo, la contaminación por plásticos. Qué escenario tan abrumador, ¿no te parece?
En algunos países comenzaron a posicionar el concepto de la Moda Sostenible, en la que se toma en cuenta tanto los aspectos medioambientales como socioeconómicos de la fabricación, distribución, comercialización y uso de ropa, calzado y accesorios. Además, busca garantizar la perdurabilidad y atemporalidad de las prendas.
En cuanto a los derechos laborales, en la moda sostenible se promueve la mano de obra nacional y valores de igualdad e inclusión. Desde la perspectiva ambiental, el objetivo debe ser reducir al mínimo cualquier efecto indeseable del ciclo de vida del producto mediante:
el aseguramiento del uso eficiente y cuidadoso de los recursos como: agua, energía, tierra, suelo, biodiversidad, ecosistemas, etc.;
seleccionar fuentes de energía renovables como: eólica, solar, etc., en cada etapa,
y maximizar la reparación, remanufacturación, reutilización y reciclado del producto y sus componentes.
En Estados Unidos, se ha propuesto una ley que responsabilice a los fabricantes y minoristas de moda por los desechos que producen y aborda el coste social y ambiental causado por la industria de la moda. Esta propuesta fue nombrada Ley de la Moda (Fashion Act), y se presentó por legisladores del Estado de Nueva York5.
La firma española Ecoalf representa un ejemplo de moda sostenible que recicla los plásticos que diariamente se vierten a los océanos por la industria textil.
Otro ejemplo, de iniciativas que surgieron para enfrentar la contaminación por textiles ocurrió en Francia en el año 2020. Es el primer país en introducir una política que exige que todas las lavadoras domésticas nuevas tengan filtros para atrapar partículas microplásticas para 20255.
En Canadá, la organización Fashion Takes Action, sin fines de lucro, recomienda ampliar el modelo tradicional de las 3R y llevarlas hasta 7R: reducir, rentar, resignificar, reparar, reusar, revender y reciclar.
Por supuesto, hay acciones que como consumidores podemos emprender para combatir la problemática ambiental causada por la fast fashion. Aquí te dejamos algunas acciones que puedes implementar en tu vida:
Evita comprar marcas de ropa fast fashion.
Organiza con tu familia y amistades una especie de bazar en el que intercambien sus prendas.
Evita tirar ropa en buen estado.
Revisa tu armario y elige la ropa que ya no uses que pueda ser donada, ¡seguro todavía hay prendas que puedan servirle a alguien más!
Busca emprendimientos u organizaciones locales que recolectan ropa.
Adquiere prendas de segunda mano.
Extiende la vida útil de tus prendas ¿tienes un suéter que ya no usas porque se descosió? ¡Aprende a repararlo!
Renueva las prendas
Deja de preocuparte por el suéter, la blusa, el pantalón o los zapatos de moda, mejor elige disminuir tu consumo para reducir al máximo el costo ambiental de estar a la moda.
En diciembre conmemoramos dos celebraciones que nos invitan a concientizar sobre la importancia de mantener la calidad de los suelos para la seguridad alimentaria, el buen estado de los ecosistemas y el bienestar de la humanidad1: el 3 celebramos el Día Mundial de No Uso de Plaguicidas y el 5 celebramos el Día Mundial del Suelo. Por eso, en el presente texto encontrarás información relevante para reflexionar sobre esos temas.
¿Sabes qué hay debajo de tus pies? El suelo es mucho más importante de lo que te imaginas: en él viven muchos organismos; sobre él se construyen hogares y ciudades enteras; también ayuda a regular el ciclo del agua. Podemos decir que el suelo es el sostén de la vida porque provee de nutrientes tanto a animales como a plantas y humanos, pues en él se cultivan y cosechan nuestros alimentos. ¿Lo ves? El suelo es un sistema vivo, y como tal, también puede enfermar y entre los grandes enemigos de su salud están los plaguicidas.
La creciente demanda de alimentos en el mundo ha promovido el uso de plaguicidas, productos químicos, muchos de ellos tóxicos, utilizados para eliminar plagas o controlarlas. De este modo, el uso de estas sustancias incrementa la productividad de los cultivos, pero también contamina al suelo, al ambiente y afectan la salud humana. Aunque los plaguicidas más modernos poseen menos sustancias nocivas para la naturaleza, se siguen utilizando los más antiguos, y más dañinos, por ser menos costosos.
Sin importar el tipo de plaguicida que se aplique en los cultivos, generalmente se usan de manera indiscriminada y descontrolada, de tal forma que se acumulan en el suelo, volviéndolo tóxico, infértil y matando a los organismos que lo habitan y le dan vida. Las consecuencias de su uso no se quedan en el suelo, el daño se extiende hasta el agua e incluso el aire.
Cuando la concentración de estos químicos es elevada, el suelo no logra retenerla y la infiltra junto al agua hasta los mantos acuíferos, de donde, al menos en la Ciudad de México, obtenemos el 70% del agua que consumimos diariamente. En las mismas condiciones, el exceso de plaguicidas puede escurrir hasta los ríos y arroyos, y dispersarse por acción del aire, lo que facilita que las personas, animales y plantas silvestres entremos en contacto con las sustancias tóxicas de los plaguicidas, aumentando el riesgo de sufrir efectos adversos a nuestra salud.
Entre los animales más afectados por los plaguicidas están las poblaciones de insectos terrestres, como los polinizadores, ¿has oído hablar de ellos? Estos animales son importantísimos para la reproducción vegetal y la producción de alimentos; y aunque no todos ellos son insectos, podemos reconocer ejemplares como las abejas, mariposas y escarabajos, que juegan este papel, pero que enferman o incluso mueren, al ser expuestos a los plaguicidas. Dicho de otro modo, el uso de plaguicidas conlleva a la pérdida de biodiversidad y alteraciones en la dinámica de los ecosistemas.
Desafortunadamente, el ambiente es rociado cada año a nivel global con 4.6 millones de toneladas de plaguicidas químicos de forma ineficiente. Esto facilita la exposición de seres vivos con estas sustancias de manera constante y prolongada, provocando cerca de 385 millones de casos de envenenamiento involuntario, no mortal y aproximadamente 11,000 muertes en todo el mundo por causa de los plaguicidas.
Los países en desarrollo, incluido México, representan el 25% del uso mundial de plaguicidas en la agricultura y suman el 99% de las muertes derivadas de su uso3. También hay asociaciones significativas entre la exposición humana a plaguicidas y enfermedades como cánceres, afecciones neurológicas, inmunitarias y reproductivas2.
Para nuestra fortuna, podemos combatir esta problemática desde diferentes trincheras. A nivel de producción resulta útil transformar las prácticas agrícolas desde la política pública, en coordinación con los productores, para transitar hacia la agricultura sostenible y reducir el uso de plaguicidas2. Una forma de lograrlo es dar un manejo integrado de plagas al combinar variedades agrícolas resistentes a plagas con la rotación de cultivos y la introducción de depredadores naturales de las plagas más comunes3.
Como usuarios, podemos apoyar a través del consumo responsable, el cual consiste en llevar a cabo acciones como: reducir el desperdicio de alimentos, conocer su procedencia, preferir productos sin empaquetados, evitar la compra de los que se generan en masa, apoyar a los productores locales y comprar los alimentos que ofrecen, pues aunque su producción es menor, también es más segura y libre de plaguicidas.
Si bien es notorio que el uso de plaguicidas ha facilitado nuestro acceso a alimentos, debemos estar conscientes de que su uso nos daña a todos los seres vivos. Estar informados y tomar acción es nuestra responsabilidad para cuidar de la salud de todas las formas de vida que habitamos este bello planeta.
1 FAO. (fecha de consulta: 8 de septiembre, 2022). Día Mundial del suelo, 5 de diciembre. 2 ONU-Medio Ambiente. (2022). Efectos de plaguicidas y fertilizantes sobre el medio ambiente y la salud y formas de reducirlos. Por un mundo con productos químicos seguros. 3 FAO. (20 de junio, 2018). Los contaminantes agrícolas: una grave amenaza para el agua del planeta.
En la tele, en la radio, en la calle, en redes sociales e internet, por todos lados estamos siendo bombardeados una y otra vez por anuncios que nos seducen a comprar productos que prometen un sinfín de beneficios y aseguran que nos van a facilitar la vida de cualquier forma. Parece inevitable dejar de comprar todo aquello que nos ofrece comodidades y satisfacción, pero, ¿qué de todo lo que consumimos realmente necesitamos? ¿Qué tan sostenible es nuestra forma de consumir y de satisfacer nuestras necesidades?
Para la producción de todo lo que usamos a diario: celulares, transporte, energía eléctrica, ropa, comida … ¡todo!, se requiere la extracción de los mal llamados “recursos naturales”. La población mundial actual consume 100 mil millones de toneladas de estos materiales en un año. Principalmente se extraen combustibles fósiles, metales, materiales de la construcción y árboles; todos ellos usados para la construcción de casas, edificios o ciudades como la nuestra. Además se utiliza una gran cantidad de agua y energía tanto en la extracción de materiales, como en la fabricación de todo tipo de bienes y servicios.
El resultado de nuestro consumo excesivo ya es visible, eventos meteorológicos extremos, hambrunas, extinción de especies y la amenaza de que desaparezcan ecosistemas como arrecifes de coral, selvas tropicales o ríos. La humanidad consume estos materiales más velozmente que lo que tarda la naturaleza en producirlos; se talan bosques más rápidamente de lo que vuelven a crecer, pesca en los océanos tan aceleradamente que a la vida marina le cuesta regenerarse, además de que emite más dióxido de carbono de lo que la biósfera puede absorber.
La organización Circle Economy, ha estimado que cada habitante del planeta, como tú y yo, usamos en promedio más de 13 toneladas de materiales en un año1, a través de los bienes y servicios que adquirimos. Aunque el consumo siempre es mayor para los habitantes de países desarrollados, en contraste con los países en desarrollo, como México, entre todos estamos usando al año los recursos que a la Tierra le toma 1,5 años en producir.
De todos los materiales extraídos, sólo un tercio de ellos continúan en uso después de un año, sobre todo en construcciones y vehículos; otra tercera parte se convierte en contaminación, pues son tirados en el ambiente, como el plástico en vías fluviales y océanos o son emitidos en forma de gases de efecto invernadero1.
Al consumir lo innecesario estamos aportando a esta sobre explotación de materiales, consumir por consumir, por vivir cómodamente sin mirar de dónde viene todo aquello que usamos y desechamos. Para reducir el impacto deberíamos bajar drásticamente el uso de combustibles fósiles y sustituirlos por energías renovables, así como disminuir el consumo de agua.
Desde el 2020, en la Ciudad de México se ha modificado la legislación en torno a uno de los materiales que más estragos ha causado a nivel mundial en el medio ambiente, por el exceso en su consumo y desecho y por su capacidad de contaminar: los plásticos desechables. Por ello, en enero del 2020 se prohibió el uso de bolsas plásticas y en el 2021 se unieron a la prohibición vasos y sus tapas, platos, charolas, cubiertos, globos y sus varillas, aplicadores de tampones, bastoncillos para hisopos, mezcladores, popotes y cápsulas de café, todos ellos fabricados total o parcialmente de plástico, exceptuando los compostables y los que por su aplicación médica o de seguridad sean necesarios.
Ahora, cada vez que salgas de compras pregúntate “¿realmente lo necesito?”. Da preferencia a los artículos cuya vida útil es más larga para que puedas sacarle provecho a tu inversión. Genera el cambio, deja de consumir lo que no necesitas, ¡piénsalo!, si lo hacemos todos, el deterioro ambiental y sus efectos disminuirían en gran medida. ¡Sé el cambio! No dejes que el consumismo te consuma.
1 World’s consumption of materials hits record 100bn tonnes a year. The Guardian Journal.
2 La humanidad agota hoy los recursos que la Tierra produce en todo un año
3 Tierra dura 18 meses en regenerar recursos que mundo gasta en un año. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-11806021
¿Sabes qué hacer con los residuos peligrosos que generamos en casa?
En la casa, en el taller, la oficina y casi en cualquier parte, las personas generamos residuos peligrosos. Si no me crees, piensa en todas las cajas de medicinas caducas que guardas, envases en aerosol, focos ahorradores, los envases con sobrantes de productos de limpieza como la sosa cáustica, el destapacaños o el thinner. ¡Así es! Todos ellos son ejemplos de residuos peligrosos que generamos ocasionalmente, contienen materiales que al desecharse liberan sustancias tóxicas y nocivas para los organismos vivos del ambiente como animales, plantas y, por supuesto, seres humanos.
Por eso, es pertinente separar los residuos peligrosos del resto de nuestra basura doméstica para promover su correcto tratamiento, así evitamos tanto la contaminación ambiental como el daño a la salud del personal de limpia de la ciudad. Para que puedas identificarlos fácilmente te compartimos las características de un residuo peligroso, basadas en la Norma Oficial Mexicana NOM-052-2005 que establece las características, el procedimiento de clasificación y los listados de los residuos peligrosos.
Por sus siglas en conjunto, a estos factores se les conoce como CRETIB.
Otra recomendación para identificar un residuo peligroso consiste en observar y leer la etiqueta del envase o producto; por lo regular puede tener alguno de los siguientes símbolos, los cuales significan peligrosidad.
Seguro te preguntarás, ¿entonces qué hago con algunos de los residuos peligrosos que generó en casa? Las alternativas para desecharlos correctamente son:
En general, la Norma Ambiental para el manejo y tratamiento de los residuos NADF-024- AMBT-2013 en la Ciudad de México nos dice que es posible entregar cualquier tipo de residuo peligroso de origen doméstico a los camiones recolectores de basura de las alcaldías, siempre y cuando esté en un recipiente adecuado y contenga una etiqueta que especifique el contenido; sin embargo para oficinas, talleres y centros de servicio, es necesario contactar con empresas que hagan recolección de este tipo de residuos; esto puede generar un costo, dependerá de la cantidad, tipo de residuo y proveedor del servicio; en todo caso se sugiere consultar el directorio de empresas autorizadas por SEMARNAT que hacen manejo y disposición de los residuos peligrosos.
¿Cuántos residuos peligrosos generas en casa y con qué frecuencia?, conocer sobre los residuos peligrosos domésticos nos ayuda a ser más responsables con el medio ambiente, nuestra familia y también con los trabajadores de limpia que hacen la recolección y el manejo de los residuos de nuestras casas.
Por nuestra salud, la del ambiente y por nuestra ciudad, ¡haz tu parte! y separa tus residuos para que puedan aprovecharse, disponerse de manera adecuada y no contaminen.
Fuentes consultadas:
2015- Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México. Norma Ambiental NADF 024- AMBT 2013 que establece los criterios y especificaciones técnicas bajo los cuales se deberá realizar la separación, clasificación, recolección selectiva y almacenamiento de los residuos.Gaceta Oficial del Distrito Federal. 8 de julio de 2015. http://data.sedema.cdmx.gob.mx/nadf24/images/infografias/NADF-024-AMBT-2013.pdf
2021. Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Empresas autorizadas para el manejo de residuos peligrosos. Ciudad de México. https://www.gob.mx/semarnat/documentos/empresas-autorizadas-para-el-manejo-de-residuos-peligrosos
2005. Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Norma Oficial Mexicana NOM-052-2005 que establece las características, el procedimiento de clasificación y los listados de los residuos peligrosos. Ciudad de México. Diario Oficial de la Federación, 23 de junio de 2006. https://www.dof.gob.mx/normasOficiales/1055/SEMARNA/SEMARNA.htm
Seguro te diste cuenta de que la canción no va así. Aunque ciertamente, las gotas de lluvia no son de caramelo, tampoco creas que son de agua solamente. La realidad que vivimos en la Ciudad de México es que las gotas de lluvia, en algunas ocasiones, cuando el aire está muy contaminado, contienen algunos componentes ácidos que dañan a la naturaleza y a todos los seres que dependemos de ella.
De todos los elementos que existen en nuestro planeta, el agua es de los principales a los que le debemos la vida y la de todos los seres que lo habitan. Muchas civilizaciones antiguas, por el gran valor de este elemento, se asentaron cerca de ríos, lagos, mares o arroyos, y la utilizaron para hidratar la tierra que les dio a cambio alimento en abundancia. Por eso, las civilizaciones, agradecidas por la lluvia y el agua, adoraron a deidades relacionadas con ella, entre ellos el muy conocido Tlaloc, dios de la lluvia, “néctar de la tierra”.
La lluvia trae vida a la ciudad. En esta temporada el ambiente se siente más fresco; las plantas, árboles, huertos y todo tipo de vegetación, crecen verdes, fuertes e hidratados; en los parques y los bosques se respira el rico petricor (aroma de tierra mojada); se ve a los pajaritos bañarse en los pequeños charcos que la lluvia deja a su paso; algunas veces, sobre todo en días soleados y lluviosos podemos observar fantásticos arcoiris, pero algunas veces nos revela algunos males que padece el medio que nos rodea y pide a gritos que lo dejemos de contaminar.
Cuando usamos el auto, cocinamos, miramos el celular o el televisor, al encender un foco, al producir energía eléctrica, al fabricar nuestros bienes o quemar leña, carbón o cualquier tipo de combustible fósil, emitimos grandes cantidades de dióxido de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno (NOx) a la atmósfera. Si las concentraciones de estos compuestos son elevadas, al mezclarse con agua en forma de lluvia, nieve o neblina, forman soluciones diluidas de ácido nítrico y sulfúrico; esta reacción provoca que el pH natural del agua disminuya y se acidifique; es decir, se produce lluvia ácida y literalmente ¡cae ácido del cielo!
No hace falta decir que este hecho tiene graves consecuencias para la naturaleza y los seres que dependemos de ella. Por ejemplo, al combinarse la lluvia ácida con aguas de lagos, ríos, arroyos, pantanos y otros medios acuáticos, eleva su nivel acídico e incrementa la toxicidad del hábitat de plantas, peces y otras especies acuáticas. Sin embargo, en un ecosistema interconectado, lo que afecta a algunas especies, con el tiempo termina afectando a muchas más a través de la cadena alimentaria 2.
Pero el impacto de la lluvia ácida no se queda solo en el agua, cuando llega a los suelos de cultivo y bosques, roba los nutrientes de la tierra y al mismo tiempo libera aluminio, el cual dificulta la absorción del agua por parte de la vegetación; los ácidos dañan sus hojas, importantes para el proceso de fotosíntesis. Como resultado, la lluvia ácida combinada con otros contaminantes reduce la resistencia vegetal a la acción de insectos, las bajas temperaturas, la sequía, el viento y las hace susceptibles a enfermedades 1.
Y así como la lluvia ácida hace enfermar al ambiente, también afecta nuestra salud, pues determinadas concentraciones de compuestos de azufre y nitrógeno de la atmósfera pueden dañar los sistemas respiratorio y cardiovascular, dando como resultado enfermedades o incluso la muerte 2.
Por increíble que lo parezca, la lluvia ácida tiene la capacidad de deteriorar edificios, puentes, construcciones, monumentos, materiales metálicos y equipos electrónicos. ¡Entonces, el Ángel de la Independencia, el Palacio de Bellas Artes y toda la arquitectura urbana también están en riesgo!
Si lo pensamos un poco, no existen fronteras para el aire, por eso la contaminación atmosférica es una amenaza a nivel mundial, pues las emisiones contaminantes de un sitio lejano, puede viajar miles de kilómetros a través del viento y esparcirse por muchos lugares más. Por ello, está en cada persona llevar a cabo acciones que ayuden a mejorar la salud atmosférica de nuestro planeta y de todos los seres vivos que lo habitamos.
La concentración de contaminantes atmosféricos depende del grado de emisiones de las diferentes fuentes. Su presencia disminuye cuando las precipitaciones son mayores, es decir, en temporada de lluvias, de mayo a octubre. Dependiendo de la intensidad y duración de la lluvia, se va limpiando el aire; ya que la lluvia transporta los elementos contaminantes hacia la tierra, cuerpos de agua y monumentos, ocasionando los graves efectos que mencionamos anteriormente.
Es importante aclarar que, si eres usuario del Sistema de Captación de Agua de Lluvia (SCALL), no debes preocuparte por la calidad del agua, pues el sistema cuenta con diferentes medidas para eliminar las impurezas, como el tanque recolector de primeras aguas y el resto de los filtros y mecanismos de purificación del agua. Aún así, todos debemos colaborar para devolver a la lluvia su poder vital.
Entonces, ¿qué hacer para frenar la lluvia ácida? La mala noticia es que, aunque detuvieramos la lluvia ácida hoy mismo, tendrían que pasar muchos años para que se eliminaran por completo sus terribles efectos. La buena es que, si todos cooperamos y emprendemos cuanto antes acciones para frenar la formación de lluvia ácida, estaremos cada día más cerca de acabar con este mal. La solución está en reducir las emisiones de los contaminantes que la originan.
Afortunadamente, el Gobierno de la Ciudad de México, ha desarrollado diversos proyectos a través del Plan de reducción de emisiones del sector movilidad, que permitirán generar medios de transporte más sustentables y mejorar la tecnología existente para disminuir los contaminantes atmosféricos emitidos por los autos de combustible.
Estas son algunas acciones para disminuir nuestras emisiones contaminantes:
Ahora ya lo sabes, si las gotas de lluvia solo son de agua, será el reflejo de que estamos mejorando la calidad de nuestro aire y, a la vez, nuestra calidad de vida. Al reducir las emisiones podremos cantar, bailar, caminar y disfrutar de la lluvia y mantener al planeta con una mejor salud ambiental.