¿Cómo ha cambiado tu vida desde el surgimiento de esta pandemia por COVID-19? Muchas personas hemos adoptado nuevas costumbres en nuestra vida cotidiana, motivados principalmente por el deseo de contener y superar la pandemia causada por el coronavirus SARS-COV-2; buscamos constantemente preservar nuestra salud y la de los nuestros.
Los cambios de hábitos de los chilangos, y de los habitantes del mundo entero, van desde usar menos coches y más bicicletas como medio de transporte, consumir responsablemente tanto bienes como servicios, el teletrabajo, alimentación saludable con productos de temporada, formar nuestros propios huertos y jardines en casa, separar y manejar correctamente los residuos para evitar el contagio del personal de limpia, entre otras modificaciones en la rutina.
Curiosamente es este mismo cambio de hábitos el que se ha solicitado durante décadas para frenar la crisis climática que se vive desde hace casi 50 años y que parece no tener fecha de caducidad, a menos de que incorporemos a nuestra “nueva normalidad” la perspectiva ambiental aún después de la pandemia, ¿podremos lograrlo? ¡Por supuesto!
Para ello es importante comprender que esta enfermedad, que nos tiene a todos con los pelos de punta, es también una consecuencia de la crisis climática que muchos han negado. El deterioro de los ecosistemas, la urbanización de sitios naturales, la extracción y venta ilegales de especies de flora y fauna silvestres, así como la introducción de especies invasoras, ha quebrantado el equilibrio ecosistémico que antes nos protegía de contraer enfermedades específicas de otras especies.
Un factor que eleva el riesgo de complicaciones al contraer una enfermedad como la COVID-19, es la contaminación del aire. Al respirar aire contaminado, se debilita -entre otros- nuestro sistema respiratorio, principal afectado por la enfermedad actual que aqueja a toda la humanidad. En cambio, el riesgo sería menor si contáramos con una mejor calidad del aire en nuestra ciudad.
Por ejemplo, al consultar diariamente el Índice AIRE y SALUD de la Zona Metropolitana y del Valle de México vemos que la calidad del aire es en general mala, incluso ahora que la flota vehicular es menor y esto se debe a que los niveles de ozono (el principal gas que desata las contingencias ambientales) no solo dependen del uso del automóvil, sino también del uso de solventes, pinturas, detergentes, aerosoles, aromatizantes, fugas de gas LP (el de los cilindros), gas natural y de gasolina, así como de emisiones industriales y naturales2.
Lo que sí ocurre es que con la disminución en el uso del automóvil se reducen las emisiones de grandes cantidades de gases de efecto invernadero, como dióxido de carbono, metano, hidrocarburos, así como de gases y partículas nocivas para el ambiente con contenidos de azufre, plomo, entre otros3, que afectan nuestro sistema respiratorio, quien se vuelve menos resistente ante una enfermedad como la COVID-19.
Como podrás darte cuenta nuestra salud y la del medio ambiente están altamente relacionadas. No se pueden tratar por separado. Adoptemos hábitos de cuidado ambiental como parte esencial de la nueva normalidad porque, a través del cuidado del ambiente, estamos asegurando nuestra salud presente y futura. Caigamos en cuenta que con nuestras acciones, otro mundo es posible.
2 Dirección de Monitoreo Atmosférico. Precursores de ozono.
www.aire.cdmx.gob.mx/default.php?opc=%27ZKBhnmWkYQ==%27
3 INECC. Los vehículos automotores como fuentes de emisión.
www2.inecc.gob.mx/publicaciones2/libros/618/vehiculos.pdf