Viajar siempre es una experiencia emocionante que también implica tiempo en su planeación, sobretodo si será un viaje largo. Debemos contemplar el destino al que llegaremos, el medio que utilizaremos, quiénes o cuántos viajarán, boletos, papeles, reservaciones; y unos días antes, hacer maletas y alistar nuestras pertenencias.
Ahora, imagina que, al menos, debes hacer dos largos y extenuantes viajes en el año. ¿Agotador, no? Pues bien, esta situación la enfrentan las aves migratorias. Pero ellas no compran boletos ni hacen maletas; su preparación consiste en alimentarse de forma abundante, incluso algunas aves llegan a engordar, pues consumen enormes cantidades de alimento rico en proteínas y energía para aguantar los recorridos aéreos.
En el mundo existen cerca de nueve mil 917 variedades de aves, es el grupo de vertebrados terrestres con mayor cantidad de especies y en México residen mil cien especies, de las cuales 370 se encuentran en alguna categoría de riesgo de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana.
En el margen de los números, más de la tercera parte son viajeras consagradas. Por lo menos, hay cuatro tipos generales de especies migratorias en México. Existen las residentes de invierno, especies que se reproducen en Alaska, Canadá, parte de Estados Unidos y México, y pasan el invierno en tierras sureñas: Ciudad de México, Chiapas, Guatemala y El Salvador. Un ejemplo de estos viajeros es el pato Chalcuán, proveniente de Norteamérica, pero en invierno llega al Parque Ecológico Xochimilco (PEX) y a la ciénega de Tláhuac.
También encontramos a las residentes de verano, ellas se reproducen en México y deciden pasar un poco más al sur la fría estación del año. Entre ellas localizamos al Verdín Amarillo, quien se reproduce en zonas desérticas como Sonora, pero migra al PEX o a las chinampas de Xochimilco.
¡Ah! También existen dos categorías más: transeúntes o de paso y las migratorias con poblaciones residentes. Las primeras se reproducen al norte de las tierras mexicanas y se desplazan hacia el centro y sur del continente americano, uno de ellos es el Águila Pescadora a quien se le puede encontrar en la Ciénega de Tláhuac o en el PEX, así como la Calandrita con avistamientos en el Jardín Botánico de la UNAM o en Parque México. Las segundas se refieren a especies que migran, pero que también tiene poblaciones que deciden “quedarse en casa”, el Verdemar o Colibrí oreja violeta es un ejemplo de esta categoría y se le puede observar en las zonas de Milpa Alta o en el Ajusco.
En la Ciudad de México habitan 271 especies, de ellas 145 son las más abundantes y 126 se consideran raras, puesto que son muy escasos sus avistamientos. De los números mencionados, ¡sólo 19 son endémicas de México! Entre ellas encontramos a la Matraca barrada, endémica de la Faja Volcánica Transmexicana, y al Carpintero de Strickland, propio de las montañas de la Cuenca de México.
La región con mayor riqueza de avifauna son los humedales del PEX y en la Ciénega de Tláhuac con 229 especies, particularmente 89 acuáticas, entre las que encontramos patos, garzas, chorlos, playeros e, incluso, pelícanos.
En las regiones de parques y jardines urbanos, el número de especies es significativo ya que reúne el 47.6% del total de registro de la ciudad; quiere decir que: ¡en estos lugares se distribuyen alrededor de 128 especies! Dentro de esta categoría se consideran al Bosque de Tlalpan, el Jardín Botánico de la UNAM, el Pedregal de San Ángel, así como Chapultepec y Aragón. Así que ya sabes a dónde ir para admirar tantas aves como puedas.
Si deseas meditar sobre otra de las cualidades de las aves, te invitamos a visitar la página de Sedema “Así suena la Ciudad de México” (http://189.240.89.18:9000/pajaros/endemicas.html), donde podrás escuchar el canto de algunas aves endémicas de la ciudad.
Debido a los aleteos constantes y extenuantes que realizan, como en todo viaje, necesitan hacer paradas para alimentarse, descansar y retomar el vuelo. Incluso las aves deben contemplar en sus recorridos los posibles riesgos, ¿te has puesto a pensar qué obstáculos atraviesan en sus viajes? En sus vuelos se topan con antenas, edificios, cables, atraviesan tormentas, huracanes y vientos fuertes. Si seguimos interviniendo en sus ecosistemas al talar árboles y alterar los ciclos climáticos, sus hogares (entre ellos bosques y humedales, principalmente) se irán fragmentando cada vez más hasta desaparecer, por ende, al no tener a dónde llegar, sus poblaciones comenzarán a disminuir.
Las aves vuelan miles de kilómetros y cumplen papeles ecológicos específicos en las regiones que van habitando: ayudan a diseminar las semillas, polinizan y esparcen semillas mediante sus heces, controlan plagas y, algunas, son alimentos de algunas especies. Es vital cuidar su hábitat y los espacios a los que llegan durante sus migraciones. Seguro que cuando viajas, disfrutas y agradeces llegar a un lugar hermoso, con comida y bebida suficiente y donde puedas convivir con otras personas. Debemos procurar lo mismo para nuestras visitantes.
Fuentes:
Enríquez, Paula L. El largo viaje de las aves migrantes, consultado en Conacyt, en línea: https://centrosconacyt.mx/objeto/el-largo-viaje-de-las-aves-migrantes/
Uribe Lara, Laura E. Las aves migratorias en México, consultado en Naturalista, en línea: https://www.naturalista.mx/posts/3687-las-aves-migratorias-en-mexico