- La lluvia trae vida a la ciudad. En esta temporada el ambiente se siente más fresco; las plantas, árboles, huertos y todo tipo de vegetación, crecen verdes, fuertes e hidratadas; en los parques y los bosques se respira el rico petricor (aroma de tierra mojada); se ve a los pajaritos bañarse en los pequeños charcos que la lluvia deja a su paso; algunas veces, sobre todo en días soleados y lluviosos podemos observar fantásticos arcoiris, pero algunas veces nos revela algunos males que padece el medio que nos rodea y pide a gritos que lo dejemos de contaminar.
Seguro te diste cuenta de que la canción no va así. Aunque ciertamente, las gotas de lluvia no son de caramelo, tampoco creas que son de agua solamente. La realidad que vivimos en la Ciudad de México es que las gotas de lluvia, en algunas ocasiones, cuando el aire está muy contaminado, contienen algunos componentes ácidos que dañan a la naturaleza y a todos los seres que dependemos de ella.
De todos los elementos que existen en nuestro planeta, el agua es de los principales a los que le debemos la vida y la de todos los seres que lo habitan. Muchas civilizaciones antiguas, por el gran valor de este elemento, se asentaron cerca de ríos, lagos, mares o arroyos, y la utilizaron para hidratar la tierra que les dio a cambio alimento en abundancia. Por eso, las civilizaciones, agradecidas por la lluvia y el agua, adoraron a deidades relacionadas con ella, entre ellos el muy conocido Tlaloc, dios de la lluvia, “néctar de la tierra”.
La lluvia trae vida a la ciudad. En esta temporada el ambiente se siente más fresco; las plantas, árboles, huertos y todo tipo de vegetación, crecen verdes, fuertes e hidratados; en los parques y los bosques se respira el rico petricor (aroma de tierra mojada); se ve a los pajaritos bañarse en los pequeños charcos que la lluvia deja a su paso; algunas veces, sobre todo en días soleados y lluviosos podemos observar fantásticos arcoiris, pero algunas veces nos revela algunos males que padece el medio que nos rodea y pide a gritos que lo dejemos de contaminar.
Cuando usamos el auto, cocinamos, miramos el celular o el televisor, al encender un foco, al producir energía eléctrica, al fabricar nuestros bienes o quemar leña, carbón o cualquier tipo de combustible fósil, emitimos grandes cantidades de dióxido de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno (NOx) a la atmósfera. Si las concentraciones de estos compuestos son elevadas, al mezclarse con agua en forma de lluvia, nieve o neblina, forman soluciones diluidas de ácido nítrico y sulfúrico; esta reacción provoca que el pH natural del agua disminuya y se acidifique; es decir, se produce lluvia ácida y literalmente ¡cae ácido del cielo!
No hace falta decir que este hecho tiene graves consecuencias para la naturaleza y los seres que dependemos de ella. Por ejemplo, al combinarse la lluvia ácida con aguas de lagos, ríos, arroyos, pantanos y otros medios acuáticos, eleva su nivel acídico e incrementa la toxicidad del hábitat de plantas, peces y otras especies acuáticas. Sin embargo, en un ecosistema interconectado, lo que afecta a algunas especies, con el tiempo termina afectando a muchas más a través de la cadena alimentaria 2.
Pero el impacto de la lluvia ácida no se queda solo en el agua, cuando llega a los suelos de cultivo y bosques, roba los nutrientes de la tierra y al mismo tiempo libera aluminio, el cual dificulta la absorción del agua por parte de la vegetación; los ácidos dañan sus hojas, importantes para el proceso de fotosíntesis. Como resultado, la lluvia ácida combinada con otros contaminantes reduce la resistencia vegetal a la acción de insectos, las bajas temperaturas, la sequía, el viento y las hace susceptibles a enfermedades 1.
Y así como la lluvia ácida hace enfermar al ambiente, también afecta nuestra salud, pues determinadas concentraciones de compuestos de azufre y nitrógeno de la atmósfera pueden dañar los sistemas respiratorio y cardiovascular, dando como resultado enfermedades o incluso la muerte 2.
Por increíble que lo parezca, la lluvia ácida tiene la capacidad de deteriorar edificios, puentes, construcciones, monumentos, materiales metálicos y equipos electrónicos. ¡Entonces, el Ángel de la Independencia, el Palacio de Bellas Artes y toda la arquitectura urbana también están en riesgo!
Si lo pensamos un poco, no existen fronteras para el aire, por eso la contaminación atmosférica es una amenaza a nivel mundial, pues las emisiones contaminantes de un sitio lejano, puede viajar miles de kilómetros a través del viento y esparcirse por muchos lugares más. Por ello, está en cada persona llevar a cabo acciones que ayuden a mejorar la salud atmosférica de nuestro planeta y de todos los seres vivos que lo habitamos.
La concentración de contaminantes atmosféricos depende del grado de emisiones de las diferentes fuentes. Su presencia disminuye cuando las precipitaciones son mayores, es decir, en temporada de lluvias, de mayo a octubre. Dependiendo de la intensidad y duración de la lluvia, se va limpiando el aire; ya que la lluvia transporta los elementos contaminantes hacia la tierra, cuerpos de agua y monumentos, ocasionando los graves efectos que mencionamos anteriormente.
Es importante aclarar que, si eres usuario del Sistema de Captación de Agua de Lluvia (SCALL), no debes preocuparte por la calidad del agua, pues el sistema cuenta con diferentes medidas para eliminar las impurezas, como el tanque recolector de primeras aguas y el resto de los filtros y mecanismos de purificación del agua. Aún así, todos debemos colaborar para devolver a la lluvia su poder vital.
Entonces, ¿qué hacer para frenar la lluvia ácida? La mala noticia es que, aunque detuvieramos la lluvia ácida hoy mismo, tendrían que pasar muchos años para que se eliminaran por completo sus terribles efectos. La buena es que, si todos cooperamos y emprendemos cuanto antes acciones para frenar la formación de lluvia ácida, estaremos cada día más cerca de acabar con este mal. La solución está en reducir las emisiones de los contaminantes que la originan.
Afortunadamente, el Gobierno de la Ciudad de México, ha desarrollado diversos proyectos a través del Plan de reducción de emisiones del sector movilidad, que permitirán generar medios de transporte más sustentables y mejorar la tecnología existente para disminuir los contaminantes atmosféricos emitidos por los autos de combustible.
Estas son algunas acciones para disminuir nuestras emisiones contaminantes:
- Ahorrar energía eléctrica para disminuir la demanda de generación eléctrica en las centrales de generación y, a su vez, las emisiones que producen.
- Evitar quemar leña o carbón.
- Reducir el uso de automóviles particulares.
- Usar el transporte público de cero emisiones, como el trolebús, cablebús, ECOBICI, STC Metro.
- Caminar siempre que sea posible.
- Convertir el uso de la bicicleta en algo cotidiano, para mejorar la calidad del aire y cuidar nuestra salud. ¡Únete al paseo ciclista Muévete en Bici!
Ahora ya lo sabes, si las gotas de lluvia solo son de agua, será el reflejo de que estamos mejorando la calidad de nuestro aire y, a la vez, nuestra calidad de vida. Al reducir las emisiones podremos cantar, bailar, caminar y disfrutar de la lluvia y mantener al planeta con una mejor salud ambiental.
- National Geographic. ¿Qué es la lluvia ácida y por qué se produce? Fecha de consulta, 14 de junio de 2022. https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/lluvia-acida
- Calidad del aire-SEDEMA. Contaminación y tu ciudad: Lluvia ácida. Fecha de consulta, 14 de junio de 2022. http://www.aire.cdmx.gob.mx/default.php?opc=%27Y6BhnmKkaA==%27
- Garcés y Hernández. La lluvia ácida: un fenómeno fisicoquímico de ocurrencia local. Revista Lasallista de Investigación - Vol. 1 No. 2. Fecha de consulta 17 de junio de 2022. http://repository.unilasallista.edu.co/dspace/bitstream/10567/190/1/67_72%20lluvia%20acida.pdf