En estos tiempos de contingencia sanitaria, ¿quién piensa en el medio ambiente y en el resto de los seres vivos que habitan el planeta? Vemos en las noticias que en las playas de nuestro país como las de Acapulco, en las que normalmente se llenan de gente en temporada vacacional, ¡se han visto ballenas! Este magnífico mamífero que al sentirse amenazado por la especie humana, había dejado de visitar estas playas.
Y esto no solo ocurre en México. En otros países, al disminuir la presencia humana en espacios urbanos, carreteras y sitios turísticos, la biodiversidad ha aprovechado para volver a hacerse presente. Elefantes en las carreteras, cocodrilos en playas y calles, lobos marinos, aves de diferentes especies, todos ellos se toman un respiro y se sienten más libres que nunca ahora que su amenaza más grande está guardada en casa.
Es momento de reflexionar y de notar que el planeta no nos pertenece, que lo compartimos con otros seres vivos capaces de sentir como nosotros. Entendamos que plantas, animales, insectos, hongos y todas las formas de vida, incluidos nosotros, jugamos un papel muy importante en el mantenimiento de la salud de los ecosistemas que habitamos y de los cuales nos beneficiamos de muchas formas.
Algo que pocos saben y que muchos no se imaginan si quiera, es que la salud de los ecosistemas y su biodiversidad se refleja en la salud humana. ¿Cómo puede ser esto posible? La diversidad de especies dificulta la propagación de agentes patógenos1, porque al cumplir con su función biológica específica y natural, mantiene saludable a este sistema que llamamos “naturaleza”.
Mientras que, actividades humanas como la extracción de especies exóticas de su hábitat natural, la compra ilegal de éstas, así como todas aquellas actividades que ponen en riesgo el equilibrio del ecosistema, facilitan la propagación de enfermedades causadas por todo tipo de agentes patógenos, como es el caso del coronavirus.
Todos somos parte de ese sistema, somos eslabones de una gran cadena que, entre más larga y diversa, más salud y equilibrio brinda a sus integrantes, pero si un eslabón se rompe,ten por seguro que todos sufriremos las consecuencias, como lo estamos haciendo ahora, no solo por el coronavirus, sino por el cambio climático que año con año se hace más presente y que pone en riesgo la vida de muchas personas y especies biológicas. Unos cuantos días de parón en la actividad humana y la nobleza de la naturaleza nos muestra el papel desequilibrante que jugamos. ¿Necesitamos realmente una pandemia para descubrir nuestra responsabilidad?
No nos hagamos de la vista gorda, sabemos que los humanos nos hemos jaloneado mutuamente en busca del propio beneficio y hemos roto varios eslabones de la cadena, pero no todo está perdido. Aprovechemos este tiempo en el que el mundo se paró y veamos que aún estamos a tiempo de decidir qué tipo de eslabón queremos ser: el que rompe su relación con su alrededor o el que se sostiene y busca vivir en armonía con la biodiversidad.
Coronavirus: un mensaje de la Naturaleza. www.unenvironment.org/es/noticias-y-reportajes/video/coronavirus-un-mensaje-de-la-naturaleza