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Miércoles, 02 Octubre 2024 03:17

¿Realmente existe la fauna nociva?

 

¿En qué piensas cuando escuchas las palabras “fauna nociva”? Quizás lleguen a tu mente animales como las moscas, cucarachas o incluso las ratas, sin embargo, ¿sabes por qué se consideran “nocivos”? o ¿por qué se origina una relación conflictiva entre las personas y algunas especies de animales?

 

Popularmente, se le conoce como fauna nociva a todos aquellos organismos que conviven de manera conflictiva con los intereses del ser humano, resultando en problemáticas directas o indirectas para  nuestras actividades diarias, ya sea amenazando o poniendo en riesgo nuestra salud a causa de la transmisión de enfermedades o bien creciendo desmedidamente y sin control alguno, ocasionando sobrepoblación y daños a nuestros estilos de vida, aunque también pueden presentarse en zonas donde se practica la agricultura ocasionando pérdidas en las cosechas, lo que impacta directamente en nuestra economía y alimentación.

 

Este tipo de fauna ha surgido con la urbanización, la agricultura y, en general, con todo tipo de actividades humanas que alteran los espacios naturales, como son la deforestación, construcción de presas, las guerras, la sobrepoblación humana y la globalización, en general. Los animales más comunes que pueden clasificarse como fauna nociva son perros y gatos ferales, ratas y ratones, cucarachas, moscas, mosquitos, palomas domésticas, alacranes, hormigas, avispas, murciélagos, entre otros.

 

Sin embargo, en nuestra ciudad existe una diversidad de especies de animales silvestres que van desde los cacomixtles (Bassariscus astutus), tlacuaches (Didelphis virginiana), el pato mexicano (Anas diazi), ajolote de xochimilco (Ambystoma mexicanum) y el ajolote de montaña (Ambystoma altamirani), el teporingo (Romerolagus diazi), especies de aves migratorias como la calandria de flancos negros (Icterus abeillei), el colibrí pico ancho (Cynanthus latirostris), todos ellos también podrían causarnos daño, o nosotras/os a ellos, si tenemos algún tipo de contacto directo con ellos o sus desechos sin una protección adecuada.

 

¿Entonces toda la fauna es nociva? En términos estrictos no, ya que en la naturaleza no existe la nocividad. Sin embargo, como ya lo mencionamos, considerar a una especie como conflictiva en realidad tiene que ver con cómo nos relacionamos las personas con estas formas de vida, pues la existencia de virus, bacterias y agentes causales de enfermedades también es natural, lo que no es natural es que tengamos un contacto más directo con estas especies a causa de que sean desplazadas de sus hogares por la depredación y pérdida de su hábitat.

 

La fauna nociva, o en conflicto con el humano, se desarrolla principalmente gracias a nuestros hábitos, pues con nuestros desechos generamos las condiciones idóneas para que algunos animales se establezcan y se reproduzcan, pues muchos de ellos solo siguen hábitos o instintos carroñeros para alimentarse de los desperdicios que producimos las personas que, al final del día, atraen a dicha fauna y es ahí donde inicia el problema. 

 

Entonces esta fauna en conflicto con las personas, es el resultado de: 

  1. un mal manejo de  nuestros residuos, ya sea al no separarlos o no disponerlos de manera adecuada; 
  2. una tutela irresponsable de animales de compañía, pues al no recoger las heces de los animales de compañía ni brindarles una salud adecuada, ellos podrían ser los transmisores de enfermedades;
  3. alimentar a fauna silvestre, que favorece su reproducción y supervivencia. 

 

Cuando una población de fauna aumenta, también crece la posibilidad de contacto directo o indirecto, y los riesgos de contraer enfermedades se vuelven mayores, por ejemplo, se ha comprobado la existencia de al menos 53 diferentes agentes patógenos y vectores zoonóticos (transmisibles al ser humano) en las ratas y ratones de ciudad como son Toxoplasma gondii, Leptospira spp, Salmonella spp, y Yersinia pestis, esta última es la bacteria causante de la peste negra que ocasionó miles de muertes humanas en el siglo XIV.

 

El encharcamiento de agua genera las condiciones ideales para la reproducción del mosquito, que son vectores de enfermedades como la leishmaniasis, el dengue, el paludismo, la enfermedad de Chagas, la malaria o Lyme que en su conjunto han causado un gran número de defunciones a nivel mundial.     

 

Asimismo, la posesión ilegal de fauna silvestre pone en riesgo tanto el ecosistema de donde se extrae la especie, como la vida de quienes conviven con ella, pues generalmente no se tienen las condiciones de protección e higiene necesarias para prevenir el contagio de algún agente patógeno que viva naturalmente en el cuerpo del espécimen en cuestión.

 

Afortunadamente, la solución se encuentra en la prevención. En la medida en que nos volvamos más responsables de nuestros residuos, reduzcamos o eliminemos la deforestación, la captura de fauna silvestre y evitemos el desplazamiento de la fauna al respetar las áreas naturales y sus recursos, lograremos crear un impacto positivo hacia la naturaleza que nos rodea, pues lo que normalmente clasificamos como una “plaga o invasión de animales” no es más que una especie más en este mundo intentando obtener lo más básico y elemental en la vida: alimento, hogar y seguridad. 

 

Reflexiona, agradece y ayuda a la naturaleza a mantener el equilibrio para que todos los seres que habitamos este planeta gocemos de todo lo necesario para vivir bien y convivir sanamente.

 

Categoría: Contaminación

Publicado en Salud y medio ambiente

 

¿Recuerdas cuando las televisiones, consolas de sonido, licuadoras, hornos y en general cualquier aparato eléctrico o electrónico duraban décadas en nuestra casa? No, no es un cuento de abuelos, simplemente las cosas se fabricaban para que duraran mucho tiempo y en caso de una descompostura, existía la forma de repararla. Ahora ya no es así.

Vivimos con cierta sospecha o incertidumbre sobre el tiempo que realmente nos durará un electrónico. En cuanto comienzan las primeras fallas nos preguntamos ¿cuándo dejará de funcionar la computadora? o ¿cuántas caídas más soportará el teléfono celular?, ¿nos alcanzará la garantía que nos ofrece el fabricante?, ¿tendré que hacer el gasto para reemplazarlo? Estas preguntas sobre la vida útil de un objeto, desafortunadamente aplican para cientos de productos distintos, en general, para aparatos eléctricos y electrónicos, muebles, accesorios, ropa, lentes, zapatos, autos e incluso programas de cómputo.

Reparar es un concepto que se ha ido perdiendo poco a poco en nuestra vida cotidiana; los talleres de reparación resultan escasos y no se fomenta el rescatar o alargar la vida de nuestros bienes. Cuando algún aparato eléctrico o electrónico se descompone, nos parece natural y asumimos sustituirlo comprando uno nuevo, simplemente no consideramos repararlo porque suponemos que tendrá un alto costo, casi al mismo precio de algo nuevo o incluso en oferta lo compramos más barato. No obstante, vale la pena ponderar y recapacitar en el daño ambiental que evitamos cuando reparamos o reutilizamos, ya que para volver a producir un electrónico nuevo implica daño al ambiente por los contaminantes generados durante la extracción de materias primas, fabricación y distribución de "lo nuevo", cuestión que al reparar no es necesario. Debemos considerar que al convertir nuestro electrónico descompuesto en basura y desecharlo, implica también un manejo especial profesional para que pueda ser aprovechado de forma sostenible.

La obsolescencia programada es la estrategia que han utilizado los productores de muchos tipos de bienes de consumo, para que el tiempo de vida útil que los ocupamos sea corta y al descomponerse tengamos la necesidad de comprar uno nuevo y reemplazarlo; así ellos como fabricantes nunca dejan de vender. Esta es la lógica de una economía lineal dónde sólo interesa producir y extraer materias primas de forma interminable para producir bienes que terminarán, al cabo de poco tiempo, convirtiéndose en basura.

La basura electrónica también conocida RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) y en inglés como e-waste, se ha incrementado en la misma proporción que nuestro consumo y desecho de aparatos (González, M.Eugenia, 2012); es la respuesta de la sobreproducción tecnológica, al abaratamiento de aparatos y a la obsolescencia programada presente en los equipos que adquirimos.

De acuerdo con el Inventario de generación de residuos electrónicos en México a escala nacional, y estatal para Jalisco, Baja California y Ciudad de México, en el año 2016 se generaron alrededor de 4.2 millones de toneladas de residuos eléctricos y electrónicos en América Latina y El Caribe. En ese año, México generó un total de 998 mil toneladas de estos residuos, posicionándose como el segundo país en la región con mayor generación de e-waste (Semarnat, 2017). En la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), conforme al “Diagnóstico de la Generación de Residuos Electrónicos en la ZMVM” (INE, 2010), la cantidad de desechos electrónicos oscila entre las 70 mil y 90 mil toneladas, de acuerdo con lo proyectado en el total nacional.

Cuando los RAEE no se desechan de manera adecuada, sus destinos suelen ser coladeras, ríos o rellenos improvisados en áreas verdes como barrancas. En ocasiones también, son desensamblados y sometidos al fuego con procedimientos nada sustentables, para extraer y vender los metales u otros materiales con valor en el mercado. Por supuesto, esto genera altos niveles de contaminación que se dispersan a través de partículas diminutas en agua, suelos e incluso aire; así como afectaciones en la salud de los seres vivos (Baldé, Wang, Kuehr y Huisman, 2015). Recordemos que los aparatos eléctricos y electrónicos están compuestos de cientos de sustancias como metales pesados, plásticos con resinas retardantes al calor y sustancias que en incineraciones improvisadas desprenden contaminantes orgánicos persistentes (cop) que son compuestos altamente tóxicos al ambiente.

Reciclar los residuos electrónicos en programas como el Reciclatrón y/o empresas autorizadas, son buenas opciones para evitar este tipo de contaminación y recuperar parte de los materiales valorizables que los componen, sin embargo, es necesario que existan cambios más profundos en nuestro modelo económico para facilitarle al consumidor la reparación, al mismo tiempo que se transita a ejercer hábitos distintos y más responsables de consumo; porque así podemos sumarnos a la mitigación de la emergencia climática que vivimos de manera global.

En países como Francia y España, comienzan a cambiar las cosas, recientemente cada aparato eléctrico o electrónico que sale a la venta tiene una etiqueta en su envoltura que indica qué tan reparable es en escala del uno al diez, así el consumidor puede elegir entre opciones que son altamente reparables y cuyas refacciones estarían disponibles en caso de requerirse; o por el lado opuesto, artículos que no son reparables y que quizá pronto se conviertan en un residuo. Acercar información al consumidor para hacerlo más consciente sobre sus opciones y un consumo más sostenible (La Moncloa, 2021) es un gran ejemplo de responsabilidad extendida.

En México, cada vez toma más fuerza la necesidad de impulsar una economía circular en donde los valores de rechazar, reparar, reusar están presentes. La economía circular se basa en tres principios: (1) Eliminar los residuos y la contaminación, (2) Circular los productos y materiales, (3) Regenerar la naturaleza. Considera para ello, la transición hacia el uso de energías y materiales renovables (Fundación Ellen Macarthur, 2022).

En este año, el Congreso de la Ciudad de México aprobó la Ley de Economía Circular, su objetivo es propiciar una transición hacía un sistema circular y sustentable, incentivar y promover hábitos de producción y consumo responsable a través del reúso, restauración, remanufactura y reciclaje (SEDEMA, 2023); adicionalmente, la Norma ambiental para la Ciudad de México sobre residuos eléctricos y electrónicos: NADF-019-AMBT-2018 en vigencia desde 2020, establece la obligación para que las empresas cierren el ciclo de la producción responsabilizándose del manejo de los residuos y de su incorporación al ciclo de la producción.

Tú como ciudadana/o puedes comenzar reflexionando tus hábitos de consumo e informarte para realizar acciones más conscientes. Asiste al Reciclatrón para disponer adecuadamente de los residuos eléctricos o electrónicos. También puedes acercarte a la Red planteles educativos del Programa Pilares, con su oferta educativa del taller de electrónica, generas un oficio y habilidades muy importantes para ayudar al medio ambiente al aprender a reparar aparatos electrónicos. Otra opción es  que cuando ocurra una Jornada Ambiental cerca de tu localidad, no dudes en acudir al Reparatrón,  que la SEDEMA, PROSOC y organizaciones civiles organizan en Unidades Habitacionales y te ofrecen la posibilidad de reparar tus aparatos eléctricos y electrónicos descompuestos. ¡Entérate de la próxima por nuestras redes sociales! ¡Participa!

 

Bibliografía consultada:

La Moncloa, (2021). Consumo etiquetará los productos eléctricos y electrónicos en función de su reparabilidad. Gobierno de España. Consultado el 12 de junio de 2023 en: https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/consumo/Paginas/2021/150321-etiqueta_reparabilidad.aspx

Fundación Ellen Macarthur. (S/F). Introducción a la economía circular. Consultado el 12 de junio de 2023 en:  https://ellenmacarthurfoundation.org/es/temas/presentacion-economia-circular/vision-general

SEDEMA - CMDX, (2023). Transición a la Economía Circular. Consultado el 11 de junio de 2023 en: http://www.sadsma.cdmx.gob.mx:9000/circular/#:~:text=Qu%C3%A9%20es%20la%20econom%C3%ADa%20circular&text=La%20econom%C3%ADa%20circular%20es%20una,y%20valor%20en%20todo%20momento.

SEDEMA- CDMX, (2020). Publica Sedema Norma Ambiental sobre residuos eléctricos y electrónicos. Consultado el 12 de junio de 2023 en:

https://www.sedema.cdmx.gob.mx/comunicacion/nota/publica-sedema-norma-ambiental-sobre-residuos-electricos-y-electronicos

Pérez, J., Reding, J., Tass, B., Morales, E., Carbonell, R. (2018). La e-waste en México: otro problema para el medio ambiente del país. Revista Reci, Universidad Autónoma del Carmen. Recuperado en: https://www.reci.org.mx/index.php/reci/article/view/82/376

Instituto Nacional de Ecología (2007). Diagnóstico sobre la generación de residuos electrónicos en México. Instituto Politécnico Nacional, Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo. México, D. F.

Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (2017). Inventario de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos en México. Escala nacional y estatal para Jalisco, Baja California, y Ciudad de México. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Proyecto #92723 “Manejo Ambientalmente Adecuado de Residuos con Contaminantes Orgánicos Persistentes” (Residuos COP). México

SECTEI - CDMX (2023) Oferta de cursos en línea de los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES). Consultado el 11 de junio de 2023 en: https://pilares.cdmx.gob.mx/cultura-en-linea 

González, M. (2012). Guía municipal de gestión integral de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. Recuperado de: https://19january2017snapshot.epa.gov/sites/production/files/documents/giraee-guia-municipal-e-residuos-2012-02-espanol.pdf

 

Publicado en Consumo responsable
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