El 2 de noviembre se abre un portal entre el mundo de los vivos y los muertos, y en México lo conmemoramos como el Día de Muertos. La celebración, cuyo origen se remonta a los tiempos previos a la conquista, pervive en el sincretismo característico de los mexicanos. Es por ello una buena ocasión para reflexionar sobre la vida y la muerte, de todos los seres vivos o el entorno del que somos parte, la naturaleza.
Este año, ¿cómo respetaremos la muerte? ¿Cómo podemos mostrarle afecto a los muertos? Las respuestas a estas preguntas serán variadas, pero, si quieren ser completas, requieren algo en común: cuidar la vida.
Las festividades de Día de Muertos y Día de Todos los Santos son las segundas en generar mayor cantidad de residuos, superadas sólo por las fiestas decembrinas. Los desechos se generan a partir de la decoración de tumbas y los envases de plástico utilizados para la comida y bebida1. Para preservar y repartir la vida, es necesario que adoptemos costumbres más sustentables, que generen menos basura y menos contaminación y que ayuden a cuidar o reaprovechar lo que ya tenemos. Por esto, para celebrar un Día de Muertos consciente y respetuoso con la muerte, aquí hay algunos tips:
Es recomendable, por ejemplo, comprar cempasúchil en maceta para cuidarla todo el año y no sólo en octubre. El cempasúchil es la flor característica de esta tradicional celebración. Se dice que, por su color, los mexicas consideraban que guiaba el camino de los difuntos hacia el más allá; actualmente, se utiliza como decoración en los altares de muertos. Con una mentalidad sustentable que nos guía a no consumir y desechar los seres vivos y recursos que tenemos a mano, la forma en la que tratamos a esta flor sería un poco diferente, cuando se retiren las decoraciones, no hay que tratar a los pétalos rotos como basura.
El año pasado, el Gobierno de la Ciudad, a través de la Secretaría de Cultura, instaló un centro de acopio de flor de cempasúchil en la Fábrica de Artes y Oficios del Faro de Tláhuac para usarlas en la producción de colorantes y plaguicidas naturales, así como para sanear suelos y en la elaboración de remedios de medicina herbolaria. Te invitamos a mantenerte atenta y atento a los centros de acopio que puedan abrirse este año.
Otro uso que se le puede dar es para hacer composta, para colorear los alimentos de las aves y hacerlos más atractivos , por último, para elaborar cervezas artesanales, tés o pulque. Además, el cempasúchil tiene beneficios medicinales y puede mejorar la digestión o la tos2.
Con respecto a los disfraces y las pinturas que se pueden utilizar para representar catrinas, es importante que revisemos los componentes de los mismos. Según datos de la organización Greenpeace, cerca de 7 millones de disfraces son desechados al año, y el 69% de sus componentes son derivados del plástico3. El maquillaje y la diamantina pueden contener microplásticos que no sólo contaminan, sino que también dañan nuestra salud, para evitarlo, simplemente revisa qué clase de productos consumes y de qué están hechos.
Una actividad maravillosa que se puede hacer en grupo y aumentar el espíritu festivo es realizar las decoraciones de altares, tumbas y espacios de celebración con materiales de reúso. Botes de comida, papel usado y envolturas pueden cobrar una nueva vida con ayuda de pinceles, pintura y pegamento. ¡Da rienda suelta a tu creatividad y personaliza tus propios adornos!
Por último, es importante cuidar la comida, tanto aquella que ofrecemos a los difuntos como a los vivos, pues se estima que en nuestra ciudad se desperdician diariamente 13 mil toneladas de alimentos y esta cifra puede aumentar en temporada de ofrendas, situación que queremos evitar. Procura que los empaques que uses o compres sean sustentables, no plásticos de un solo uso, sino cartón o papeles que puedes reciclar y reutilizar. No generes mayores residuos con utensilios desechables, ya que estos contaminan el planeta y descuidan la vida que tanto estamos celebrando. Sustituye el unicel por envases de barro, que son mucho más bonitos y tradicionales. Si dejas comida en un altar de muertos, puedes consumirla después de la celebración. El pan, por ejemplo, se puede moler y añadir al ponche de fruta para darle una consistencia más espesa4.
Estas son sólo algunas ideas de cómo puedes celebrar el Día de Muertos de manera sustentable. Sin embargo, lo más importante es que adoptes el propósito de cuidar la vida para respetar la muerte, ya que eso impactará en todas tus decisiones y en la forma en que conmemoras a los difuntos.
1 Prensa Animal (2021) El Día de Muertos, ¿cuántos residuos deja?.
Consultado el https://prensaanimal.com/el-dia-de-muertos-cuantos-residuos-deja/ el 20-09-2021.
2 México Ruta Mágica (2021) Campos de Cempasúchil, un espectáculo amarillo con aroma a tradición.
3 GreenPeace(2019) Datos escalofriantes que no sabías del día de muertos.
Consultado en https://www.greenpeace.org/mexico/blog/3465/5-datos-escalofriantes-que-no-sabias-del-dia-de-muertos/ el 20-09-2021.
4 EFE (2018) Día de Muertos, conectado con la sustentabilidad y el medioambiente en México.
Consultado en https://www.efe.com/efe/america/mexico/dia-de-muertos-conectado-con-la-sustentabilidad-y-el-medioambiente-en-mexico/50000545-3801517 el 17-09-2021.
Consultado en https://mexicorutamagica.mx/2021/09/03/campos-de-cempasuchil-puebla-cholula-atlixco/ el 21-09-2021.
¿En qué piensas cuando escuchas las palabras “fauna nociva”? Quizás lleguen a tu mente animales como las moscas, cucarachas o incluso las ratas, sin embargo, ¿sabes por qué se consideran “nocivos”? o ¿por qué se origina una relación conflictiva entre las personas y algunas especies de animales?
Popularmente, se le conoce como fauna nociva a todos aquellos organismos que conviven de manera conflictiva con los intereses del ser humano, resultando en problemáticas directas o indirectas para nuestras actividades diarias, ya sea amenazando o poniendo en riesgo nuestra salud a causa de la transmisión de enfermedades o bien creciendo desmedidamente y sin control alguno, ocasionando sobrepoblación y daños a nuestros estilos de vida, aunque también pueden presentarse en zonas donde se practica la agricultura ocasionando pérdidas en las cosechas, lo que impacta directamente en nuestra economía y alimentación.
Este tipo de fauna ha surgido con la urbanización, la agricultura y, en general, con todo tipo de actividades humanas que alteran los espacios naturales, como son la deforestación, construcción de presas, las guerras, la sobrepoblación humana y la globalización, en general. Los animales más comunes que pueden clasificarse como fauna nociva son perros y gatos ferales, ratas y ratones, cucarachas, moscas, mosquitos, palomas domésticas, alacranes, hormigas, avispas, murciélagos, entre otros.
Sin embargo, en nuestra ciudad existe una diversidad de especies de animales silvestres que van desde los cacomixtles (Bassariscus astutus), tlacuaches (Didelphis virginiana), el pato mexicano (Anas diazi), ajolote de xochimilco (Ambystoma mexicanum) y el ajolote de montaña (Ambystoma altamirani), el teporingo (Romerolagus diazi), especies de aves migratorias como la calandria de flancos negros (Icterus abeillei), el colibrí pico ancho (Cynanthus latirostris), todos ellos también podrían causarnos daño, o nosotras/os a ellos, si tenemos algún tipo de contacto directo con ellos o sus desechos sin una protección adecuada.
¿Entonces toda la fauna es nociva? En términos estrictos no, ya que en la naturaleza no existe la nocividad. Sin embargo, como ya lo mencionamos, considerar a una especie como conflictiva en realidad tiene que ver con cómo nos relacionamos las personas con estas formas de vida, pues la existencia de virus, bacterias y agentes causales de enfermedades también es natural, lo que no es natural es que tengamos un contacto más directo con estas especies a causa de que sean desplazadas de sus hogares por la depredación y pérdida de su hábitat.
La fauna nociva, o en conflicto con el humano, se desarrolla principalmente gracias a nuestros hábitos, pues con nuestros desechos generamos las condiciones idóneas para que algunos animales se establezcan y se reproduzcan, pues muchos de ellos solo siguen hábitos o instintos carroñeros para alimentarse de los desperdicios que producimos las personas que, al final del día, atraen a dicha fauna y es ahí donde inicia el problema.
Entonces esta fauna en conflicto con las personas, es el resultado de:
Cuando una población de fauna aumenta, también crece la posibilidad de contacto directo o indirecto, y los riesgos de contraer enfermedades se vuelven mayores, por ejemplo, se ha comprobado la existencia de al menos 53 diferentes agentes patógenos y vectores zoonóticos (transmisibles al ser humano) en las ratas y ratones de ciudad como son Toxoplasma gondii, Leptospira spp, Salmonella spp, y Yersinia pestis, esta última es la bacteria causante de la peste negra que ocasionó miles de muertes humanas en el siglo XIV.
El encharcamiento de agua genera las condiciones ideales para la reproducción del mosquito, que son vectores de enfermedades como la leishmaniasis, el dengue, el paludismo, la enfermedad de Chagas, la malaria o Lyme que en su conjunto han causado un gran número de defunciones a nivel mundial.
Asimismo, la posesión ilegal de fauna silvestre pone en riesgo tanto el ecosistema de donde se extrae la especie, como la vida de quienes conviven con ella, pues generalmente no se tienen las condiciones de protección e higiene necesarias para prevenir el contagio de algún agente patógeno que viva naturalmente en el cuerpo del espécimen en cuestión.
Afortunadamente, la solución se encuentra en la prevención. En la medida en que nos volvamos más responsables de nuestros residuos, reduzcamos o eliminemos la deforestación, la captura de fauna silvestre y evitemos el desplazamiento de la fauna al respetar las áreas naturales y sus recursos, lograremos crear un impacto positivo hacia la naturaleza que nos rodea, pues lo que normalmente clasificamos como una “plaga o invasión de animales” no es más que una especie más en este mundo intentando obtener lo más básico y elemental en la vida: alimento, hogar y seguridad.
Reflexiona, agradece y ayuda a la naturaleza a mantener el equilibrio para que todos los seres que habitamos este planeta gocemos de todo lo necesario para vivir bien y convivir sanamente.
Categoría: Contaminación
¿Recuerdas cuando las televisiones, consolas de sonido, licuadoras, hornos y en general cualquier aparato eléctrico o electrónico duraban décadas en nuestra casa? No, no es un cuento de abuelos, simplemente las cosas se fabricaban para que duraran mucho tiempo y en caso de una descompostura, existía la forma de repararla. Ahora ya no es así.
Vivimos con cierta sospecha o incertidumbre sobre el tiempo que realmente nos durará un electrónico. En cuanto comienzan las primeras fallas nos preguntamos ¿cuándo dejará de funcionar la computadora? o ¿cuántas caídas más soportará el teléfono celular?, ¿nos alcanzará la garantía que nos ofrece el fabricante?, ¿tendré que hacer el gasto para reemplazarlo? Estas preguntas sobre la vida útil de un objeto, desafortunadamente aplican para cientos de productos distintos, en general, para aparatos eléctricos y electrónicos, muebles, accesorios, ropa, lentes, zapatos, autos e incluso programas de cómputo.
Reparar es un concepto que se ha ido perdiendo poco a poco en nuestra vida cotidiana; los talleres de reparación resultan escasos y no se fomenta el rescatar o alargar la vida de nuestros bienes. Cuando algún aparato eléctrico o electrónico se descompone, nos parece natural y asumimos sustituirlo comprando uno nuevo, simplemente no consideramos repararlo porque suponemos que tendrá un alto costo, casi al mismo precio de algo nuevo o incluso en oferta lo compramos más barato. No obstante, vale la pena ponderar y recapacitar en el daño ambiental que evitamos cuando reparamos o reutilizamos, ya que para volver a producir un electrónico nuevo implica daño al ambiente por los contaminantes generados durante la extracción de materias primas, fabricación y distribución de "lo nuevo", cuestión que al reparar no es necesario. Debemos considerar que al convertir nuestro electrónico descompuesto en basura y desecharlo, implica también un manejo especial profesional para que pueda ser aprovechado de forma sostenible.
La obsolescencia programada es la estrategia que han utilizado los productores de muchos tipos de bienes de consumo, para que el tiempo de vida útil que los ocupamos sea corta y al descomponerse tengamos la necesidad de comprar uno nuevo y reemplazarlo; así ellos como fabricantes nunca dejan de vender. Esta es la lógica de una economía lineal dónde sólo interesa producir y extraer materias primas de forma interminable para producir bienes que terminarán, al cabo de poco tiempo, convirtiéndose en basura.
La basura electrónica también conocida RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) y en inglés como e-waste, se ha incrementado en la misma proporción que nuestro consumo y desecho de aparatos (González, M.Eugenia, 2012); es la respuesta de la sobreproducción tecnológica, al abaratamiento de aparatos y a la obsolescencia programada presente en los equipos que adquirimos.
De acuerdo con el Inventario de generación de residuos electrónicos en México a escala nacional, y estatal para Jalisco, Baja California y Ciudad de México, en el año 2016 se generaron alrededor de 4.2 millones de toneladas de residuos eléctricos y electrónicos en América Latina y El Caribe. En ese año, México generó un total de 998 mil toneladas de estos residuos, posicionándose como el segundo país en la región con mayor generación de e-waste (Semarnat, 2017). En la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), conforme al “Diagnóstico de la Generación de Residuos Electrónicos en la ZMVM” (INE, 2010), la cantidad de desechos electrónicos oscila entre las 70 mil y 90 mil toneladas, de acuerdo con lo proyectado en el total nacional.
Cuando los RAEE no se desechan de manera adecuada, sus destinos suelen ser coladeras, ríos o rellenos improvisados en áreas verdes como barrancas. En ocasiones también, son desensamblados y sometidos al fuego con procedimientos nada sustentables, para extraer y vender los metales u otros materiales con valor en el mercado. Por supuesto, esto genera altos niveles de contaminación que se dispersan a través de partículas diminutas en agua, suelos e incluso aire; así como afectaciones en la salud de los seres vivos (Baldé, Wang, Kuehr y Huisman, 2015). Recordemos que los aparatos eléctricos y electrónicos están compuestos de cientos de sustancias como metales pesados, plásticos con resinas retardantes al calor y sustancias que en incineraciones improvisadas desprenden contaminantes orgánicos persistentes (cop) que son compuestos altamente tóxicos al ambiente.
Reciclar los residuos electrónicos en programas como el Reciclatrón y/o empresas autorizadas, son buenas opciones para evitar este tipo de contaminación y recuperar parte de los materiales valorizables que los componen, sin embargo, es necesario que existan cambios más profundos en nuestro modelo económico para facilitarle al consumidor la reparación, al mismo tiempo que se transita a ejercer hábitos distintos y más responsables de consumo; porque así podemos sumarnos a la mitigación de la emergencia climática que vivimos de manera global.
En países como Francia y España, comienzan a cambiar las cosas, recientemente cada aparato eléctrico o electrónico que sale a la venta tiene una etiqueta en su envoltura que indica qué tan reparable es en escala del uno al diez, así el consumidor puede elegir entre opciones que son altamente reparables y cuyas refacciones estarían disponibles en caso de requerirse; o por el lado opuesto, artículos que no son reparables y que quizá pronto se conviertan en un residuo. Acercar información al consumidor para hacerlo más consciente sobre sus opciones y un consumo más sostenible (La Moncloa, 2021) es un gran ejemplo de responsabilidad extendida.
En México, cada vez toma más fuerza la necesidad de impulsar una economía circular en donde los valores de rechazar, reparar, reusar están presentes. La economía circular se basa en tres principios: (1) Eliminar los residuos y la contaminación, (2) Circular los productos y materiales, (3) Regenerar la naturaleza. Considera para ello, la transición hacia el uso de energías y materiales renovables (Fundación Ellen Macarthur, 2022).
En este año, el Congreso de la Ciudad de México aprobó la Ley de Economía Circular, su objetivo es propiciar una transición hacía un sistema circular y sustentable, incentivar y promover hábitos de producción y consumo responsable a través del reúso, restauración, remanufactura y reciclaje (SEDEMA, 2023); adicionalmente, la Norma ambiental para la Ciudad de México sobre residuos eléctricos y electrónicos: NADF-019-AMBT-2018 en vigencia desde 2020, establece la obligación para que las empresas cierren el ciclo de la producción responsabilizándose del manejo de los residuos y de su incorporación al ciclo de la producción.
Tú como ciudadana/o puedes comenzar reflexionando tus hábitos de consumo e informarte para realizar acciones más conscientes. Asiste al Reciclatrón para disponer adecuadamente de los residuos eléctricos o electrónicos. También puedes acercarte a la Red planteles educativos del Programa Pilares, con su oferta educativa del taller de electrónica, generas un oficio y habilidades muy importantes para ayudar al medio ambiente al aprender a reparar aparatos electrónicos. Otra opción es que cuando ocurra una Jornada Ambiental cerca de tu localidad, no dudes en acudir al Reparatrón, que la SEDEMA, PROSOC y organizaciones civiles organizan en Unidades Habitacionales y te ofrecen la posibilidad de reparar tus aparatos eléctricos y electrónicos descompuestos. ¡Entérate de la próxima por nuestras redes sociales! ¡Participa!
Bibliografía consultada:
La Moncloa, (2021). Consumo etiquetará los productos eléctricos y electrónicos en función de su reparabilidad. Gobierno de España. Consultado el 12 de junio de 2023 en: https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/consumo/Paginas/2021/150321-etiqueta_reparabilidad.aspx
Fundación Ellen Macarthur. (S/F). Introducción a la economía circular. Consultado el 12 de junio de 2023 en: https://ellenmacarthurfoundation.org/es/temas/presentacion-economia-circular/vision-general
SEDEMA - CMDX, (2023). Transición a la Economía Circular. Consultado el 11 de junio de 2023 en: http://www.sadsma.cdmx.gob.mx:9000/circular/#:~:text=Qu%C3%A9%20es%20la%20econom%C3%ADa%20circular&text=La%20econom%C3%ADa%20circular%20es%20una,y%20valor%20en%20todo%20momento.
SEDEMA- CDMX, (2020). Publica Sedema Norma Ambiental sobre residuos eléctricos y electrónicos. Consultado el 12 de junio de 2023 en:
Pérez, J., Reding, J., Tass, B., Morales, E., Carbonell, R. (2018). La e-waste en México: otro problema para el medio ambiente del país. Revista Reci, Universidad Autónoma del Carmen. Recuperado en: https://www.reci.org.mx/index.php/reci/article/view/82/376
Instituto Nacional de Ecología (2007). Diagnóstico sobre la generación de residuos electrónicos en México. Instituto Politécnico Nacional, Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo. México, D. F.
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (2017). Inventario de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos en México. Escala nacional y estatal para Jalisco, Baja California, y Ciudad de México. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Proyecto #92723 “Manejo Ambientalmente Adecuado de Residuos con Contaminantes Orgánicos Persistentes” (Residuos COP). México
SECTEI - CDMX (2023) Oferta de cursos en línea de los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES). Consultado el 11 de junio de 2023 en: https://pilares.cdmx.gob.mx/cultura-en-linea
González, M. (2012). Guía municipal de gestión integral de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. Recuperado de: https://19january2017snapshot.epa.gov/sites/production/files/documents/giraee-guia-municipal-e-residuos-2012-02-espanol.pdf
Cada que llegan las fiestas patrias, cabe reflexionar sobre qué clase de ciudad construimos día a día y los impactos ambientales que tienen nuestras acciones como la celebración de nuestra independencia nacional.
Arma tu noche mexicana, hazla ambientalmente responsable con comida, música y tradiciones llenas de color, sabor y cultura. Hay muchas maneras de expresar nuestra alegría y festejar con las personas que queremos, sin dañar al ambiente
Septiembre es un mes muy bello. Dejamos atrás el calor del verano y comenzamos a vestir a la Ciudad de México de los tres colores que caracterizan nuestra identidad, siendo esta tan diversa como la cantidad de mexicanas y mexicanos. Es momento de las fiestas patrias, de hacer relucir todo aquello que nos une: la comida, la música, los postres, bailes, ferias, festivales y un sinfín de tradiciones. Por supuesto las celebraciones vienen acompañadas de coloridos adornos y envoltorios, serpentinas, maquillaje, sombreros, globos, juguetes de plástico… pero ¿te has puesto a pensar cuántos de estos productos terminarán en la basura al día siguiente y qué consecuencias puede traer esto al medio ambiente?
En estas fechas vale la pena reflexionar sobre nuestra forma de celebrar a la patria, qué consecuencias ambientales tiene y qué dice de nosotros, pues a veces, en nuestro deseo de festejar, pasamos por alto aquellas acciones que perjudican al ambiente, como el uso de desechables. A pesar de que desde el 2021 está prohibido en la ciudad la venta, distribución y entrega de productos plásticos de un solo uso1, hay quienes continúan usando estos productos porque son económicos y les evitan la fatiga de lavar, sin embargo, la contaminación que producen no es barata para el planeta ni para nuestra salud, ya que la contaminación por plásticos ha llegado hasta nuestros estómagos2. Por eso, algo tan simple como usar tu vajilla puede disminuir éste problema. Y si no tienes otro remedio que usar desechables, asegúrate de que sean compostables.
Para celebrar las fiestas patrias con plena alegría ambiental, aquí hay algunas recomendaciones:
Además de esto, no hay que olvidar que la música, los bailes y la comida son los puntos centrales de las fiestas. Y mientras estás con tu familia o amistades celebrando, canta a todo pulmón canciones que les hagan sentir unidas/os. Hay muchas maneras de expresar nuestra alegría y festejar con las personas que queremos. Recuerda que tú tienes el poder de decidir.
¡Que siga la fiesta! Arma tu noche mexicana, hazla ambientalmente responsable, sácale una foto y compártela en nuestra página de Facebook EducacionAmbientalCDMX ¡Viva México! ¡Viva la naturaleza! ¡Viva la ciudadanía responsable que cuida el ambiente de la ciudad!
1 Congreso de la Ciudad de México. Ley de Residuos Sólidos del Distrito Federal. Fecha de consulta: 04 de septiembre de 2023.
2 WWF-España. Consumimos el equivalente a una tarjeta de crédito a la semana. Consultado 12 de agosto de 2023.
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Es curioso cómo pueden pasar los días sin que nos detengamos a apreciar qué hay a nuestro alrededor. Entre las prisas, preocupaciones y distracciones de la vida diaria dejamos de ver los elementos de nuestro entorno, damos por hecho que todo está en su lugar porque los edificios o las calles no se mueven y no cambian, si acaso notamos cuando las/os vecinas/os cambian el color de su casa, o cuando se inicia una nueva construcción en nuestro camino de diario, pero a menos de que se trate de un gran árbol, no notamos cuando una planta deja de estar donde estaba.
La ceguera vegetal es un fenómeno que se conoce desde hace más de 20 años; nombrado por el botánico James H. Wandersee y la botánica Elisabeth Schuessler refiriéndose a: 1. la incapacidad de ver o notar las plantas en el entorno cotidiano; 2. la incapacidad de reconocer la importancia de las plantas en la biosfera y en los asuntos humanos; 3. la incapacidad de apreciar las características biológicas estéticas y únicas de las formas de vida que pertenecen al Reino Vegetal; y 4. la clasificación antropocéntrica equivocada de considerar a las plantas como inferiores a los animales y, por lo tanto, como indignas de consideración.
En palabras más simples, somos incapaces de ver y apreciar las plantas, lo que trae consigo desastrosas consecuencias y hacen más difícil su conservación.
Paradójicamente, todas las plantas, por pequeñas que sean, juegan un papel imprescindible en los ecosistemas pues proveen un sinfín de beneficios para los seres vivos. Son parte fundamental de las redes tróficas (cadena alimenticia), evitan la erosión del suelo, brindan resguardo para muchos seres vivos, sirven de sitios de descanso para los polinizadores, son productoras de oxígeno, regulan la humedad del suelo y la temperatura de su entorno, y son parte importante de los ciclos de vida de muchos otros seres vivos, Además, se sabe que más de 28 mil especies de plantas son de importancia medicinal para la salud humana.
A pesar de ello, continuamos clasificando a muchas especies vegetales (sobre todo a las silvestres) como “malas hierbas” o “malezas” en el sentido de que son indeseables, pues muchas de ellas crecen oportunamente en calles, banquetas, jardines y muchos otros sitios en los que entra en conflicto con nuestro raro sentido de estética y nuestra falta de conocimiento sobre los beneficios ambientales que nos proveen. Debido a esto, el destino de muchas especies es la poda y el uso de herbicidas tóxicos empleados con el objetivo de exterminarlas.
Ahora que hemos sido diagnosticados con ceguera vegetal, ¿cómo podemos curarnos de ella?
La falta de apreciación hacia el mundo vegetal nos está haciendo perdernos de la maravilla de la vida. Las plantas que se abren paso para nacer y crecer entre las grietas del asfalto son una muestra de resiliencia de la naturaleza. Destapemos nuestros ojos, tomemos tiempo de admirar las formas de vida que se expresan en nuestro entorno, respetemos y cuidemos de ellas.
Categoría: biodiversidad, salud y medio ambiente