¿Cómo ha cambiado tu vida desde el surgimiento de esta pandemia por COVID-19? Muchas personas hemos adoptado nuevas costumbres en nuestra vida cotidiana, motivados principalmente por el deseo de contener y superar la pandemia causada por el coronavirus SARS-COV-2; buscamos constantemente preservar nuestra salud y la de los nuestros.
Los cambios de hábitos de los chilangos, y de los habitantes del mundo entero, van desde usar menos coches y más bicicletas como medio de transporte, consumir responsablemente tanto bienes como servicios, el teletrabajo, alimentación saludable con productos de temporada, formar nuestros propios huertos y jardines en casa, separar y manejar correctamente los residuos para evitar el contagio del personal de limpia, entre otras modificaciones en la rutina.
Curiosamente es este mismo cambio de hábitos el que se ha solicitado durante décadas para frenar la crisis climática que se vive desde hace casi 50 años y que parece no tener fecha de caducidad, a menos de que incorporemos a nuestra “nueva normalidad” la perspectiva ambiental aún después de la pandemia, ¿podremos lograrlo? ¡Por supuesto!
Para ello es importante comprender que esta enfermedad, que nos tiene a todos con los pelos de punta, es también una consecuencia de la crisis climática que muchos han negado. El deterioro de los ecosistemas, la urbanización de sitios naturales, la extracción y venta ilegales de especies de flora y fauna silvestres, así como la introducción de especies invasoras, ha quebrantado el equilibrio ecosistémico que antes nos protegía de contraer enfermedades específicas de otras especies.
Un factor que eleva el riesgo de complicaciones al contraer una enfermedad como la COVID-19, es la contaminación del aire. Al respirar aire contaminado, se debilita -entre otros- nuestro sistema respiratorio, principal afectado por la enfermedad actual que aqueja a toda la humanidad. En cambio, el riesgo sería menor si contáramos con una mejor calidad del aire en nuestra ciudad.
Por ejemplo, al consultar diariamente el Índice AIRE y SALUD de la Zona Metropolitana y del Valle de México vemos que la calidad del aire es en general mala, incluso ahora que la flota vehicular es menor y esto se debe a que los niveles de ozono (el principal gas que desata las contingencias ambientales) no solo dependen del uso del automóvil, sino también del uso de solventes, pinturas, detergentes, aerosoles, aromatizantes, fugas de gas LP (el de los cilindros), gas natural y de gasolina, así como de emisiones industriales y naturales2.
Lo que sí ocurre es que con la disminución en el uso del automóvil se reducen las emisiones de grandes cantidades de gases de efecto invernadero, como dióxido de carbono, metano, hidrocarburos, así como de gases y partículas nocivas para el ambiente con contenidos de azufre, plomo, entre otros3, que afectan nuestro sistema respiratorio, quien se vuelve menos resistente ante una enfermedad como la COVID-19.
Como podrás darte cuenta nuestra salud y la del medio ambiente están altamente relacionadas. No se pueden tratar por separado. Adoptemos hábitos de cuidado ambiental como parte esencial de la nueva normalidad porque, a través del cuidado del ambiente, estamos asegurando nuestra salud presente y futura. Caigamos en cuenta que con nuestras acciones, otro mundo es posible.
2 Dirección de Monitoreo Atmosférico. Precursores de ozono.
www.aire.cdmx.gob.mx/default.php?opc=%27ZKBhnmWkYQ==%27
3 INECC. Los vehículos automotores como fuentes de emisión.
www2.inecc.gob.mx/publicaciones2/libros/618/vehiculos.pdf
¿Y tú cómo te mueves en esta temporada de contingencia sanitaria? La pandemia por coronavirus limitó nuestras opciones de movilidad. “Quédate en casa” ha sido la premisa para evitar contagios, desde hace poco más de dos meses, aunque las exigencias de la vida cotidiana nos motivan a salir, en algunos casos a comprar alimentos o adquirir bienes indispensables, en otros ir a trabajar o la necesidad de darnos un respiro. ¿Cómo hacer para transportarnos respetando la sana distancia y sin dañar el medio ambiente? Moviéndonos en bicicleta.
Este artefacto de más de 200 años de edad resulta ser un medio de transporte eficiente, de bajo costo - comparado con los vehículos de motor -, saludable y de bajo riesgo de contagio en esta contingencia al ser un transporte individual y permitirnos trasladarnos de un lugar a otro con el cuidado de conservar la sana distancia. Su popularidad es de nivel mundial, por ser uno de los vehículos más sostenibles que existen en la actualidad, por su fuerte espíritu ambiental, ya que por sí misma la bicicleta no quema ningún tipo de combustible ni emite gases contaminantes a la atmósfera.
Ahora más que nunca, toma sentido tomar acciones personales que ayuden a mejorar la calidad del aire que respiramos, ya que la COVID-19 afecta principalmente al sistema respiratorio, el cual se debilita ante una mala calidad del aire y disminuye su resistencia ante esta y otras enfermedades respiratorias. Reportes científicos indican que tan solo en América Latina cada año 50,000 personas mueren prematuramente debido a la contaminación del aire causada principalmente por el transporte1. ¿Te imaginabas que usar el coche, simultáneamente para millones de personas, tuviera tales consecuencias?
Por eso, si cada vez más personas nos transportamos en bicicleta en lugar de usar automóviles, apoyamos a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero como el metano, dióxido de carbono, hidrocarburos, así como de partículas microscópicas y tóxicas como el azufre, plomo, entre otras2, que son expulsadas desde los escapes de los vehículos que usan combustibles provenientes del petróleo.
Además, andar en bici es saludable, pues al pedalear, quemas calorías, ejercitas tus músculos, fortaleces tus sistemas nervioso, cardiovascular y el respiratorio. Tu cuerpo se vuelve más sano y resistente, no sólo físicamente, sino también a nivel mental y emocional porque te libera del estrés al brindarte frescura y permitirte observar hermosos paisajes urbanos mientras te mueves en ella. Y si decides moverte por vialidades donde principalmente se mueven autos, procura usar cubrebocas o mascarillas adecuadas3, para no inhalar directamente lo que expulsan por sus escapes, así como respetar las señales de tránsito. De cualquier modo, recuerda que sobre la bicicleta tienes libertad de cambiar tu ruta y no exponerte tanto a las emisiones vehiculares.
¿Te faltan motivos para decidirte a viajar en bicicleta? Aquí te menciono otros más: no sólo te ayuda a bajar la lonja, también disminuye tus gastos porque ahorras en pasajes y gimnasio. Por eso ya no dudes más y al terminar el confinamiento, entra a la “nueva normalidad ambiental” rodando en bicicleta, en cada pedaleo ayuda a construir una ciudad social y ambientalmente más sana.
1 Unión Europea. Movilidad Electrica - Oportunidades para Latinoamérica. .
europa.eu/capacity4dev/unep/documents/movilidad-electrica-oportunidades-para-latinoamerica
2 Calidad del Aire, CDMX. ¿Quién contamina el aire de la ZMVM?
www.aire.cdmx.gob.mx/default.php?opc=%27ZKBhnmI=%27
3 BBC Mundo. ¿Cómo deben los ciclistas protegerse de la contaminación?
www.bbc.com/mundo/noticias/2013/07/130715_salud_ciclismo_y_contaminacion_ch
Es de mañana y el viento sopla en nuestras mejillas, un señor prende su cigarro matutino para calentarse. Paso a paso avanza el día y con él las tareas que deben entregarse: reportes laborales, ensayos, reuniones, entregas de paquetería, solicitudes; el tiempo va de prisa y para aminorar el estrés o calmar la ansiedad, algunos encienden uno a uno los soldadillos blanquecinos de la cajetilla. Otros no necesitan atravesar estas emociones para sacar fuego, lo hacen por gusto, por el placer de saborear lo ahumado en sus gargantas.
¿Qué sucede una vez que apagan su cigarro? Vuelven a la carrera. ¿Y las colillas? Normalmente las botan sin darles sepultura y sin conocer las repercusiones ambientales que surgen de este “pequeño acto”.
En el mundo, de acuerdo con datos de National Geographic, los fumadores compran alrededor de 6,5 billones de cigarros al año, quiere decir que 18 mil millones de cigarros son consumidos al día. De ellos, sabemos que hay billones de colillas o filtros que no son desechados correctamente, pues sólo una tercera parte va a dar en la basura, mientras que el resto deambula en las calles, en las coladeras o en parques y zonas naturales.
La acción de apagar y lanzar se ha vuelto automática y, ¡esto debe cambiar! Al desechar los filtros de los cigarros estamos lanzando al medio ambiente: plástico, nicotina y alquitrán, también metales pesados (plomo, arsénico y cianuro) y otros químicos, lo que genera impactos negativos en los ecosistemas por los altos niveles de contaminación en áreas naturales, aguas y aire. Además, de acuerdo a estudios recientes, las colillas inhiben el crecimiento de las plantas.
Debemos considerar que los filtros tardan hasta 10 años en degradarse, mientras tanto se siguen prendiendo más cigarros, se desechan más colillas y, por tanto, más años de degradación y más contaminación.
La mayoría de estos materiales, al tomar la ruta acuática por medio de las alcantarillas, terminan en los océanos. En las jornadas de limpieza organizadas en las playas se ha encontrado que, después de los plásticos, las colillas son los residuos que predominan en las colectas. Se les encuentra enterrados en la arena, pero otros tantos llegaron al mar convirtiéndose en uno más de los peligros para las especies marinas al confundirlas con su alimento.
Si bien, el número de fumadores y cajetillas no da señales de disminuir, pueden realizarse acciones que prevengan mayores daños al planeta. Dejar el hábito de “apagar y lanzar” para convertirlo en “apagar y desechar” puede ser un gran paso para colaborar con el cuidado del medio ambiente. Tal vez no hay contenedores o botes cerca, pero podemos guardarlos hasta encontrar una sepultura adecuada a nuestra colilla y que el duelo no sea el del planeta.
Fuente:
Las colillas de cigarrillos también significan contaminación plástica tóxica, consultado en National Geographic en línea:
www.nationalgeographicla.com/medio-ambiente/2019/08/las-colillas-de-cigarrillos-tambien-significan-contaminacion-plastica-toxica
En estos tiempos de contingencia sanitaria, ¿quién piensa en el medio ambiente y en el resto de los seres vivos que habitan el planeta? Vemos en las noticias que en las playas de nuestro país como las de Acapulco, en las que normalmente se llenan de gente en temporada vacacional, ¡se han visto ballenas! Este magnífico mamífero que al sentirse amenazado por la especie humana, había dejado de visitar estas playas.
Y esto no solo ocurre en México. En otros países, al disminuir la presencia humana en espacios urbanos, carreteras y sitios turísticos, la biodiversidad ha aprovechado para volver a hacerse presente. Elefantes en las carreteras, cocodrilos en playas y calles, lobos marinos, aves de diferentes especies, todos ellos se toman un respiro y se sienten más libres que nunca ahora que su amenaza más grande está guardada en casa.
Es momento de reflexionar y de notar que el planeta no nos pertenece, que lo compartimos con otros seres vivos capaces de sentir como nosotros. Entendamos que plantas, animales, insectos, hongos y todas las formas de vida, incluidos nosotros, jugamos un papel muy importante en el mantenimiento de la salud de los ecosistemas que habitamos y de los cuales nos beneficiamos de muchas formas.
Algo que pocos saben y que muchos no se imaginan si quiera, es que la salud de los ecosistemas y su biodiversidad se refleja en la salud humana. ¿Cómo puede ser esto posible? La diversidad de especies dificulta la propagación de agentes patógenos1, porque al cumplir con su función biológica específica y natural, mantiene saludable a este sistema que llamamos “naturaleza”.
Mientras que, actividades humanas como la extracción de especies exóticas de su hábitat natural, la compra ilegal de éstas, así como todas aquellas actividades que ponen en riesgo el equilibrio del ecosistema, facilitan la propagación de enfermedades causadas por todo tipo de agentes patógenos, como es el caso del coronavirus.
Todos somos parte de ese sistema, somos eslabones de una gran cadena que, entre más larga y diversa, más salud y equilibrio brinda a sus integrantes, pero si un eslabón se rompe,ten por seguro que todos sufriremos las consecuencias, como lo estamos haciendo ahora, no solo por el coronavirus, sino por el cambio climático que año con año se hace más presente y que pone en riesgo la vida de muchas personas y especies biológicas. Unos cuantos días de parón en la actividad humana y la nobleza de la naturaleza nos muestra el papel desequilibrante que jugamos. ¿Necesitamos realmente una pandemia para descubrir nuestra responsabilidad?
No nos hagamos de la vista gorda, sabemos que los humanos nos hemos jaloneado mutuamente en busca del propio beneficio y hemos roto varios eslabones de la cadena, pero no todo está perdido. Aprovechemos este tiempo en el que el mundo se paró y veamos que aún estamos a tiempo de decidir qué tipo de eslabón queremos ser: el que rompe su relación con su alrededor o el que se sostiene y busca vivir en armonía con la biodiversidad.
Coronavirus: un mensaje de la Naturaleza. www.unenvironment.org/es/noticias-y-reportajes/video/coronavirus-un-mensaje-de-la-naturaleza
Viajar siempre es una experiencia emocionante que también implica tiempo en su planeación, sobretodo si será un viaje largo. Debemos contemplar el destino al que llegaremos, el medio que utilizaremos, quiénes o cuántos viajarán, boletos, papeles, reservaciones; y unos días antes, hacer maletas y alistar nuestras pertenencias.
Ahora, imagina que, al menos, debes hacer dos largos y extenuantes viajes en el año. ¿Agotador, no? Pues bien, esta situación la enfrentan las aves migratorias. Pero ellas no compran boletos ni hacen maletas; su preparación consiste en alimentarse de forma abundante, incluso algunas aves llegan a engordar, pues consumen enormes cantidades de alimento rico en proteínas y energía para aguantar los recorridos aéreos.
En el mundo existen cerca de nueve mil 917 variedades de aves, es el grupo de vertebrados terrestres con mayor cantidad de especies y en México residen mil cien especies, de las cuales 370 se encuentran en alguna categoría de riesgo de acuerdo con la Norma Oficial Mexicana.
En el margen de los números, más de la tercera parte son viajeras consagradas. Por lo menos, hay cuatro tipos generales de especies migratorias en México. Existen las residentes de invierno, especies que se reproducen en Alaska, Canadá, parte de Estados Unidos y México, y pasan el invierno en tierras sureñas: Ciudad de México, Chiapas, Guatemala y El Salvador. Un ejemplo de estos viajeros es el pato Chalcuán, proveniente de Norteamérica, pero en invierno llega al Parque Ecológico Xochimilco (PEX) y a la ciénega de Tláhuac.
También encontramos a las residentes de verano, ellas se reproducen en México y deciden pasar un poco más al sur la fría estación del año. Entre ellas localizamos al Verdín Amarillo, quien se reproduce en zonas desérticas como Sonora, pero migra al PEX o a las chinampas de Xochimilco.
¡Ah! También existen dos categorías más: transeúntes o de paso y las migratorias con poblaciones residentes. Las primeras se reproducen al norte de las tierras mexicanas y se desplazan hacia el centro y sur del continente americano, uno de ellos es el Águila Pescadora a quien se le puede encontrar en la Ciénega de Tláhuac o en el PEX, así como la Calandrita con avistamientos en el Jardín Botánico de la UNAM o en Parque México. Las segundas se refieren a especies que migran, pero que también tiene poblaciones que deciden “quedarse en casa”, el Verdemar o Colibrí oreja violeta es un ejemplo de esta categoría y se le puede observar en las zonas de Milpa Alta o en el Ajusco.
En la Ciudad de México habitan 271 especies, de ellas 145 son las más abundantes y 126 se consideran raras, puesto que son muy escasos sus avistamientos. De los números mencionados, ¡sólo 19 son endémicas de México! Entre ellas encontramos a la Matraca barrada, endémica de la Faja Volcánica Transmexicana, y al Carpintero de Strickland, propio de las montañas de la Cuenca de México.
La región con mayor riqueza de avifauna son los humedales del PEX y en la Ciénega de Tláhuac con 229 especies, particularmente 89 acuáticas, entre las que encontramos patos, garzas, chorlos, playeros e, incluso, pelícanos.
En las regiones de parques y jardines urbanos, el número de especies es significativo ya que reúne el 47.6% del total de registro de la ciudad; quiere decir que: ¡en estos lugares se distribuyen alrededor de 128 especies! Dentro de esta categoría se consideran al Bosque de Tlalpan, el Jardín Botánico de la UNAM, el Pedregal de San Ángel, así como Chapultepec y Aragón. Así que ya sabes a dónde ir para admirar tantas aves como puedas.
Si deseas meditar sobre otra de las cualidades de las aves, te invitamos a visitar la página de Sedema “Así suena la Ciudad de México” (http://189.240.89.18:9000/pajaros/endemicas.html), donde podrás escuchar el canto de algunas aves endémicas de la ciudad.
Debido a los aleteos constantes y extenuantes que realizan, como en todo viaje, necesitan hacer paradas para alimentarse, descansar y retomar el vuelo. Incluso las aves deben contemplar en sus recorridos los posibles riesgos, ¿te has puesto a pensar qué obstáculos atraviesan en sus viajes? En sus vuelos se topan con antenas, edificios, cables, atraviesan tormentas, huracanes y vientos fuertes. Si seguimos interviniendo en sus ecosistemas al talar árboles y alterar los ciclos climáticos, sus hogares (entre ellos bosques y humedales, principalmente) se irán fragmentando cada vez más hasta desaparecer, por ende, al no tener a dónde llegar, sus poblaciones comenzarán a disminuir.
Las aves vuelan miles de kilómetros y cumplen papeles ecológicos específicos en las regiones que van habitando: ayudan a diseminar las semillas, polinizan y esparcen semillas mediante sus heces, controlan plagas y, algunas, son alimentos de algunas especies. Es vital cuidar su hábitat y los espacios a los que llegan durante sus migraciones. Seguro que cuando viajas, disfrutas y agradeces llegar a un lugar hermoso, con comida y bebida suficiente y donde puedas convivir con otras personas. Debemos procurar lo mismo para nuestras visitantes.
Fuentes:
Enríquez, Paula L. El largo viaje de las aves migrantes, consultado en Conacyt, en línea: https://centrosconacyt.mx/objeto/el-largo-viaje-de-las-aves-migrantes/
Uribe Lara, Laura E. Las aves migratorias en México, consultado en Naturalista, en línea: https://www.naturalista.mx/posts/3687-las-aves-migratorias-en-mexico
En cuarentena, millones de personas estuvimos dentro de casa para detener la propagación del coronavirus. Sin embargo, hubo muchas personas que se siguieron moviendo para evitar mayores problemas. Y no, no estamos hablando de los médicos y su heroica labor, nos referimos a guardianes silenciosos, pocas veces vistos, pero sin los cuales no podríamos vivir sanos ni tranquilos en nuestra ciudad. ¿Sabes de quién hablamos?
En nuestra ciudad, más de 13 mil trabajadores de limpia1: barrenderos y barrenderas, operadores de camiones recolectores, voluntarios y voluntarias, recolectan todos los días los residuos que los ciudadanos les entregamos. ¿Te imaginas qué pasaría con los residuos que generamos si tan solo un día nos faltaran estas personas y su valiosa labor?
A diario, un(a) solo(a) barrendero(a) recolecta 2 571 toneladas de residuos, lo equivalente al peso de 1 714 coches; y en un año recorre lo equivalente a 146 vueltas al planeta. ¿No te parece admirable?
La labor de estos guardianes silenciosos no es fácil. Barrenderos(as), operadores de recolección y voluntarios(as), recorren todos los días las calles de la ciudad y recolectan las 12 404 toneladas de residuos que generamos a diario en la Ciudad de México. Ellos entran en contacto con los desechos que entregamos, abren las bolsas para verificar que los residuos estén separados correctamente y, cuando no lo están, los separan; dentro de su maniobra, esperan no cortarse, intoxicarse o algo peor, porque muchas veces los residuos no están bien separados desde las casas y nadie les advierte cuando hay algún desecho que pueda poner en riesgo su salud o hasta su vida.
A partir de la pandemia se ha sumado el riesgo de contagio, pese a todos los peligros cotidianos por estar en contacto con los residuos. Ante esta situación, las/os trabajadores de limpia toman precauciones para protegerse, pero nosotros desde nuestras casas, escuelas o lugares de trabajo, también podemos hacer algo para cuidar de su salud. No hay mejor manera de agradecerles lo que hacen por nosotras/os.
Lo que podemos hacer para ayudar a salvaguardar la salud de las y los trabajadores de limpia es muy sencillo, ¡separar bien nuestros residuos! Piensalo un poco, si entregamos nuestros residuos reciclables separados se agiliza la entrega en los camiones recolectores, facilita la tarea del personal y evita que entren en contacto con los residuos, lo que reduce riesgos de salud de las y los trabajadores del sector de limpia.
Desde el 8 de julio del 2017 entró en vigor la norma de separación2 que nos dice que es responsabilidad del generador separar los residuos en 4 categorías: orgánicos, inorgánicos reciclables, inorgánicos no reciclables y de manejo especial por lo que es una obligación de todos y todas.
Durante la pandemia, realizar la 3a separación de forma correcta podría marcar la diferencia en la disminución de riesgo de contagio del personal de limpia. ¿Lo recuerdas?
“Sigue estos sencillos pasos para facilitar el manejo de estos residuos:
Así, los trabajadores de limpia podían saber que esos residuos debían ser manejados con precaución.
¿Te das cuenta? Separar no sólo ayuda a evitar contaminación ambiental, también tiene un impacto positivo en la salud de las y los trabajadores de limpia de nuestra ciudad. Reconozcamos su labor, ayudemos a cuidar de su salud, la del medio ambiente y de toda nuestra comunidad. Recuerda que ¡separar nos une! #HazTuParte
1 SEDEMA. Inventario de Residuos Sólidos de la Ciudad de México 2022.
2 Norma Ambiental NADF-024-AMBT 2013 sobre Separación, Clasificación, Recolección Selectiva y Almacenamiento de los Residuos del Distrito Federal.
¿Y si le bajamos
“Se compran: colchones, tambores, refrigeradores, estufas...”, enseguida los perros comienzan a ladrar y aullar sin control. La música de tu vecino está a todo volumen. En la vulcanizadora más cercana reina el sonido del talacheo. Volteas y escuchas el ratatatá de la motocicleta que en su paso deja un camino negro. Se estaciona un auto frente a tu casa mientras hace sonar su claxon como señal de que ha llegado.
La casa de enfrente es succionada por la aspiradora. La vecina le grita a sus hijas que se callen. “¡Hugo!”, grita un adolescente afuera del portón de tres casas a tu derecha. “¡Hugo!”, repite incansablemente mientras alarga el sonido de la ‘o’ y aguarda a que el sujeto en cuestión asome, por lo menos, su cabeza. A la par, la vecina de la esquina tiene cumbias como para que baile toda la colonia.
“¡Pelusa, cállate!”, “¡Pelusa, deja eso!, ¡no lo muerdas!”, le grita una señora a su perro mientras éste ladra incansablemente. “¡Uno cincuenta el litro de clarasol…!” se entremezcla con el “ding, ding, ding” de la campana de la basura y en la calle vecina suena el silbido de los camotes. Luego viene la canción de los helados, las sirenas de las patrullas o ambulancias, los rugidos de los coches al acelerar... los sonidos incesantes de la ciudad. Cae la noche y la corneta del pan sacia tu apetito. Carcachas surcan los topes y el silbato del velador hace guardia. Al amanecer siguiente, la rutina sonidera se repite. Y así es todos los días.
¿Qué sentiste al ir leyendo los párrafos anteriores? ¿Qué piensas de esta situación? ¿Tomaste en cuenta que esto sucede en muchos de los rincones de la Ciudad de México?
Cada año, el último miércoles del mes de abril, ante la necesidad de superar su aparente invisibilidad y reconocerlo como parte del ambiente, se conmemora el Día Internacional de la Conciencia Sobre el Problema del Ruido. Su propósito es promover el cuidado del ambiente acústico, la conservación de la audición y la conciencia sobre las molestias y daños que genera el ruido.
¿Sabías que el ruido es considerado un agente contaminante con efectos negativos en la salud humana y en el ambiente? Se ha demostrado que el ruido tiene efectos negativos en la audición, la salud y, por lo tanto, en la calidad de vida. Se le relaciona con cambios fisiológicos en el sueño, la presión arterial y la digestión. Incluso han vinculado al ruido con un impacto negativo en el desarrollo del feto.
Aún a niveles no peligrosos para nuestra audición, el ruido puede ocasionar un estado de tensión y de enojo, tal y como quizá sentiste al inicio de este texto.
Es verdad que no todos somos igual de ruidosos, pero lo es también que todos hacemos ruido. Por ello, como cualquier contaminante, el ruido debe regularse y controlarse con acciones individuales y colectivas.
Nuestra principal herramienta para no convertirnos en generadores de contaminación auditiva es ponernos en las orejas del otro: empatía y diálogo.
Así que trabajemos juntos, generemos cambios y bajémosle tres rayitas, por el bien de todas y todos.
Imagina que un día sales a caminar y los colores que predominan en escena se reducen a una escala de grises; el pavimento, los coches cenizos, el aire que respiras denso, entrecierras tus ojos para enfocar deseando ver matices distintos. Nada. Ni el verde brilloso de las hojas de los árboles o el resplandor del cielo azulado perciben tus pupilas.
En 1960 se vivieron estos días, en algunas ciudades de Estados Unidos, a causa de la contaminación, las personas no podían ver más allá de nubarrones grisáceos. Durante esa época las movilizaciones sociales estaban en su apogeo y en estos grupos también entraron los defensores ambientales; no obstante, las cuestiones ecológicas no pintaban (a nivel mundial) en las agendas de los políticos de aquel entonces.
Nueve años después comenzaron a converger distintos hechos: guerra de Vietnam, movimientos por la paz, descontentos sociales y medio ambiente. Por fin la sociedad. estadounidense organizaba foros para expresar su preocupación sobre lo que sucedía con la Tierra, los ríos, lagos y el aire.
Un año más tarde, estas protestas lograron la creación de la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos como esfuerzos para mejorar la calidad del aire y del agua, ¿cuáles fueron las causas principales? El gas emitido por el uso constante de los coches y el funcionamiento irresponsable e ineficiente de las industrias.
Así como los hechos anteriores, la historia está llena de acciones colectivas que han marcado grandes cambios. Desde entonces, los esfuerzos por conservar al medio ambiente han ido ganando más campo: agendas, cumbres, foros, charlas, campañas. Así sucedió hasta lograr que la Asamblea General de las Naciones Unidas designara el 22 de abril como el Día Internacional de la Tierra en 2009.
¿Recuerdas cómo empezó esta nota? ¿No te pareció un escenario familiar? ¿Has visto la capa gris que se come al cielo? ¿No crees que la historia se repite con la contaminación de aguas, extinción progresiva de especies animales y vegetales o con el cambio drástico del clima?
No es necesario que lleguemos al día gris, podemos detenernos y modificar actitudes que beneficien a la madre Tierra: apliquemos las “3R” (reducir, reusar y reutilizar), no usemos bolsas de plástico, reduzcamos el uso de nuestros coches o tratemos de hacer más efectivos nuestros viajes (si alguien va hacia donde nosotros, démosle ride), no contaminemos suelos ni aguas, recojamos la basura que se tropieza con nuestros pies, creemos jardines polinizadores, reduzcamos la contaminación sonora. Seamos la generación verde que el planeta necesita.
Fuentes consultadas:
(2019) Día Internacional de la Madre Tierra: 22 de abril, consultado en Organización de las
Naciones Unidas (ONU) en línea: www.un.org/es/observances/earth-day
Redacción. Datos del día de la Tierra: ¿Por qué se celebra? ¿Dónde empezó?, sección
“Medio Ambiente”, consultado en National Geographic en línea:
www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/datos-del-dia-de-la-tierra-por-que-se-
celebra-donde-empezo
El miedo ante el COVID-19 llevó a que las personas corrieran a consumir cubrebocas al por mayor. Esta acción tuvo varios efectos perjudiciales.
El primero fue causar desabasto de este artículo en toda la ciudad limitando la posibilidad de adquirirlo a las personas con síntomas de enfermedad respiratoria como tos, estornudos o dificultad para respirar; a personas que brindan atención a quienes presentan dichos síntomas; y a trabajadores de la salud cuando tratan a un individuo1.
Otro efecto lamentable es la contaminación ambiental generada por desecharlos irresponsablemente.
Al entrar en contacto con fluidos corporales como saliva y mucosa nasal, los cubrebocas pierden por completo la posibilidad de reciclarse y se convierten en “residuos sanitarios”.
¿Dónde terminarán los cubrebocas desechables usados en la temporada COVID-19? La respuesta es fácil. Si los entregamos al servicio de limpia de la Ciudad de México, llegarán a los rellenos sanitarios a los que se destinan diariamente los residuos que se generan en la ciudad. Si por otro lado no los depositamos adecuadamente, podrán llegar a terrenos baldíos, barrancas, ríos, drenajes y hasta los océanos junto a otros residuos plásticos.
En últimos días, habitantes de las Islas de Soko, ubicada al sureste de Hong Kong, denunciaron un incremento en el desecho de cubrebocas usados en las playas, muy probablemente utilizadas en aquel país por el incremento de casos de coronavirus y el uso desmedido de ellos2.
En nuestra ciudad, los tapabocas desechables hechos de plástico se suman a las más de 13 mil toneladas de residuos que se generan diariamente en la ciudad3 y permanecerán en el ambiente por varios años, pues están hechos con fibras sintéticas resistentes que no se degradan fácilmente y generan contaminación.
Cuidar nuestra salud es prioritario y por ello te decimos que tu mejor acción para proteger tu salud, la de tu familia y la del medio ambiente es mantener la sana distancia y quedarte en casa.
Sin embargo, si aún así decides usar cubrebocas, úsalos y deséchalos de forma responsable. ¿Cómo es esto? Depositalos en la bolsa de residuos sanitarios y antes de entregarla al trabajador de limpia, rocíala por fuera con una solución clorada (10 ml de cloro por un litro de agua). Infórmate constantemente sobre las características y condiciones más adecuadas para su uso.
En situaciones de menor riesgo, cuando no tienes síntomas y no estarás cerca de una persona infectada, utiliza los de tela lavable para poder reutilizarlos. Recuerda que el coronavirus se desactiva al contacto con el jabón, así que lavar es seguro. Prefiere productos de menor impacto ambiental. Cuidar nuestro medio ambiente también es cuidar nuestra salud.
1 ¿Cuándo y cómo usar cubrebocas? OMS. Consulta: 1 de abril, 2020. www.who.int/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/
advice-for-public/when-and-how-to-use-masks?_ga=2.177436710.2037522383.1585760097-319806854.1584984677
2 Tips para hacer tus compras durante la cuarentena por coronavirus. Consulta: 1 de abril, 2020. www.greenpeace.org/mexico/blog/
4285/5-tips-para-hacer-tus-compras-durante-la-cuarentena-por-coronavirus/
3 Inventario de Residuos Sólidos de la Ciudad de México. 2018. Consulta: 1 de abril, 2020. www.sedema.cdmx.gob.mx/storage/
app/media/IRS-2018-VF-09-09-2019.pdf