Los hongos silvestres establecen asociaciones mutualistas llamadas micorrizas, con cerca del 95% de la vegetación de los ecosistemas conformando así una interacción que beneficia a ambas partes: los hongos reciben carbohidratos de la planta y la planta, a cambio,Los hongos silvestres forman parte de los organismos que habitan ecosistemas como bosques, barrancas y jardines en general, cumplen con una importante actividad ambiental y son clave en su funcionamiento al degradar materia orgánica. La temporada de lluvias en la Ciudad de México, además de agua y tardes nubladas también nos regala plantas,  quelites, áreas verdes y muchos hongos… sí, leíste bien, también crecen hongos en nuestra ciudad. ¿Quieres conocer más acerca del reino de los hongos chilangos?

 

Las lluvias caen en nuestra ciudad de junio a noviembre (CONAGUA 2024). Nos brindan servicios ambientales como la regulación de la temperatura, la mejora en la calidad del aire, la recarga de los cuerpos de agua que abastecen a nuestra ciudad y por supuesto, el florecimiento y revegetación de jardines, bosques, parques y áreas verdes. Esta temporada es notorio ver como el color verde se intensifica, se incrementa la densidad de plantas silvestres y, aunque no lo creas, también aparecen una gran variedad de hongos. 

 

Aunque crecen en la tierra, los hongos no son plantas sino integrantes del Reino Fungi; los hay microscópicos, imperceptibles a la mirada, y también aquellos que sí podemos ver a simple vista o macromicetos. Su forma es muy bien conocida, seguramente recuerdas algunos con forma de champiñón, casa de pitufo o en forma de lámina, como las setas; aunque en realidad sus formas y texturas son muy diversas: algunos son similares a una esponja, bombón, los hay translúcidos como el cristal o viscosos como una gelatina.  

 

Los hongos son muy importantes para los ecosistemas. Son un eslabón necesario para cerrar y reiniciar los ciclos de vida terrestre porque son los principales degradadores de materia orgánica (animales muertos, hojarasca, ramas, troncos, etc.), un fenómeno esencial que motiva el ciclo de nutrientes en el suelo, permitiendo que pueda existir los bosques y vegetación, así como los organismos que los habitan. 

 

En los suelos de conservación de la Ciudad de México, así como en sus bosques, jardines y parques, existen las condiciones climáticas que permiten el crecimiento natural de estos organismos, como en el Parque Nacional del Ajusco, los Dinamos, el Parque Ejidal Totolapan, Topilejo, Desierto de los Leones y también en bosques urbanos como Chapultepec, Tlalpan y San Juan de Aragón.  

 

Recibe nutrientes como nitrógeno y fósforo que el hongo obtiene del suelo (CONABIO, 2023)

 

Otro beneficio que ofrece la presencia de los hongos es que conforman una red subterránea que conecta los árboles a larga distancia permitiéndoles compartir nutrientes entre ellos y comunicarse a través del intercambio químico de información; por ejemplo, si un árbol se enferma éste puede advertirles a los demás árboles, con ayuda de los hongos, a fin de que puedan producir a tiempo algún tipo de defensa contra el patógeno en cuestión.

 

Los pueblos originarios poseen un gran conocimiento sobre los hongos y pueden identificar los comestibles, con propiedades medicinales y los tóxicos. Los hongos como alimento representan la cultura de estos pueblos que, desde la época prehispánica, eran consumidos como alimento. 

 

El Códice Florentino, escrito por Fray Bernardino de Sahagún, recopila datos de varios hongos comestibles de aquella época. Además, estos “frutos de la tierra” han sido símbolos poderosos de varios conceptos espirituales y culturales, y se han encontrado plasmados en diferentes figurillas de adoración a dioses mexicas, mayas, incas y zapotecas. Se les asocia simbólicamente con los conceptos de regeneración y renovación por su capacidad para crecer en lugares oscuros y descomponer la materia. 

 

No perdamos de vista que los hongos son otra forma de vida y su conservación está determinada por una combinación de la estructura del bosque y las condiciones ambientales. Son organismos altamente susceptibles a modificaciones de su hábitat, es por ello que la perturbación o fragmentación del bosque puede ocasionar tanto la disminución de sus poblaciones como la pérdida de especies. 

 

Necesitamos tomar conciencia de que un bosque no solo se compone de árboles, sino que son ecosistemas vivos con diversidad de hongos, plantas y animales que en conjunto mantienen el equilibrio natural de estos bosques, que nos brindan una inmensidad de servicios ambientales. 

 

Existen comunidades de parques y ejidos, dentro y fuera de la Ciudad de México, dónde los pobladores hacen recorridos guiados por sus bosques para que puedas apreciar las especies locales. También existen muchos libros y lecturas relacionados con este fantástico reino fungi. Maravíllate con la diversidad de formas, tamaños y especies de #hongoschilangos que trae la temporada de lluvias.



Bibliografía

 

  1. El Financiero: La temporada de lluvias en CDMX se acerca y la Conagua se prepara con este plan operativo. México. Consultado en: https://mvsnoticias.com/nacional/cdmx/2024/5/16/la-temporada-de-lluvias-en-cdmx-se-acerca-la-conagua-se-prepara-con-este-plan-operativo-639592.html

 

  1. Conabio: Los hongos no son sólo una cara bonita. Nota en Boletín Biodiversitas # 152, México. Consultado en: https://bioteca.biodiversidad.gob.mx/janium/Documentos/15246.pdf

2019. Montoya, Nava-Gutiérrez & Kong. La venta de hongos silvestres comestibles en Arqueología Mexicana, número especial 87. Consultando en:  

https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/la-venta-de-hongos-silvestres-comestibles

 

  1. Pérez Silva, E, Hongos de zonas urbanas: Ciudad de México y Estado de México.  Scientia fungorum, Instituto de Ecología AC. México. Consultado en: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2594-13212018000100057

 

  1. Lara-Vazquez, Romero Contreras y Burrola Aguila: Conocimiento tradicional sobre los hongos silvestres en la comunidad otomí de San Pedro Arriba; Temoya, Estado de México. en Agricultura, sociedad y desarrollo vol.10 no.3 Texcoco. Consultado en: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-54722013000300003

 

  1. Gastón Guzmán. El uso tradicional de los hongos: pasado y presente. Revista de Etnobiología No. 9, Veracruz, México.

 

1995. Reygadas, F. Zamora, M. & Cifuentes, R. Conocimiento sobre los hongos silvestres comestibles en las comunidades de Ajusco y Topilejo, D.F. Consultado en: https://www.scientiafungorum.org.mx/index.php/micologia/article/view/831 





Miércoles, 02 Octubre 2024 03:17

¿Realmente existe la fauna nociva?

 

¿En qué piensas cuando escuchas las palabras “fauna nociva”? Quizás lleguen a tu mente animales como las moscas, cucarachas o incluso las ratas, sin embargo, ¿sabes por qué se consideran “nocivos”? o ¿por qué se origina una relación conflictiva entre las personas y algunas especies de animales?

 

Popularmente, se le conoce como fauna nociva a todos aquellos organismos que conviven de manera conflictiva con los intereses del ser humano, resultando en problemáticas directas o indirectas para  nuestras actividades diarias, ya sea amenazando o poniendo en riesgo nuestra salud a causa de la transmisión de enfermedades o bien creciendo desmedidamente y sin control alguno, ocasionando sobrepoblación y daños a nuestros estilos de vida, aunque también pueden presentarse en zonas donde se practica la agricultura ocasionando pérdidas en las cosechas, lo que impacta directamente en nuestra economía y alimentación.

 

Este tipo de fauna ha surgido con la urbanización, la agricultura y, en general, con todo tipo de actividades humanas que alteran los espacios naturales, como son la deforestación, construcción de presas, las guerras, la sobrepoblación humana y la globalización, en general. Los animales más comunes que pueden clasificarse como fauna nociva son perros y gatos ferales, ratas y ratones, cucarachas, moscas, mosquitos, palomas domésticas, alacranes, hormigas, avispas, murciélagos, entre otros.

 

Sin embargo, en nuestra ciudad existe una diversidad de especies de animales silvestres que van desde los cacomixtles (Bassariscus astutus), tlacuaches (Didelphis virginiana), el pato mexicano (Anas diazi), ajolote de xochimilco (Ambystoma mexicanum) y el ajolote de montaña (Ambystoma altamirani), el teporingo (Romerolagus diazi), especies de aves migratorias como la calandria de flancos negros (Icterus abeillei), el colibrí pico ancho (Cynanthus latirostris), todos ellos también podrían causarnos daño, o nosotras/os a ellos, si tenemos algún tipo de contacto directo con ellos o sus desechos sin una protección adecuada.

 

¿Entonces toda la fauna es nociva? En términos estrictos no, ya que en la naturaleza no existe la nocividad. Sin embargo, como ya lo mencionamos, considerar a una especie como conflictiva en realidad tiene que ver con cómo nos relacionamos las personas con estas formas de vida, pues la existencia de virus, bacterias y agentes causales de enfermedades también es natural, lo que no es natural es que tengamos un contacto más directo con estas especies a causa de que sean desplazadas de sus hogares por la depredación y pérdida de su hábitat.

 

La fauna nociva, o en conflicto con el humano, se desarrolla principalmente gracias a nuestros hábitos, pues con nuestros desechos generamos las condiciones idóneas para que algunos animales se establezcan y se reproduzcan, pues muchos de ellos solo siguen hábitos o instintos carroñeros para alimentarse de los desperdicios que producimos las personas que, al final del día, atraen a dicha fauna y es ahí donde inicia el problema. 

 

Entonces esta fauna en conflicto con las personas, es el resultado de: 

  1. un mal manejo de  nuestros residuos, ya sea al no separarlos o no disponerlos de manera adecuada; 
  2. una tutela irresponsable de animales de compañía, pues al no recoger las heces de los animales de compañía ni brindarles una salud adecuada, ellos podrían ser los transmisores de enfermedades;
  3. alimentar a fauna silvestre, que favorece su reproducción y supervivencia. 

 

Cuando una población de fauna aumenta, también crece la posibilidad de contacto directo o indirecto, y los riesgos de contraer enfermedades se vuelven mayores, por ejemplo, se ha comprobado la existencia de al menos 53 diferentes agentes patógenos y vectores zoonóticos (transmisibles al ser humano) en las ratas y ratones de ciudad como son Toxoplasma gondii, Leptospira spp, Salmonella spp, y Yersinia pestis, esta última es la bacteria causante de la peste negra que ocasionó miles de muertes humanas en el siglo XIV.

 

El encharcamiento de agua genera las condiciones ideales para la reproducción del mosquito, que son vectores de enfermedades como la leishmaniasis, el dengue, el paludismo, la enfermedad de Chagas, la malaria o Lyme que en su conjunto han causado un gran número de defunciones a nivel mundial.     

 

Asimismo, la posesión ilegal de fauna silvestre pone en riesgo tanto el ecosistema de donde se extrae la especie, como la vida de quienes conviven con ella, pues generalmente no se tienen las condiciones de protección e higiene necesarias para prevenir el contagio de algún agente patógeno que viva naturalmente en el cuerpo del espécimen en cuestión.

 

Afortunadamente, la solución se encuentra en la prevención. En la medida en que nos volvamos más responsables de nuestros residuos, reduzcamos o eliminemos la deforestación, la captura de fauna silvestre y evitemos el desplazamiento de la fauna al respetar las áreas naturales y sus recursos, lograremos crear un impacto positivo hacia la naturaleza que nos rodea, pues lo que normalmente clasificamos como una “plaga o invasión de animales” no es más que una especie más en este mundo intentando obtener lo más básico y elemental en la vida: alimento, hogar y seguridad. 

 

Reflexiona, agradece y ayuda a la naturaleza a mantener el equilibrio para que todos los seres que habitamos este planeta gocemos de todo lo necesario para vivir bien y convivir sanamente.

 

Categoría: Contaminación

 

¿Recuerdas cuando las televisiones, consolas de sonido, licuadoras, hornos y en general cualquier aparato eléctrico o electrónico duraban décadas en nuestra casa? No, no es un cuento de abuelos, simplemente las cosas se fabricaban para que duraran mucho tiempo y en caso de una descompostura, existía la forma de repararla. Ahora ya no es así.

Vivimos con cierta sospecha o incertidumbre sobre el tiempo que realmente nos durará un electrónico. En cuanto comienzan las primeras fallas nos preguntamos ¿cuándo dejará de funcionar la computadora? o ¿cuántas caídas más soportará el teléfono celular?, ¿nos alcanzará la garantía que nos ofrece el fabricante?, ¿tendré que hacer el gasto para reemplazarlo? Estas preguntas sobre la vida útil de un objeto, desafortunadamente aplican para cientos de productos distintos, en general, para aparatos eléctricos y electrónicos, muebles, accesorios, ropa, lentes, zapatos, autos e incluso programas de cómputo.

Reparar es un concepto que se ha ido perdiendo poco a poco en nuestra vida cotidiana; los talleres de reparación resultan escasos y no se fomenta el rescatar o alargar la vida de nuestros bienes. Cuando algún aparato eléctrico o electrónico se descompone, nos parece natural y asumimos sustituirlo comprando uno nuevo, simplemente no consideramos repararlo porque suponemos que tendrá un alto costo, casi al mismo precio de algo nuevo o incluso en oferta lo compramos más barato. No obstante, vale la pena ponderar y recapacitar en el daño ambiental que evitamos cuando reparamos o reutilizamos, ya que para volver a producir un electrónico nuevo implica daño al ambiente por los contaminantes generados durante la extracción de materias primas, fabricación y distribución de "lo nuevo", cuestión que al reparar no es necesario. Debemos considerar que al convertir nuestro electrónico descompuesto en basura y desecharlo, implica también un manejo especial profesional para que pueda ser aprovechado de forma sostenible.

La obsolescencia programada es la estrategia que han utilizado los productores de muchos tipos de bienes de consumo, para que el tiempo de vida útil que los ocupamos sea corta y al descomponerse tengamos la necesidad de comprar uno nuevo y reemplazarlo; así ellos como fabricantes nunca dejan de vender. Esta es la lógica de una economía lineal dónde sólo interesa producir y extraer materias primas de forma interminable para producir bienes que terminarán, al cabo de poco tiempo, convirtiéndose en basura.

La basura electrónica también conocida RAEE (Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos) y en inglés como e-waste, se ha incrementado en la misma proporción que nuestro consumo y desecho de aparatos (González, M.Eugenia, 2012); es la respuesta de la sobreproducción tecnológica, al abaratamiento de aparatos y a la obsolescencia programada presente en los equipos que adquirimos.

De acuerdo con el Inventario de generación de residuos electrónicos en México a escala nacional, y estatal para Jalisco, Baja California y Ciudad de México, en el año 2016 se generaron alrededor de 4.2 millones de toneladas de residuos eléctricos y electrónicos en América Latina y El Caribe. En ese año, México generó un total de 998 mil toneladas de estos residuos, posicionándose como el segundo país en la región con mayor generación de e-waste (Semarnat, 2017). En la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), conforme al “Diagnóstico de la Generación de Residuos Electrónicos en la ZMVM” (INE, 2010), la cantidad de desechos electrónicos oscila entre las 70 mil y 90 mil toneladas, de acuerdo con lo proyectado en el total nacional.

Cuando los RAEE no se desechan de manera adecuada, sus destinos suelen ser coladeras, ríos o rellenos improvisados en áreas verdes como barrancas. En ocasiones también, son desensamblados y sometidos al fuego con procedimientos nada sustentables, para extraer y vender los metales u otros materiales con valor en el mercado. Por supuesto, esto genera altos niveles de contaminación que se dispersan a través de partículas diminutas en agua, suelos e incluso aire; así como afectaciones en la salud de los seres vivos (Baldé, Wang, Kuehr y Huisman, 2015). Recordemos que los aparatos eléctricos y electrónicos están compuestos de cientos de sustancias como metales pesados, plásticos con resinas retardantes al calor y sustancias que en incineraciones improvisadas desprenden contaminantes orgánicos persistentes (cop) que son compuestos altamente tóxicos al ambiente.

Reciclar los residuos electrónicos en programas como el Reciclatrón y/o empresas autorizadas, son buenas opciones para evitar este tipo de contaminación y recuperar parte de los materiales valorizables que los componen, sin embargo, es necesario que existan cambios más profundos en nuestro modelo económico para facilitarle al consumidor la reparación, al mismo tiempo que se transita a ejercer hábitos distintos y más responsables de consumo; porque así podemos sumarnos a la mitigación de la emergencia climática que vivimos de manera global.

En países como Francia y España, comienzan a cambiar las cosas, recientemente cada aparato eléctrico o electrónico que sale a la venta tiene una etiqueta en su envoltura que indica qué tan reparable es en escala del uno al diez, así el consumidor puede elegir entre opciones que son altamente reparables y cuyas refacciones estarían disponibles en caso de requerirse; o por el lado opuesto, artículos que no son reparables y que quizá pronto se conviertan en un residuo. Acercar información al consumidor para hacerlo más consciente sobre sus opciones y un consumo más sostenible (La Moncloa, 2021) es un gran ejemplo de responsabilidad extendida.

En México, cada vez toma más fuerza la necesidad de impulsar una economía circular en donde los valores de rechazar, reparar, reusar están presentes. La economía circular se basa en tres principios: (1) Eliminar los residuos y la contaminación, (2) Circular los productos y materiales, (3) Regenerar la naturaleza. Considera para ello, la transición hacia el uso de energías y materiales renovables (Fundación Ellen Macarthur, 2022).

En este año, el Congreso de la Ciudad de México aprobó la Ley de Economía Circular, su objetivo es propiciar una transición hacía un sistema circular y sustentable, incentivar y promover hábitos de producción y consumo responsable a través del reúso, restauración, remanufactura y reciclaje (SEDEMA, 2023); adicionalmente, la Norma ambiental para la Ciudad de México sobre residuos eléctricos y electrónicos: NADF-019-AMBT-2018 en vigencia desde 2020, establece la obligación para que las empresas cierren el ciclo de la producción responsabilizándose del manejo de los residuos y de su incorporación al ciclo de la producción.

Tú como ciudadana/o puedes comenzar reflexionando tus hábitos de consumo e informarte para realizar acciones más conscientes. Asiste al Reciclatrón para disponer adecuadamente de los residuos eléctricos o electrónicos. También puedes acercarte a la Red planteles educativos del Programa Pilares, con su oferta educativa del taller de electrónica, generas un oficio y habilidades muy importantes para ayudar al medio ambiente al aprender a reparar aparatos electrónicos. Otra opción es  que cuando ocurra una Jornada Ambiental cerca de tu localidad, no dudes en acudir al Reparatrón,  que la SEDEMA, PROSOC y organizaciones civiles organizan en Unidades Habitacionales y te ofrecen la posibilidad de reparar tus aparatos eléctricos y electrónicos descompuestos. ¡Entérate de la próxima por nuestras redes sociales! ¡Participa!

 

Bibliografía consultada:

La Moncloa, (2021). Consumo etiquetará los productos eléctricos y electrónicos en función de su reparabilidad. Gobierno de España. Consultado el 12 de junio de 2023 en: https://www.lamoncloa.gob.es/serviciosdeprensa/notasprensa/consumo/Paginas/2021/150321-etiqueta_reparabilidad.aspx

Fundación Ellen Macarthur. (S/F). Introducción a la economía circular. Consultado el 12 de junio de 2023 en:  https://ellenmacarthurfoundation.org/es/temas/presentacion-economia-circular/vision-general

SEDEMA - CMDX, (2023). Transición a la Economía Circular. Consultado el 11 de junio de 2023 en: http://www.sadsma.cdmx.gob.mx:9000/circular/#:~:text=Qu%C3%A9%20es%20la%20econom%C3%ADa%20circular&text=La%20econom%C3%ADa%20circular%20es%20una,y%20valor%20en%20todo%20momento.

SEDEMA- CDMX, (2020). Publica Sedema Norma Ambiental sobre residuos eléctricos y electrónicos. Consultado el 12 de junio de 2023 en:

https://www.sedema.cdmx.gob.mx/comunicacion/nota/publica-sedema-norma-ambiental-sobre-residuos-electricos-y-electronicos

Pérez, J., Reding, J., Tass, B., Morales, E., Carbonell, R. (2018). La e-waste en México: otro problema para el medio ambiente del país. Revista Reci, Universidad Autónoma del Carmen. Recuperado en: https://www.reci.org.mx/index.php/reci/article/view/82/376

Instituto Nacional de Ecología (2007). Diagnóstico sobre la generación de residuos electrónicos en México. Instituto Politécnico Nacional, Centro Interdisciplinario de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo. México, D. F.

Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (2017). Inventario de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos en México. Escala nacional y estatal para Jalisco, Baja California, y Ciudad de México. Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, Proyecto #92723 “Manejo Ambientalmente Adecuado de Residuos con Contaminantes Orgánicos Persistentes” (Residuos COP). México

SECTEI - CDMX (2023) Oferta de cursos en línea de los Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES). Consultado el 11 de junio de 2023 en: https://pilares.cdmx.gob.mx/cultura-en-linea 

González, M. (2012). Guía municipal de gestión integral de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos. Recuperado de: https://19january2017snapshot.epa.gov/sites/production/files/documents/giraee-guia-municipal-e-residuos-2012-02-espanol.pdf

 

Miércoles, 11 Diciembre 2024 06:48

El costo ambiental de la moda rápida

 

"No hay belleza en la tela más fina si hace hambre e infelicidad"

Mahatma Gandhi



  • La fast fashion o moda rápida contribuye con el 10% de las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial, el principal gas de efecto invernadero que causa el calentamiento global y el cambio climático.

  • Tan solo en un año se usan 93 mil millones de metros cúbicos de agua en la producción textil.

  • De toda la ropa fabricada en un solo año en todo el mundo, el 73% termina incinerada o en basureros; traducción: mucha contaminación de tierra y aire2.


En las próximas fechas, qué ganas dan de estrenar una chamarra linda, un suéter, en general; ropa abrigadora, también unos zapatos para estar en casa, otros para salir a la calle, para el trabajo, otros para ir a la posada y todas las fiestas navideñas y de fin de año. A decir verdad, esto ocurre así cada invierno y cada primavera, porque no vamos a usar ropa abrigadora en primavera, mucho menos en verano, ah… y en otoño, también hay que cambiar de ropa. Pero también cada cumpleaños, cada festejo y bueno, siempre hay alguna razón  para comprar ropa, que si el descuento, que si ya cambió la tendencia de moda, pero este posible genuino deseo por comprar y comprar más y más ropa tiene un costo ambiental tremendo no evidente. Prepárate para conocer la realidad detrás de estar a la moda.

 

Hace 30 años la industria de la moda se desarrollaba alrededor de dos grandes temporadas: primavera-verano y otoño-invierno, hoy en día existen 50 micro-temporadas anuales. Por supuesto, mucha ropa no es adecuada para toda ocasión, las fibras de invierno suelen ser más cálidas que las del verano, pues la industria del vestido nos ofrece placer, comodidad y la libertad para toda ocasión; incluso nos da la oportunidad de expresarnos a través de nuestra vestimenta, pero si nuestra dinámica  de consumo en ropa consiste en lo rápido de usar y de tirar, el mensaje que expresamos no refleja para nada un compromiso ambiental. 

 

La industria textil ha conseguido fabricar moda a muy bajo costo con materiales baratos como el poliéster, el nylon y el algodón. Pero lo que implica un ahorro para su bolsillo en términos de inversión, significa un aumento en el costo ambiental de producir esa ropa, ya que el uso de este tipo de materiales ha convertido a la moda en la segunda industria más contaminante después de la industria energética, contribuyendo con el 10% de las emisiones a nivel global del principal gas de efecto invernadero que causa el calentamiento global y el cambio climático, el dióxido de carbono CO2, el equivalente a lo que libera la Unión Europea por sí sola.

 

Al año se emplean alrededor de 98 millones de toneladas de recursos no renovables en la industria del vestido. Lo más triste es que hay prendas que se usan a lo más 7 o 10 veces y después, ¡se tiran!, o sea que todos esos agujeros hechos a la naturaleza debido a la extracción de materiales para fabricar ropa, se cubren rápidamente con basura textil. Imagínate, de toda la ropa fabricada en un solo año en todo el mundo, el 73% termina incinerada o en basureros; traducción: mucha contaminación de tierra y aire. 

 

Ésto es solo la punta del iceberg, pues para cumplir con los plazos que la moda rápida o fast fashion ha impuesto, la producción de las prendas se realiza en países que tienen condiciones laborales precarias, donde no se respetan los derechos humanos de las y los trabajadores que suelen trabajar de 14 a 16 horas diarias,.

 

Por si no fuera suficiente, la industria textil es una gran fuente contaminante del elemento que sostiene la vida, el agua. Tan solo en un año se usan 93 mil millones de metros cúbicos de agua en la producción textil; por ejemplo, para una camiseta de algodón se ocupan 2500 litros de agua. Además, lavar la ropa desemboca en un aproximado de 500 mil toneladas de microplásticos al año en los océanos!, y vaya que con los microplásticos ya tenemos muchos problemas. 

 

Entonces, tener mucha ropa en el armario implicó miles de millones de recursos naturales y contaminación; comprar ropa con bastante frecuencia fomenta que se mantenga el mismo modelo de producción rápida de ropa (fast fashion) basado en la economía lineal de extraer, producir, usar poco tiempo y desechar, con toda la contaminación que eso conlleva; y además, lavar toda la ropa que tenemos aporta a uno de los mayores problemas de contaminación que hoy en día enfrenta el mundo, la contaminación por plásticos. Qué escenario tan abrumador, ¿no te parece?

 

En algunos países comenzaron a posicionar el concepto de la Moda Sostenible, en la que se toma en cuenta tanto los aspectos medioambientales como socioeconómicos de la fabricación, distribución, comercialización y uso de ropa, calzado y accesorios. Además, busca garantizar la perdurabilidad y atemporalidad de las prendas.

 

En cuanto a los derechos laborales, en la moda sostenible se promueve la mano de obra nacional y valores de igualdad e inclusión. Desde la perspectiva ambiental, el objetivo debe ser reducir al mínimo cualquier efecto indeseable del ciclo de vida del producto mediante: 

 

  1. el aseguramiento del uso eficiente y cuidadoso de los recursos como: agua, energía, tierra, suelo, biodiversidad, ecosistemas, etc.; 

  2. seleccionar fuentes de energía renovables como: eólica, solar, etc., en cada etapa, 

  3. y maximizar la reparación, remanufacturación, reutilización y reciclado del producto y sus componentes.

 

En Estados Unidos, se ha propuesto una ley que responsabilice a los fabricantes y minoristas de moda por los desechos que producen y aborda el coste social y ambiental causado por la industria de la moda. Esta propuesta fue nombrada Ley de la Moda (Fashion Act), y se presentó por legisladores del Estado de Nueva York5.

 

La firma española Ecoalf representa un ejemplo de moda sostenible que recicla los plásticos que diariamente se vierten a los océanos por la industria textil.

 

Otro ejemplo, de iniciativas que surgieron para enfrentar la contaminación por textiles ocurrió en Francia en el año 2020. Es el primer país en introducir una política que exige que todas las lavadoras domésticas nuevas tengan filtros para atrapar partículas microplásticas para 20255.

 

En Canadá, la organización Fashion Takes Action, sin fines de lucro, recomienda ampliar el modelo tradicional de las 3R y llevarlas hasta 7R: reducir, rentar, resignificar, reparar, reusar, revender y reciclar.

 

Por supuesto, hay acciones que como consumidores podemos emprender para combatir la problemática ambiental causada por la fast fashion. Aquí te dejamos algunas acciones que puedes implementar en tu vida:

  • Evita comprar marcas de ropa fast fashion.

  • Organiza con tu familia y amistades una especie de bazar en el que intercambien sus prendas.

  • Evita tirar ropa en buen estado.

  • Revisa tu armario y elige la ropa que ya no uses que pueda ser donada, ¡seguro todavía hay prendas que puedan servirle a alguien más!

  • Busca emprendimientos u organizaciones locales que recolectan ropa.

  • Adquiere prendas de segunda mano.

  • Extiende la vida útil de tus prendas ¿tienes un suéter que ya no usas porque se descosió? ¡Aprende a repararlo!  

  • Renueva las prendas

 

Deja de preocuparte por el suéter, la blusa, el pantalón o los zapatos de moda, mejor elige disminuir tu consumo para reducir al máximo el costo ambiental de estar a la moda.


 

Martes, 05 Diciembre 2023 09:00

Suelos y plaguicidas, una relación tóxica

En diciembre conmemoramos dos celebraciones que nos invitan a concientizar sobre la importancia de mantener la calidad de los suelos para la seguridad alimentaria, el buen estado de los ecosistemas y el bienestar de la humanidad1: el 3 celebramos el Día Mundial de No Uso de Plaguicidas y el 5 celebramos el Día Mundial del Suelo. Por eso, en el presente texto encontrarás información relevante para reflexionar sobre esos temas. 

 

¿Sabes qué hay debajo de tus pies? El suelo es mucho más importante de lo que te imaginas: en él viven muchos organismos; sobre él se construyen hogares y ciudades enteras; también ayuda a regular el ciclo del agua. Podemos decir que el suelo es el sostén de la vida porque provee de nutrientes tanto a animales como a plantas y humanos, pues en él se cultivan y cosechan nuestros alimentos. ¿Lo ves? El suelo es un sistema vivo, y como tal, también puede enfermar y entre los grandes enemigos de su salud están los plaguicidas.

 

La creciente demanda de alimentos en el mundo ha promovido el uso de plaguicidas, productos químicos, muchos de ellos tóxicos, utilizados para eliminar plagas o controlarlas. De este modo, el uso de estas sustancias incrementa la productividad de los cultivos, pero también contamina al suelo, al ambiente y afectan la salud humana. Aunque los plaguicidas más modernos poseen menos sustancias nocivas para la naturaleza, se siguen utilizando los más antiguos, y más dañinos, por ser menos costosos.

 

Sin importar el tipo de plaguicida que se aplique en los cultivos, generalmente se usan de manera indiscriminada y descontrolada, de tal forma que se acumulan en el suelo, volviéndolo tóxico, infértil y matando a los organismos que lo habitan y le dan vida. Las consecuencias de su uso no se quedan en el suelo, el daño se extiende hasta el agua e incluso el aire.

 

Cuando la concentración de estos químicos es elevada, el suelo no logra retenerla y la infiltra junto al agua hasta los mantos acuíferos, de donde, al menos en la Ciudad de México, obtenemos el 70% del agua que consumimos diariamente. En las mismas condiciones, el exceso de plaguicidas puede escurrir hasta los ríos y arroyos, y dispersarse por acción del aire, lo que facilita que las personas, animales y plantas silvestres entremos en contacto con las sustancias tóxicas de los plaguicidas, aumentando el riesgo de sufrir efectos adversos a nuestra salud. 

 

Entre los animales más afectados por los plaguicidas están las poblaciones de insectos terrestres, como los polinizadores, ¿has oído hablar de ellos? Estos animales son  importantísimos para la reproducción vegetal y la producción de alimentos; y aunque no todos ellos son insectos, podemos reconocer ejemplares como las abejas, mariposas y escarabajos, que juegan este papel, pero que enferman o incluso mueren, al ser expuestos a los plaguicidas. Dicho de otro modo, el uso de plaguicidas conlleva a la pérdida de biodiversidad y alteraciones en la dinámica de los ecosistemas.

 

Desafortunadamente, el ambiente es rociado cada año a nivel global con 4.6 millones de toneladas de plaguicidas químicos de forma ineficiente. Esto facilita la exposición de seres vivos con estas sustancias de manera constante y prolongada, provocando cerca de 385 millones de casos de envenenamiento involuntario, no mortal y aproximadamente 11,000 muertes en todo el mundo por causa de los plaguicidas.

 

Los países en desarrollo, incluido México, representan el 25% del uso mundial de plaguicidas en la agricultura y suman el 99% de las muertes derivadas de su uso3. También hay asociaciones significativas entre la exposición humana a plaguicidas y enfermedades como cánceres, afecciones neurológicas, inmunitarias y reproductivas2.

 

Para nuestra fortuna, podemos combatir esta problemática desde diferentes trincheras. A nivel de producción resulta útil transformar las prácticas agrícolas desde la política pública, en coordinación con los productores, para transitar hacia la agricultura sostenible y reducir el uso de plaguicidas2. Una forma de lograrlo es dar un manejo integrado de plagas al combinar variedades agrícolas resistentes a plagas con la rotación de cultivos y la introducción de depredadores naturales de las plagas más comunes3.

 

Como usuarios, podemos apoyar a través del consumo responsable, el cual consiste en llevar a cabo acciones como: reducir el desperdicio de alimentos, conocer su procedencia, preferir productos sin empaquetados, evitar la compra de los que se generan en masa, apoyar a los productores locales y comprar los alimentos que ofrecen, pues aunque su producción es menor, también es más segura y libre de plaguicidas.

 

Si bien es notorio que el uso de plaguicidas ha facilitado nuestro acceso a alimentos, debemos estar conscientes de que su uso nos daña a todos los seres vivos. Estar informados y tomar acción es nuestra responsabilidad para cuidar de la salud de todas las formas de vida que habitamos este bello planeta.

 

 

1 FAO. (fecha de consulta: 8 de septiembre, 2022). Día Mundial del suelo, 5 de diciembre. 2 ONU-Medio Ambiente. (2022). Efectos de plaguicidas y fertilizantes sobre el medio ambiente y la salud y formas de reducirlos. Por un mundo con productos químicos seguros. 3 FAO. (20 de junio, 2018). Los contaminantes agrícolas: una grave amenaza para el agua del planeta.

Viernes, 10 Noviembre 2023 20:47

¡Cuidado! Que no te consuma el consumismo

  • Cada habitante del planeta, como tú y yo, usamos en promedio más de 13 toneladas de materiales en un año1, a través de todos los productos que compramos y que nos prometen un sinfín de beneficios y aseguran que nos van a facilitar la vida de cualquier forma.
  • Desde el 2020, en la Ciudad de México se ha modificado la legislación en torno a uno de los materiales que más estragos ha causado a nivel mundial en el medio ambiente, por el exceso en su consumo y desecho y por su capacidad de contaminar: los plásticos desechables.

 

En la tele, en la radio, en la calle, en redes sociales e internet, por todos lados estamos siendo bombardeados una y otra vez por anuncios que nos seducen a comprar productos que prometen un sinfín de beneficios y aseguran que nos van a facilitar la vida de cualquier forma. Parece inevitable dejar de comprar todo aquello que nos ofrece comodidades y satisfacción, pero, ¿qué de todo lo que consumimos realmente necesitamos? ¿Qué tan sostenible es nuestra forma de consumir y de satisfacer nuestras necesidades?

 

Para la producción de todo  lo que usamos a diario: celulares, transporte, energía eléctrica, ropa, comida … ¡todo!, se requiere la extracción de los mal llamados “recursos naturales”. La población mundial actual consume 100 mil millones de toneladas de estos materiales en un año. Principalmente se extraen combustibles fósiles, metales, materiales de la construcción y árboles; todos ellos usados para la construcción de casas, edificios o ciudades como la nuestra. Además se utiliza una gran cantidad de agua y energía tanto en la extracción de materiales, como en la fabricación de todo tipo de bienes y servicios.

 

El resultado de nuestro consumo excesivo ya es visible, eventos meteorológicos extremos, hambrunas, extinción de especies y la amenaza de que desaparezcan ecosistemas como arrecifes de coral, selvas tropicales o ríos. La humanidad consume estos materiales más velozmente que lo que tarda la naturaleza en producirlos; se talan bosques más rápidamente de lo que vuelven a crecer, pesca en los océanos tan aceleradamente que a la vida marina le cuesta regenerarse, además de que emite más dióxido de carbono de lo que la biósfera puede absorber

 

La organización Circle Economy, ha estimado que cada habitante del planeta, como tú y yo, usamos en promedio más de 13 toneladas de materiales en un año1, a través de los bienes y servicios que adquirimos. Aunque el consumo siempre es mayor para los habitantes de países desarrollados, en contraste con los países en desarrollo, como México, entre todos estamos usando al año los recursos que a la Tierra le toma 1,5 años en producir.

 

De todos los materiales extraídos, sólo un tercio de ellos continúan en uso después de un año, sobre todo en construcciones y vehículos; otra tercera parte se convierte en contaminación, pues son tirados en el ambiente, como el plástico en vías fluviales y océanos o son emitidos en forma de gases de efecto invernadero1.

 

Al consumir lo innecesario estamos aportando a esta sobre explotación de materiales, consumir por consumir, por vivir cómodamente sin mirar de dónde viene todo aquello que usamos y desechamos. Para reducir el impacto deberíamos bajar drásticamente el uso de combustibles fósiles y sustituirlos por energías renovables, así como disminuir el consumo de agua.

 

Desde el 2020, en la Ciudad de México se ha modificado la legislación en torno a uno de los materiales que más estragos ha causado a nivel mundial en el medio ambiente, por el exceso en su consumo y desecho y por su capacidad de contaminar: los plásticos desechables. Por ello, en enero del 2020 se prohibió el uso de bolsas plásticas y en el 2021 se unieron a la prohibición vasos y sus tapas, platos, charolas, cubiertos, globos y sus varillas, aplicadores de tampones, bastoncillos para hisopos, mezcladores, popotes y cápsulas de café, todos ellos fabricados total o parcialmente de plástico, exceptuando los compostables y los que por su aplicación médica o de seguridad sean necesarios. 

 

Ahora, cada vez que salgas de compras pregúntate “¿realmente lo necesito?”. Da preferencia a los artículos cuya vida útil es más larga para que puedas sacarle provecho a tu inversión. Genera el cambio, deja de consumir lo que no necesitas, ¡piénsalo!, si lo hacemos todos, el deterioro ambiental y sus efectos disminuirían en gran medida. ¡Sé el cambio! No dejes que el consumismo te consuma.

 

World’s consumption of materials hits record 100bn tonnes a year. The Guardian Journal.

https://www.theguardian.com/environment/2020/jan/22/worlds-consumption-of-materials-hits-record-100bn-tonnes-a-year?CMP=Share_AndroidApp_WhatsApp

La humanidad agota hoy los recursos que la Tierra produce en todo un año

https://www.lavanguardia.com/natural/20170802/43270260867/humanidad-agota-recursos-un-ano-tierra.html

Tierra dura 18 meses en regenerar recursos que mundo gasta en un año. El Tiempo. https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-11806021

Cada que llegan las fiestas patrias, cabe reflexionar sobre qué clase de ciudad construimos día a día y los impactos ambientales que tienen nuestras acciones como la celebración de nuestra independencia nacional.

Arma tu noche mexicana, hazla ambientalmente responsable con comida, música y tradiciones llenas de color, sabor y cultura. Hay muchas maneras de expresar nuestra alegría y festejar con las personas que queremos, sin dañar al ambiente

Septiembre es un mes muy bello. Dejamos atrás el calor del verano y comenzamos a vestir a la Ciudad de México de los tres colores que caracterizan nuestra identidad, siendo esta tan diversa como la cantidad de mexicanas y mexicanos. Es momento de las fiestas patrias, de hacer relucir todo aquello que nos une: la comida, la música, los postres, bailes, ferias, festivales y un sinfín de tradiciones. Por supuesto las celebraciones vienen acompañadas de coloridos adornos y envoltorios, serpentinas, maquillaje, sombreros, globos, juguetes de plástico… pero ¿te has puesto a pensar cuántos de estos productos terminarán en la basura al día siguiente y qué consecuencias puede traer esto al medio ambiente?

En estas fechas vale la pena reflexionar sobre nuestra forma de celebrar a la patria, qué consecuencias ambientales tiene y qué dice de nosotros, pues a veces, en nuestro deseo de festejar, pasamos por alto aquellas acciones que perjudican al ambiente, como el uso de desechables. A pesar de que desde el 2021 está prohibido en la ciudad la venta, distribución y entrega de productos plásticos de un solo uso1, hay quienes continúan usando estos productos porque son económicos y les evitan la fatiga de lavar, sin embargo, la contaminación que producen no es barata para el planeta ni para nuestra salud, ya que la contaminación por plásticos ha llegado hasta nuestros estómagos2. Por eso, algo tan simple como usar tu vajilla puede disminuir éste problema. Y si no tienes otro remedio que usar desechables, asegúrate de que sean compostables

Para celebrar las fiestas patrias con plena alegría ambiental, aquí hay algunas  recomendaciones:

 

  • ¿Vas a comprar comida preparada?, lleva previamente tus contenedores, para evitar el uso de desechables.
  • Si tu plan es quedarte en casa con la familia, ¿qué tal cocinar entre todos y así comenzar con la convivencia desde los preparativos?
  • Para beber, ¿qué tal preparar aguas frescas de jamaica o de limón con chía en lugar de comprar bebidas embotelladas? En todo caso, opta por las bebidas retornables.
  • Si te sobra comida, un gran gesto sería compartirla con los que menos tienen.
  • Las pelucas, el maquillaje, las matracas y las cornetas sirven para el siguiente año, ¡no los tires! 
  • No compres productos excesivamente empacados y elige lo hecho en México. 
  • Usa papel picado como decoración: este producto artesanal es ya parte tradicional de las festividades de independencia, por lo que no es raro encontrar diseños con letras que dicen “¡Viva México!”. Eso sí, procura cuidar tus decoraciones para poder utilizarlas en más de una ocasión.
  • Prefiere las lámparas de papel: esta forma de decoración ilumina de manera colorida, por lo que ayuda a crear un ambiente alegre y artesanal. Además, puedes guardarlas y usar en muchas ocasiones distintas. 
  • Artesanías, alebrijes, figuras de barro: ¿Qué mejor momento para hacer un despliegue de las figurillas que coleccionan las familias que la celebración de la mexicanidad? No subestimes el impacto que los objetos pequeños pueden tener en un espacio. 
  • Tejidos típicos: manteles, caminos de mesas y tapices con tejidos de las comunidades originarias, le añaden color y variedad al espacio en el que estés. 
  • Juguetes o instrumentos musicales artesanales.

 

Además de esto, no hay que olvidar que la música, los bailes y la comida son los puntos centrales de las fiestas. Y mientras estás con tu familia o amistades celebrando, canta a todo pulmón canciones que les hagan sentir unidas/os. Hay muchas maneras de expresar nuestra alegría y festejar con las personas que queremos. Recuerda que tú tienes el poder de decidir. 

¡Que siga la fiesta! Arma tu noche mexicana, hazla ambientalmente responsable, sácale una foto y compártela en nuestra página de Facebook EducacionAmbientalCDMX ¡Viva México! ¡Viva la naturaleza! ¡Viva la ciudadanía responsable que cuida el ambiente de la ciudad!

 

 Congreso de la Ciudad de México. Ley de Residuos Sólidos del Distrito Federal. Fecha de consulta: 04 de septiembre de 2023.

WWF-España. Consumimos el equivalente a una tarjeta de crédito a la semana. Consultado 12 de agosto de 2023.

1

Miércoles, 04 Septiembre 2024 18:10

Ceguera vegetal: una epidemia silenciosa

 

  • ¿Recuerdas cuál fue el último animal que viste hoy? ¿cuál era su color, tamaño o forma? ¿podrías distinguirlo de otro animal? Ahora, intenta recordar la última planta que viste el día de hoy…
  • Si puedes recordar al animalito, pero no a la planta, padeces de ceguera verde o ceguera vegetal que, lamentablemente, la mayoría de las y los residentes de las grandes ciudades como Ciudad de México compartimos. 

Es curioso cómo pueden pasar los días sin que nos detengamos a apreciar qué hay a nuestro alrededor. Entre las prisas, preocupaciones y distracciones de la vida diaria dejamos de ver los elementos de nuestro entorno, damos por hecho que todo está en su lugar porque los edificios o las calles no se mueven y no cambian, si acaso notamos cuando las/os vecinas/os cambian el color de su casa, o cuando se inicia una nueva construcción en nuestro camino de diario, pero a menos de que se trate de un gran árbol, no notamos cuando una planta deja de estar donde estaba. 

La ceguera vegetal es un fenómeno que se conoce desde hace más de 20 años;  nombrado por el botánico James H. Wandersee y la  botánica Elisabeth Schuessler refiriéndose a: 1. la incapacidad de ver o notar las plantas en el entorno cotidiano; 2. la incapacidad de reconocer la importancia de las plantas en la biosfera y en los asuntos humanos; 3. la incapacidad de apreciar las características biológicas estéticas y únicas de las formas de vida que pertenecen al Reino Vegetal; y 4. la clasificación antropocéntrica equivocada de considerar a las plantas como inferiores a los animales y, por lo tanto, como indignas de consideración.

En palabras más simples, somos incapaces de ver y apreciar las plantas, lo que trae consigo desastrosas consecuencias y hacen más difícil su conservación. 

Paradójicamente, todas las plantas, por pequeñas que sean, juegan un papel imprescindible en los ecosistemas pues proveen un sinfín de beneficios para los seres vivos. Son parte fundamental de las redes tróficas (cadena alimenticia), evitan la erosión del suelo, brindan resguardo para muchos seres vivos, sirven de sitios de descanso para los polinizadores, son productoras de oxígeno, regulan la humedad del suelo y la temperatura de su entorno, y son parte importante de los ciclos de vida de muchos otros seres vivos, Además, se sabe que más de 28 mil especies de plantas son de importancia medicinal para la salud humana.

A pesar de ello, continuamos clasificando a muchas especies vegetales (sobre todo a las silvestres) como “malas hierbas” o “malezas” en el sentido de que son indeseables, pues muchas de ellas crecen oportunamente en calles, banquetas, jardines y muchos otros sitios en los que entra en conflicto con nuestro raro sentido de estética y nuestra falta de conocimiento sobre los beneficios ambientales que nos proveen. Debido a esto,  el destino de muchas especies es la poda y el uso de herbicidas tóxicos empleados con el objetivo de exterminarlas.

Ahora que hemos sido diagnosticados con ceguera vegetal, ¿cómo podemos curarnos de ella?

  • Conecta con la naturaleza. La próxima vez que salgas de casa, observa las plantas que se crucen en tu camino. Aprecia la diversidad de formas y tonalidades para que distingas la variedad de plantas que crecen en diferentes espacios.
  • Visita jardines botánicos y áreas verdes como el Parque Ecológico de Xochimilco, los Centros de Cultura Ambiental de la Ciudad de México y el Bosque de Chapultepec.
  • Actualmente existen muchas aplicaciones para nuestros celulares que nos ayudan, a través de las fotografías, a identificar las plantas que no conocemos. Por ejemplo: PlantNet, PictureThis, PlantSnap, entre muchas otras. Puedes descargar alguna para aprender a reconocer las plantas que están a tu alrededor.
  • Naturalista  es una plataforma en donde puedes aprender sobre las plantas y animales de México y del mundo, puedes registrar y compartir lo que observas en la naturaleza y puedes conocer a otros aficionados y profesionales. La información recabada tiene muchísimas aplicaciones en la conservación y manejo de especies, la identificación de especies en riesgo, como herramienta para el turismo de naturaleza, en la documentación de vectores de enfermedades, especies invasoras, entre muchas otras.

La falta de apreciación hacia el mundo vegetal nos está haciendo perdernos de la maravilla de la vida. Las plantas que se abren paso para nacer y crecer entre las grietas del asfalto son una muestra de resiliencia de la naturaleza. Destapemos nuestros ojos, tomemos tiempo de admirar las formas de vida que se expresan en nuestro entorno, respetemos y cuidemos de ellas.

Categoría: biodiversidad, salud y medio ambiente

Miércoles, 03 Julio 2024 18:09

¡Suéltate de la bolsa!

A tres años de la prohibición de las bolsas de plástico en la Ciudad de México, queremos hacer una reflexión acerca de lo fácil o difícil que pudo haber sido cumplir con esta medida para las y los habitantes de esta gran urbe.

 

¿Qué tanto te ha costado vivir sin bolsas de plástico? Los cambios no son fáciles, pero muchas veces nos hacen libres. Recuerda, por ejemplo, cuando aprendiste a andar en bicicleta. Para no caerte tenías que colocar dos rueditas a los costados de la llanta trasera, te daban soporte y, sobre todo, confianza. Esas rueditas te hicieron sentir cómoda (o) y segura (o), tanto que hasta olvidaste que estaban ahí. ¿Qué sentiste cuando te dijeron que tenías que quitarlas y te subiste a la bici por primera vez sin ellas?, ¿sentiste miedo, pensaste que caerías?, pero luego descubriste que sin ellas podías ir aún más rápido y que al final de cuentas no necesitabas más esas rueditas.

 

Lo mismo pasa con las bolsas de plástico. Nos ofrecen comodidades al momento de ir de compras para cargar y guardar muchas cosas. Sin embargo, no siempre han acompañado a la humanidad. La bolsa plástica de polietileno es un invento europeo de los años 501 que por su practicidad, portabilidad, bajo peso, costo y resistencia, se volvieron tan populares que a partir de los años 80 sustituyeron a las bolsas de tela, papel o canastos.

 

En esos años, las tiendas comerciales y mercados de todo el mundo distribuían bolsas plásticas de manera gratuita en cada compra. Esto terminó con el hábito de los clientes de cargar con su propia bolsa reutilizable para llevar su “mandado”, lo que trajo consigo la acumulación de incontables bolsas plásticas en los hogares, para finalmente acabar en la conocidísima “bolsa de bolsas”, ¿te suena familiar?

 

Si tienes la oportunidad, te invitamos a preguntarle a tus papás y abuelos con qué cargaban el mandado antes de que existieran las bolsas de plástico. Ellos, a diferencia de nosotros, crecieron sin tantas bolsas plásticas de un solo uso. Te aseguramos que las respuestas serán muy interesantes y podrás darte cuenta que realmente no las necesitamos. 

 

¿Qué opciones tenemos ahora para cargar nuestras compras? La mejor opción siempre es usar bolsas reutilizables como la colorida y famosa bolsa del mandado, tejida con plástico resistente y que seguro podemos heredar de nuestra abuela. La idea es que nuestra bolsa no se convierta en residuo una o dos veces después de que la usemos, sino que podamos usarla muchas ocasiones.

 

La Ley de Residuos Sólidos de nuestra ciudad menciona que los materiales permitidos para el transporte de alimentos son: vidrio, acero inoxidable, polipropileno, aluminio, polietileno de alta densidad, polietileno de tereftalato (PET) y las bolsas compostables con certificado. Otro tipo de recipientes o materiales para cargar y guardar nuestros productos comprados en el mercado, súper o en la tiendita de la esquina son la bolsa de tela, porta viandas, canastos y cucuruchos de papel.

 

La prohibición de las bolsas plásticas y otros plásticos de un sólo uso, ha sido una estrategia que la Ciudad de México para sumarse a combatir un problema mundial, la contaminación por plásticos, que tiene una serie de efectos dañinos en el ambiente, como la emisión de gases de efecto invernadero, incrementando así los efectos devastadores del cambio climático.

 

En nuestro país otros estados también han regulado el uso de la bolsa y de otros plásticos de un sólo uso: Sonora, Veracruz, Quintana Roo, Chihuahua, Baja California, Tamaulipas, Coahuila, Tlaxcala, Guerrero, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí e Hidalgo.

 

Retomemos las prácticas de nuestra/os abuela/os de llevar al super o al mandado las bolsas reutilizables en lugar de las de plástico o, incluso, llevar canastas. Observa la sabiduría de la naturaleza, que creó alimentos que ya traen su propia protección, la cáscara, por lo que no necesitan una cubierta extra al momento de transportarlos.

 

No te angusties si ya no puedes usar más bolsas, piensa que así como fue un reto andar en bici sin rueditas, al final te sentirás más libre sin tanta bolsa de plástico de un solo uso. ¡Suéltate de la bolsa! Con esta simple acción ayudas a las y los habitantes de nuestro planeta Tierra. #BasuraCero.

 

 

  1. ONU Medio Ambiente. La historia de la bolsa de plástico, desde su nacimiento hasta su prohibición.
  2. SEDEMA. Ley de Residuos Sólidos
  3. Revista PLOS ONE. Production of methane and ethylene from plastic in the environment.
  4. MILENIO. Los estados en los que están prohibidos los plásticos de un solo uso.

Dime qué comes y te diré qué tan sostenible eres

 

¿Te habías imaginado que tu forma de comer tiene un impacto en el ambiente? Prácticamente, todos nuestros hábitos repercuten en la naturaleza, incluso la manera en la que nos alimentamos, porque para disponer de todos los ingredientes necesarios en la preparación de una ensalada, un agua de frutas, de nuestro platillo o bebida favoritos, ocurrió antes un proceso de producción en el que se requirieron varios litros de agua, cantidades grandes de energía e implicó la emisión de gases contaminantes y de efecto invernadero ¿ya lo habías pensado?

 

Todo lo que consumimos deja, principalmente, dos huellas en el ambiente, ¿te imaginas cuáles podrían ser? Una es la huella de carbono, que es la cifra de emisiones de dióxido de carbono - el principal gas de efecto invernadero (gei) - asociadas a la elaboración, transportación, uso y desintegración de todos los productos de los que nos beneficiamos. Aunque no siempre se emite dióxido de carbono (CO2), todos los gases contaminantes expulsados, en alguna etapa de la vida de un producto, guardan una equivalencia con este gei, por lo que la huella se mide en CO2 equivalente. La otra que dejan los alimentos que consumimos es la huella hídrica, que es la cantidad de agua que se requiere para la producción de cada alimento, su transporte y en la asimilación de los contaminantes generados en estos procesos. A esta cantidad de agua se le conoce como agua virtual

 

¿Todos los alimentos tienen el mismo impacto ambiental? No. El tamaño de la huella hídrica y de CO2 que dejamos en la Tierra con nuestros hábitos alimenticios, dependen del tipo de alimentos que consumimos, la frecuencia de compra y el lugar donde los adquirimos. Por ejemplo, no es lo mismo desayunar a diario un vaso de leche de 200ml, para el que se requirieron 200 L de agua en su generación, que un vaso de jugo de naranja, para los que se necesitaron 170 L, ¡treinta litros hacen una gran diferencia! De hecho, el 70% del agua dulce disponible en el planeta se utiliza en la agricultura y la ganadería, por ello, un consumo responsable de alimentos también implica un consumo responsable del agua dulce mundial.

 

Además, entre más cerca se encuentre la fuente de producción de nuestros alimentos, menor distancia recorrerán para llegar a nuestra mesa, lo que implica menores emisiones de gei. Y si nuestro deseo es reducir al máximo esas emisiones, podríamos ir considerando tener nuestro propio huerto en casa. Acá te decimos cómo hacerlo. En ese sentido, conocer la procedencia de nuestros alimentos nos permitirá tomar mejores decisiones si deseamos adquirir el que implique una menor huella de carbono.

 

La sostenibilidad en nuestra alimentación no sólo se asocia con la huella de carbono ni la hídrica. También depende de sus procesos de producción y del uso de ingredientes propios de cada localidad, ya que mientras más se consideren los ciclos naturales de producción de alimentos y se evite el uso de agroquímicos o plaguicidas, podemos hablar de una agricultura realmente sostenible. 

 

Generalmente son los agricultores locales y pequeños productores los que llevan a cabo estas dinámicas de respeto a las temporadas naturales de crecimiento de frutas, verduras, hortalizas y otros alimentos: aprovechan los ciclos de lluvia para el riego y toman previsiones en temporadas de sequía; regulan la plagas con ingredientes naturales e incluso conocen del control biológico de plagas reconociendo el papel que desempeñan ciertas especies de fauna silvestre en este control. 

 

En nuestra ciudad, alcaldías como Álvaro Obregón, Milpa Alta, Cuajimalpa de Morelos, Tlalpan, Xochimilco, Magdalena Contreras y Tláhuac, producen una diversidad de artículos agrícolas como papa, brócoli, amaranto, maíz, frijol, entre otros. Así que en nuestra propia localidad podemos contar con una basta diversidad de ingredientes saludables para nuestro consumo. y la acción de consumir local ayuda a la conservación de estos ingredientes y apoya a la preservación del equilibrio de los ecosistemas en los que habitan esas especies. 

 

Una revista médica del Reino Unido recomienda tener una dieta personal de 2.500 kilocalorías diarias, basada principalmente en duplicar el consumo de frutas, hortalizas, legumbres y frutos secos, además de reducir a la mitad el de carne roja y azúcar, para hablar de una alimentación idealmente sostenible, donde se usen ingredientes específicos de cada cultura y localidad.


Ahora que vayas de compras, recuerda dar preferencia a los productos locales, compra en mercados públicos, mercados alternativos y sobre ruedas. Acercarte directamente con productores de la ciudad a través de la Caravana de productos rurales o participa en el Mercado de Trueque. Investiga la procedencia de lo que comes; hazte de hábitos alimenticios saludables y sostenibles.

 

Página 1 de 10
//codigo analitycs