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El Bosque de Chapultepec (Escrito por: Elisa Ramírez)

El cerro de Chapulín es el promontorio más elevado dentro del centro del Valle de México; sus laderas han sido lugar de defensa, sitio sagrado, observatorio y lugar de recreo para los habitantes de la ciudad desde antes de que ésta fuera tal. Los primeros rastros de actividad humana en Chapultepec se remontan a hace más de tres mil años; estos habitantes del Preclásico prefirieron el lugar por la pureza de sus agua y su variedad de especies animales. Antes de la llegada de los españoles, los manantiales de Chapultepec proveían de agua potable a Tenochtitlan; hubo un acueducto para llevar el agua al centro de la ciudad hasta que el venero se secó, a fines del siglo XIX; a orillas del manantial los Mexicas construyeron jardines, palacio y baños. Cuando Cortés pretendió apropiarse del lugar, el bosque fue donado a la ciudad a perpetuidad por Carlos V, en 1530. Aún nos pertenece a todos y nos corresponde su conservación.

El bosque de Chapultepec es fuente y pulmón, remanso en la enorme metrópoli y testigo de la historia de nuestra ciudad, también está unido a las fantasías, los recuerdos y de infancia de todos los capitalinos. Chapultepec fue amurallado desde tiempos virreinales y fue escenario de elegantes saraos. Sirvió de asiento a los poderes imperiales y republicanos. Aún hoy en los linderos de la primera sección se encuentran la Residencia Presidencial y sus Guardias. La zona fue escenario de la Batalla del Molino del Rey y del asalto al Colegio Militar, cruel recuerdo de la Intervención Norteamericana; desde entonces el colegio es antecedido por la H que se refiere a su Heroico desempeño. El Imperio de Carlota y Maximiliano dejaría de tener un tinte romántico si no pudiéramos asomarnos a sus jardines, aposento y salones de El Castillo, utilizado entonces como Palacio Imperial.

Hoy en día, sigue siendo uno de los lugares más visitado por citadinos y forasteros, pues atrae a muy diferentes públicos. La primera sección concentra importantes museos y centros de difusión cultural; es destino de los más humildes paseantes domingueros quienes visitan, sobre todo, el zoológico. Es lugar de recreación de niños y jóvenes, familias y ancianos. Aún es favorito de quienes se van de pinta, de enamorados, deportistas y solitarios que, entre ejes viales, buscan la sombra de los árboles para acompañar sus pasos robando una pausa a la vida agitada.

El diseño actual del bosque data de hace un siglo. José Yves Limatour, Ministro de Hacienda y encargado de la comisión para rehabilitar Chapultepec, era acusado de meterse hasta en qué comían los patos. El gusto porfirista deseaba emular los grandes bosques europeos —allí se realizaron grandes festividades, hubo un elegante restaurante, desfilaban calesa y carruajes, hubo secciones para pasear a caballo, quioscos, fuentes, avenidas, monumentos y escalinatas. Chapultepec heredó también una vieja forma de recreo popular, la romería, cuando se entubaron una gran parte de los canales y dejaron de ser destino campestre de los más humildes.

Actualmente, la entrada gratuita al bosque, el zoológico y los museos (en domingo) permite pasar un día agradable sin hacer más gasto que el de una torta, un refresco, un algodón de azúcar y un boleto de Metro. Si en un principio fue favorito de los citadinos por estar apartado de la ciudad, ahora lo es por estar en el corazón mismo de la ciudad.

Referente necesario en el recreo y la educación, el bosque ha sido visitado por cada uno de los habitantes de la ciudad alguna vez en su vida, por numerosos visitantes del interior del país y por muchos extranjeros. Seis millones de visitantes llegan a la primera sección cada año, quince a sus tres secciones. Caminar, montar bicicleta, trepar o remar, escuchar un concierto o mirar largamente un cuadro; aprender algo de historia o ver al cantante favorito es algo que se puede hacer aquí. La historia del esparcimiento citadino puede leerse en Chapultepec, con la misma claridad que su historia ambiental, cultural, política o recreativa.

Flora y fauna

Visible inmediatamente desde el aire cuando se llega en avión o desde los edificios altos de la zona, alguna vez Chapultepec fue un islote que sobresalía desde un enorme lago; es un importante punto de referencia por ser como única elevación importante dentro del Valle.

La primera sección del Bosque está cercada por rejas verdes que datan del porfiriato, pero traspasa estos límites: cruza Reforma y Molino del Rey. La superficie inicial donada en 1530, era mayor, incluyó parte de Tacubaya y San Miguel. La segunda y tercera sección se extienden hasta el panteón de Dolores, cruzan el Periférico y amplían su superficie: Chapultepec constituye casi la mitad de las áreas verdes del área metropolitana a pesar de que los manantiales ya no brotan. Visitamos Chapultepec como una joya natural pero se trata de un espacio artificial; el lago y el bosque fueron hechos por el hombre, planeados como parque público a través de la historia, pero a pesar de ser artificiales, la ciudad no podría sobrevivir sin ellos.

Los Ahuehuetes son la especie vegetal más famosa de Chapultepec. El Sargento o Centinela, apodado así por los cadetes del Colegio Militar, no está vivo; es un monumento vegetal que muestra la grandiosidad de estos árboles, considerados sagrados por los antiguos indígenas. Mide quince metros de alto, 40 de circunferencia y vivió 500 años (como el Árbol de la Noche Triste o el del Tule que tiene casi dos mil años). El Tlatoani, otro Ahuehuete, tiene más o menos 700 años y es el habitante más antiguo del Bosque.

Además de ahuehuetes —que ahora son mucho menos debido a una epidemia —en Chapultepec hay 42 especies vegetales más: fresnos y truenos —que son más de la mitad de todos los que crecen allí—, cedros, sequoias, álamos, palmeras, ailes, pinos, gingkos , sicomoro, liquidámbar. El Jardín Botánico —incluido ahora en el Jardín de la Tercera Edad, está cubierto con una estructura de fierro y vidrio y resguarda una colección de flores de ornato, suculentas, orquídeas y cactáceas. En el zoológico también hay una isla de cactáceas.

A pesar de ser el área verde más importante y grande dentro de la capital, no opera con su máxima eficacia; la reforestación, a lo largo de los años, ha sido caótica y hoy resulta demasiado densa. Plagas, muerte y competencia afectan la vida de casi todos los seres vivos de Chapultepec —en eso se parece a los habitantes de la ciudad.

El Plan Maestro ha clareado la Primera Sección del Bosque, para que su función como saneadora y oxigenadora del aire se cumpla con más eficiencia. Para ello se han retirado árboles y ramas muertos, se han eliminado los árboles más débiles y el bosque de ahora, aunque menos espeso, será más sano. El paso de luz y agua al suelo permitirá la propagación de otras plantas y flores, donde se criarán insectos benéficos que controlarán algunas plagas. Una tercera parte de los árboles, completamente sana, quedó sin tocarse, sólo se puso abono en el suelo bajo la copa. En todo el bosque se decompactó y aireó el suelo. También se realizó el saneamiento de lagos y fuentes. En estanques y lagos hay tres clases de peces: carpas, charales y mexalpiques, los dos últimos son endémicos. La oxigenación a través de una cascada y de fuentes flotantes y el desazolve del lago permitirán su reproducción.

Otra de las medidas propuestas es el control de plagas o de especies animales sobrepobladas. Estas medidas permitirán un equilibrio entre la flora y la fauna que beneficiarán a 51 especies de aves, mamíferos y peces. Palomas, patos, zanates que viven de los restos comestibles y los 175 metros cúbicos de basura que se producen cada semana; igual que ratas, ratones y ardillas serán reubicados o exterminados — son nocivos por su número y por su agresividad hacia otras especies; no se pretende eliminarlos del todo, sino reducirlos. Abundan sobre todo alrededor del Castillo y los lagos, donde hay más habitantes. Los patos serán reubicados. Se mandarán a albergues las docenas de perros abandonados por sus dueños, que deambulan en el Bosque, sobreviviendo también de la basura.

Recorrido general

Los buenos caminadores, quienes monten en bicicleta o quienes deseen tomar el metotren podrán hacer el siguiente recorrido sin salir de las rejas verdes —las primeras las puso el virrey Velasco, cuando pretendía que Chapultepec fuera coto de caza: traspasando la Puerta de los Leones o por la estación del Metro se llega al Monumento de los Niños Héroes. Este lugar, también llamado Altar de la Patria, se honra a los seis cadetes que perdieron la vida durante el asalto al Castillo del 13 de septiembre por las tropas de Estados Unidos. Las ofrendas de los diplomáticos y políticos en este Hemiciclo dan inicio a fiestas septembrinas. A la derecha se ha vuelto a abrir la entrada del Museo de Arte Moderno; a la izquierda sube la calzada que lleva hasta el Castillo. En el Museo de Sitio y Centro de Información que está tras las altas columnas que representan a cada uno de los jóvenes cadetes, se aborda el vehículo que hace el recorrido alrededor del Bosque.

Continuando por la Gran Avenida se llega a los lagos. A la derecha está la Casa del Lago y más adelante la entrada principal al Zoológico. Al lado izquierdo, entroncan y se pierden hacia el Paseo de los Compositores la Calzada de los Poetas y la de los Filósofos. Después de la última vemos a la izquierda la Fuente de las Ranas, que lanzan chorros de agua desde sus ocho bocas hacia el cisne del centro, posado sobre una tortuga. La fuente, hecha de cerámica sevillana es igual a la del jardín María Luisa, en España. La última calzada del poniente lleva hacia el Jardín de la Tercera Edad, al Pabellón Coreano y al Jardín Botánico. Allí se dobla para iniciar la vuelta al inicio de esta elipse, justamente en la Fuente de Netzahualcóyotl, rey de Texcoco del siglo XV. Detrás queda la salida hacia el Molino del Rey, donde antes hubo una fábrica de armas y de pólvora y donde se libró una batalla importante antes del asalto al Castillo. Desde allí, junto al Tótem, se cruza hacia el Auditorio Nacional y el Centro Cultural del Bosque. Nuestro recorrido continúa hacia el antiguo Rancho de la Hormiga, ocupada por Los Pinos. En parte sur de la Calzada del Cerro hay juegos infantiles sobre la colindancia con Constituyentes y, pasada la entrada del Mercado de las Flores, del cual sólo vemos por la parte de atrás, siguen los Baños de Moctezuma y la Casa de la Cultura Quinta Colorada, que ocupa lo que fue la Casa del Guardabosques. También del lado izquierdo y en la misma área están el Sargento, La
Fuente de la Templanza con sus escalinatas y balaustradas, El Obelisco a los Niños Héroes, el Monumento a las Águilas Caídas, la entrada a la cueva Cincalco y el Audiorama, explanada donde se realizan conciertos y se escucha constantemente música clásica grabada. En los muros se ven restos de los canales recolectores de agua y por fin se regresa a la terminal, donde se completa una vuelta completa al Bosque.

Caminatas

Proponemos algunas rutas a pie: la primera, bordeando por la Calzada el Cerro. Se sigue por lo que antes se llamó Calzada de la Milla, que es el camino interior más cercano a la ladera hasta llegar al Lago Menor, en su isleta se puede ver una reproducción de la Victoria de Samotracia —la original está en París— que según nuestros mayores era el vivo retrato de la juventud: "con alas y sin cabeza".

Se sigue por la Calzada de los Compositores, y se dobla por Calzada de los Poetas donde hay bustos de varios los escritores famosos hace un siglo o más: Acuña, Fernández de Lizardi, Gutiérrez Nájera, Ruiz de Alarcón, Sor Juana. Caminando hasta la Calzada, regresamos por la Calzada de los Filósofos hasta la Plaza de don Quijote, donde se ven esculturas de don Quijote y Sancho y escenas del libro en cerámica pintada.

Otra opción, mucho más tranquila, es entrar por el acceso de Parque Lira al Jardín de la Tercera y la réplica de un Pabellón Coreano del siglo VIII, allí se puede ver a los adultos mayores realizar alguna de sus actividades: danza, canto, gimnasia, talla y visitar alguna de las exposiciones temporales. En el Botánico cubierto Alfonso Herrera hay 130 especies, podemos ver cuáles orquídeas florean, asomarnos al estanque con peces, contemplar las esculturas. Esta parte del bosque es la preferida para fiestas infantiles y días de campo. La caminata hacia la fuente de Netzahualcóyotl es corta, y de allí se puede seguir a la Plaza del Quijote o bien continuar hasta la salida de Constituyentes, detrás de Los Pinos.

Otra posibilidad es entrar por la glorieta del Mercado de las Flores, visitar todo el complejo de atractivos cercanos al Sargento, explorar las fuentes, monumentos y los muros del cerro en busca de restos prehispánicos, escuchar música, asistir a alguna exposición o actividad en la Quinta Colorada —si hay niños, puede continuarse la excursión por "caminitos" hasta la Casa de los Espejos antes de salir por el Monumento a los Niños Héroes y el metro Chapultepec.

Curiosidades y recuerdos

Las rejas de Chapultepec son tal vez uno de los pocos objetos que han merecido una canción infantil, igual que el "osito panda, que aún no anda". Los leones que siempre guardaron la entrada de la Calzada del Emperador, hoy Reforma; durante muchos años estuvieron exactamente enfrente de la Diana Cazadora, que fue cambiada una glorieta más adelante y, a lo largo de su historia, ha estado vestida y desvestida. Cuando estaba frente a los leones y desnuda, uno de ellos la contemplaba ceñudo mientras que el otro, más pudoroso, escondía la vista.

En el espacio entre los leones y el Altar a la Patria, donde ahora está el Museo de Arte Moderno y que mucho antes ocupó el Restaurante Chapultepec, hubo un museo de la Flora y Fauna útiles, donde había enjambres de abejas y hormigueros con insectos vivos, que podían observarse a través de un cristal. También había pérgolas donde se hacían exhibiciones pictóricas y quioscos donde se daban funciones de títeres y se impartían talleres infantiles.

En un tiempo, el tramo entre estos museos y el lago estuvo completamente cubierto de hiedra rastrera y había calzadas y canales, con puentes hechos de troncos simulados de cemento iguales al mobiliario, que aún se conserva, del Parque México. Otra curiosidad —más lejos, es cierto, pues casi siempre se veía desde el camión o el coche— eran los aprendices de torero que, por Avenida Gandhi, entrenaban con chalanes que corrían con cuernos verdaderos sobre la cabeza y banderillas en la mano hacia los aficionados que, a temprana hora, practicaban con capotes colorados.

En el Jardín Botánico se alquilaban bicicletas, triciclos y curiosos carritos con forma de avioncitos cuyas hélices giraban al compás del pedaleo. También los había con techo y ruedas, tirados por chivos con campanas. Se podía subir en elevador hasta el Castillo: el largo túnel no olía bien y producía reacciones claustrofóbicas en algunos de nosotros. Parecía larguísimo. Había que penetrar al corazón de la montaña para subir a su cumbre.

En la Casa del Lago, cada domingo, además de jugar ajedrez en las mesas del enfrente de la entrada, en las escaleras había un curioso personaje: "el Papirolas", quien repartía una hoja de reuso y, por un peso, enseñaba a quien lo deseara a hacer palomitas, patos, ranas, rehiletes y otras figuras que nunca se podían repetir sin sus instrucciones o sus muy refinadas habilidades. Las tortas de milanesa, transparentes como una mica amarilla, del extremo del Lago Mayor. El túnel bajo la Calzada entre los lagos: la aglomeración, la oscuridad, tener la altura para alcanzar ya las barras, como escalera adosada al puente y poder impulsar la lancha, en la oscuridad, hacia el Lago Menor.

La Literatura: cuentos, crónica, novelas, están llenas de recuerdos de Chapultepec. José Emilio Pacheco, abre una puerta en el tiempo, justamente abajo del Castillo y para quienes gustan de estos relatos, las noches de los miércoles —que deben apartarse con antelación— pueden ser un deleite narrativo. Chapultepec infantil La Casa de los Espejos, sede de la Guardia Imperial de Maximiliano, consta de 16 espejos cóncavos y convexos. Parte de la diversión es adivinar cómo es el que está junto —ese desconocido que nos sorprenderá pues es bien distinto al que vemos junto a nosotros, gordo y sinuoso o largo y retorcido.

El Lago —que en realidad son dos— es artificial y fue construido durante el Porfiriato, cuando se rediseño por completo el Bosque. Durante las fiestas del Centenario, se hizo un desfile de regatas en el lago mayor y se construyó la Casa del Lago. En los embarcaderos se alquilan botes de diversas clases. La hondura promedio del lago es de un poco más de un metro. Los jóvenes de la secundaria solían irse de pinta a remar; de allí el chapoteo, las guerras de agua, los más jóvenes mojándose. Los que son algo mayores llevan a la novia y así vemos a los muchachos presumiendo sus habilidades y fuerza ante la presunta.

El mayor peligro del lago es el agua contaminada. Las aguas son verdes, por exceso de algas y falta de oxígeno. En un principio, el lago se alimentaba con agua de los manantiales, luego se le inyectaba de una planta de tratamiento de aguas. El rápido calentamiento, debido a su escasa hondura hace necesario un sistema de reciclaje y airiación. El Plan Maestro, tras el dragado, pretende hacer de los lagos depósitos para aguas de riego, con extracción e inyección constante de agua. La oxigenación y el tratamiento mediante filtros permitirá aguas más limpias. Para airear el agua se hará una cascada junto a la isleta mayor y habrá fuentes flotantes. Al desazolvar el lago, se encontraron toda clase de objetos: teléfonos celulares, walkman, anteojos, muñecos, envases de vidrio, plumas, amuletos para enamorar, botellas de plástico usadas para sacar peces, credenciales. Y grandes cantidades de plástico, que no es degradable. Tal vez irse a remar y de pinta al Lago es una declaración de independencia, pues es algo que los niños sólo pueden hacer con sus padres.

El Zoológico es el lugar más visitado de Chapultepec, más de la mitad de los visitantes llegan a ver a los animales. El trenecito del zoológico era una delicia y una aventura —los animales se veían desde otro ángulo. La antigua estación siempre estaba oculta tras una cola y multitudes de padres ante la taquilla. En 1994 se remodeló completamente el zoológico; la antigua estación es ahora una tienda, museo de la historia del zoológico y un centro actividades y talleres infantiles. El Zoológico Alfonso Luis Herrera cuenta con 16 000 animales de 270 especies, repartidos en cuatro espacios, según su hábitat: bosque tropical, bosque templado, desierto y pradera, sabana. Más de la tercera parte de los animales son endémicos: es decir, originarios de nuestro país.

Hay un aviario, un herpetario y un acuario. En las entradas del zoológico hay mapas para visitar a los animales favoritos aunque, claro los visitantes quieren verlos a todos. El que cuenta con suerte verá comer a las jirafas, nadar a los osos polares y las focas, balancearse a los monos y rodar a los panda. No les grites, no les arrojes objetos, no los molestes. Cada cual tiene sus animales favoritos, pero los más famosos son los Panda, porque en nuestro país era el único lugar donde se reproducen en cautiverio y así pueden ir a otros zoológicos, ya que son especie en extinción. En el zoológico han nacido ocho crías, cinco de ellas viven; recientemente el Panda de Madrid tuvo una cría viva. El romance y las vistas de pandas de otros zoológicos, o los viajes de las hembras a otros países son siempre una noticia. Chapultepec y los espectáculos

Atravesando Molino del Rey, pero aún como parte de Chapultepec, el Auditorio Nacional es uno de los mayores centros para espectáculos de la ciudad, pues puede dar cabida a casi diez mil espectadores. Sus usos y readaptaciones han sido múltiples. Su actual remodelación y aspecto se deben a los arquitectos Abraham Zabludovsky y Teodoro González de León. En la parte exterior puede verse la escultura La Luna de Juan Soriano, en el interior se encuentra un enorme tapiz, Sandías, hecho a partir de un diseño de Rufino Tamayo, y un mural, Escenario 750, de Vicente Rojo. Este lugar tiene actualmente los sistemas de luz, sonido más sofisticados y modernos. Artistas populares y clásicos se han presentado aquí, hace más de cincuenta años.

La Unidad Artística del Bosque está dedicada a la danza y el teatro. Lo forman el Teatro de la Danza, la Escuela Nacional de Danza, y los teatros Orientación, Granero, que es circular; El Galeón, dedicado originalmente al teatro experimental; el Julio Castillo y la pequeña Sala Xavier Villaurrutia con capacidad solamente para 125 espectadores. En el mismo conjunto se encuentra la Dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes.

En la Casa del Lago Maestro Juan José Arreola funciona uno de los más antiguos cine clubes, en la Sala Lumière; además se imparten allí, talleres, conferencias, funciones de teatro y conciertos. La Casa depende de la Coordinación de Difusión de la UNAM, originalmente fue construida como sede del Automóvil Club y luego estuvo allí el Instituto de Biología. A partir de 1959 funcionó como el primer centro de difusión fuera de Ciudad Universitaria. En los jardines hay mesas de ajedrez, y se reúnen los aficionados a la filatelia. Juan José Arreola, comenzó allí su proyecto Poesía en Voz Alta. Se organizan en la casa coloquios, conferencias y talleres, así como exposiciones temporales. Para los melómanos, hay conciertos en el Alcázar y en el Audiorama, la música clásica grabada es permanente. El Lago de los Cisnes con música de Tchaikovski, en la isleta del Lago Menor es uno de los mayores aciertos de la coreografía mexicana: parece representarse en su escenario natural. Patos, caballos, lanchas, y entorno son parte del espectáculo que la Compañía Nacional de Danza presenta hace 25 años.

Un nuevo recorrido nocturno en mototren, a cargo de uno de los antiguos velador es de Chapultepec, llena de leyendas y anécdotas esta insólita modalidad de visita al Bosque. Talleres, cursos y actividades permanentes son parte de la tarea de la Casa de la Quinta Colorada y todos los Museos. Para los amantes de la lectura, hay bibliotecas en todos los museos y recintos; asimismo, hay coloquios, inauguraciones, conferencias y talleres en casi todas las instalaciones del bosque.

Chapultepec visual

La riqueza de las artes visuales de Chapultepec se concentra en sus Museos, ciertamente, pero no se limita a estos recintos, que se deben visitar constantemente para tener una visión de lo que ha ocurrido en la producción artística de los últimos cien años en este país: escultura, arquitectura, diseño de paisaje, pueden verse dentro y fuera de los museos —donde además la pintura, las artes gráficas, la fotografía y las manifestaciones más modernas de los artistas contemporáneos se disfrutan a través de las colecciones permanentes y de las exposiciones temporales: colores, texturas, volúmenes y nuevas propuestas abundan junto a la riqueza natural, popular y humana del Bosque.

El Museo de arte Moderno cuenta con una colección permanente, que incluye a los tres grandes maestros de la Escuela Mexicana: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. También tienen obra de Frida Khalo, Doctor Atl, Rufino Tamayo, Leonora Carrington, Gunther Gerszo y muchos más. Abarca hasta la llamada Generación de la Ruptura. Para ver la pintura y artes plásticas posteriores a la década de los sesenta, hay que ir enfrente, al Museo Tamayo. La pintura anterior a este periodo se encuentra en el Museo Nacional de las Artes. Además de las dos salas con la colección permanente, hay otra de fotografía y un espacio para exposiciones temporales. El Jardín escultórico muestra obras tridimensionales de nuestros más prominentes artistas. El museo cuenta con una fototeca, colección de gráfica, áreas de investigación, biblioteca y librería y tienda de reproducciones.

El Museo de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo fue donado al pueblo de México por Rufino y Olga Tamayo. Se puede llegar por la calle de Gandhi, o desde el de Plaza de los Voladores de Papantla, donde hay una nueva ruta con por isletas de agapandos y un gran espejo de agua. Además de ochocientas pinturas, grabado, escultura, gráfica de artistas nacionales e internacionales, la colección permanente cuenta con obra de Tamayo y un centro de investigación abocada al estudio de este artista. Este Museo se aboca a las tendencias artísticas a partir de los sesenta y setenta y hasta nuestros días. Las exposiciones temporales permiten acercarse a los jóvenes a las más recientes producciones de arte conceptual y nuevas manifestaciones multimedia del arte actual.

En las rejas del Paseo de la Reforma, desde el zoológico hasta el Museo de Arte Moderno, pueden verse exposiciones de fotografías o arte a la intemperie; sobre los camellones hay esculturas. Hay muchos murales en Chapultepec: en el Castillo pueden verse obras de Eduardo Solares, José Clemente Orozco, Antonio González Orozco, Angel Bolívar ,Jorge González Camarena, Siqueiros y Juan O'Gorman. En el de Antropología hay murales de Rufino Tamayo, Matías Goeritz, Carlos Mérida, Luis Covarrubias y otros. En el caracol hay murales de Siqueiros y O'Gorman. Las Galerías de la Casa del Lago y de la Quinta Colorada tienen casi siempre alguna exposición temporal. La escultura tiene un nuevo e importante espacio en Jardín Botánico.

La arquitectura de diversas épocas se disfruta en el fuentes, monumentos y construcciones. El Monumento a los Niños Héroes de la entrada, del escultor Ernesto Tamariz y el arquitecto Enrique Aragón; Pedro Ramírez Vázquez, es el arquitecto que diseñó el Museo de Arte Moderno, el de Antropología y El Caracol; Luis Ortíz Monasterio es autor de la fuente Netzahalcóyotl; Teodoro González de León y Abraham Zabludowsky —Premio Nacional de las Artes de 1981 — son los autores del Museo Tamayo y de la más reciente versión del Auditorio Nacional.

Chapultepec Prehispánico

La restauración del Castillo ha permitido una importante investigación arqueológica en el Cerro del Chapulín. En la ladera sur del cerro se encontraron restos humanos e instrumentos de más de 3000 años. El cerro fue lugar de recreo desde tiempos de Izcóatl; sobre la roca de la ladera oriente hay restos de petroglifos con caras efigies de cuando menos tres monarcas y otros personajes notables, hechos para ser iluminados por el sol naciente. En la cima hubo un Adoratorio.

En 1466, Moctezuma construyó un acueducto de dos vías que llevaba agua potable hasta la ciudad —uno llevaba el agua mientras el otro se saneaba y limpiaba; midió casi cuatro mil metros y tuvo 904 arcos. El trozo de acueducto de la Avenida Chapultepec, del que se conservaron unos arcos sobre la antigua Calzada Belén, es colonial; llevaba el líquido desde el manantial hasta la fuente del Salto del Agua, en el cruce del Eje Central e Izazaga. En el Baño de Moctezuma hubo temazcales, canales para acopio de agua, fuentes, cascadas artificiales, cajas de agua o contenedores, estanques de peces. Sólo se conservan restos de La Alberca y de algunos muros de contención.

El Museo Nacional de Antropología es el más favorito de extranjeros y nacionales, recibe un millón doscientos mil visitantes al año. Este museo pretende dar una visión multicultural de nuestra historia y nuestra realidad presente. La planta baja cuenta con once salas y diez mil piezas; en la planta alta hay una colección etnográfica contemporánea. En la planta alta también, la Biblioteca Dr. Eusebio Dávalos, tiene códices, documentos antiguos, libros raros; es la biblioteca de historia y antropología más importante del país. Por la entrada del Paseo de la Reforma se ve un gran Tlaloc, dios del agua. Fue traído desde Coatlinchán, Estado de México al inaugurar el Museo; era abril y hubo lluvias torrenciales fuera de temporada, que se atribuyeron a su espectacular llegada a la ciudad. Puede llegarse al museo también desde la calle de Gandhi o por el Museo Tamayo. La larga y espectacular entrada desde la Plaza del Volador es terrible en día de lluvia —peor si graniza, no hay dónde guarecerse.

El Museo Nacional de Antropología se inauguró en 1964. En el cuadrilátero de la entrada, antes de la taquilla, hay una sala de exposiciones temporales, una tienda y librería, un auditorio y por allí se entra a la Biblioteca. Pasando esta entrada, se llega al un espacio abierto con un enorme paraguas que, en efecto recolecta y recicla el agua de lluvia. Bordeando este estructura están las salas. Al lado derecho se comienza el recorrido de cinco salas: Introductoria, Culturas del Altiplano, Teotihuacan, Toltecas y al fondo está la Sala Mexica. Los monolitos sobresalen entre las dos mil piezas de la sala y se cuentan entre los favoritos la Piedra del Sol o Calendario Azteca, que pesa 24 toneladas y fue descubierto en 1790 al hacer obras de nivelación del Zócalo. Coatlicue, las serpientes emplumadas son también muy gustadas. La exhibición sigue del lado izquierdo con salas de Oaxaca, Golfo, Maya, Norte, y Occidente. Además, a lo largo de todo el museo hay murales, maquetas, reproducciones de templos, murales antiguos y tumbas. El piso superior muestra escenas de los entornos cotidianos de las culturas indias contemporáneas de México: instrumentos, casas, atuendo —complementándolas con fotografías, artesanía y herramientas. En el sótano hay murales mucho menos conocidos y una cafetería.

Una visita atenta a este Museo lleva, por lo menos, un día entero. Y aún así no basta: cada vez que regresamos, además de visitar una exposición temporal diferente, descubrimos piezas en las que nunca antes nos habíamos fijado, confirmamos nuestras preferencias por alguna cultura u objeto, disfrutamos o nos quejamos de los cambios realizados por los museógrafos y nos hacemos el propósito, nuevamente de ir con más frecuencia a un museo tan relevante. Chapultepec Histórico El Castillo ocupa el lugar donde el chapulín del toponímico se para sobre el cerro. Han ocupado la cima a través de los tiempos un santuario, una iglesia, un observatorio. Así como sus usos han sido diversos, también lo es su construcción, hecha en distintas épocas y según los criterios de modernidad, elegancia y eficiencia imperantes. Bajo el Castillo hay restos prehispánicos y de una capilla colonial de base circular igual que el templo, descubiertos al remodelar El Alcázar; muchas de las construcciones han sido demolidas o restauradas sobre el mismo lugar.

En el ascenso, de niños, buscábamos signos indígenas sobre la piedra y jugábamos a revivir el Asalto al Castillo; buscábamos los sitios por donde podría haber caído Juan de la Barrera envuelto en la bandera y no había forma en que se despeñara lanzándose de la torre —pues creíamos que debió haberse arrojado desde lo más alto. Mucho después nos enteramos de que Venustiano Carranza, hacía más de cincuenta años, había ordenado la demolición de los restos del Colegio —¡qué decepción, todas las escenas imaginadas eran falsas! Subir a pie vale la pena, perder el aliento se compensa al mirar el paisaje. Quienes no deseen trepar caminando, el Trenecito verde sube desde la Casa de los espejos. El Castillo comenzó a construirse en 1785. Fue planeado como residencia para el virrey o casa veraniega, debido a las epidemias y los tumultos que impedían la vida cortesana pacífica en Palacio Nacional. Había que vivir cerca de la ciudad, pero no dentro. El virrey Gálvez muere sin terminar el Castillo, que acabó su hijo, el segundo virrey Gálvez. Nunca se habitó y más tarde fue subastado y adquirido por el Ayuntamiento de la Ciudad, dañado por un temblor. En 1843 el Colegio Militar se mudó al Castillo y se le hicieron adaptaciones para que funcionara como tal; fue parte de un complejo de militar que incluyó una fábrica de pólvora y los destacamentos militares de Las Ataranzas y el Molino del Rey; por eso había allí cadetes durante la Intervención de Estados Unidos —no eran realmente niños, sino jovencitos. Varias veces volvió a funcionar como Colegio Militar. El poeta José Juan Tablada cuenta en sus Memorias cómo escapaban, a finales del siglo XIX, por las laderas del cerro para ir de paseo a Tacubaya. Los cadetes eran los únicos que no se iban de pinta al Bosque, sino que salían de él. Maximiliano y Carlota vivieron en el ala oriental del Alcázar a partir de 1864. Construyeron la Escalera de la Emperatriz y los jardines y las fuentes del Alcázar. La pintura Las Bacantes, del artista Santiago Rebull, famoso retratista y autor de los retratos de los emperadores, es de esa época.

En 1872 se construyó en el centro del jardín del Alcázar una torre de 9 metros, que debía servir al Observatorio Astronómico, Meteorológico y Magnético. Se le conoce como Caballero Alto. Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz la utilizaron como Residencia Presidencial. Durante el Porfiriato se planeó y rediseñó todo el Bosque, se instalaron los elevadores, la Escalera de los Leones y nuevos aposentos; se puso en el punto más alto de la torre un pararrayos. Díaz mandó traer de Europa vitrales emplomados, compañeros de los de Bellas Artes, de estilo art nouveau. Después de la Revolución, Venustiano Carranza manda demoler el Colegio Militar, muy dañado tras la Invasión y las guerras. Obregón, a principios de la década de los veinte, rediseño de la fachada poniente, y encargó al escultor Asúnsulo el monumento a los Niños Héroes de una de las terrazas. En 1939 Lázaro Cárdenas muda la Residencia Oficial al rancho de La Hormiga, hoy Los Pinos, y decreta que el Castillo sirva como Museo de Historia.

El Alcázar, los jardines y el Museo fueron remozados recientemente. La nueva museografía añade el periodo que abarca desde el Porfiriato hasta la Revolución. El Museo se divide en dos secciones; una abarca desde la historia virreinal hasta principios de siglo XX, cuenta con once salas. La otra sección reproduce la vida de los diversos habitantes del Castillo: Sala de los Embajadores, Salón Chino, recámaras de Carlota y Doña Carmelita, Baño de la Emperatriz. El Museo pretende dar una idea de la vida cotidiana. Hay una sección con los descubrimientos arqueológicos de Chapultepec, salas con estandartes y armas, atuendos, joyas, muebles, escenas pintadas, retratos de los virreyes. Los murales y las exposiciones temporales y conciertos; los talleres y actividades hacen de este Museo Nacional de Historia uno de los favoritos para las escuelas y los turistas.

Los jardines y terrazas permiten una vista panorámica de los alrededores que vale, por sí misma, la subida. Si el día es claro, tal vez pueden verse los volcanes. Las salas favoritas son la Recámara de la Emperatriz, la Sala de Armas; Las piezas más gustadas son la Carroza de Carlota y la Calesa de don Benito, que contrastan en estilos tan opuestos como sus proyectos de nación El Museo del Caracol —Galería de Historia— se construyó en 1960 sobre el antiguo picadero del Colegio Militar. Pedro Ramírez Vázquez es el autor de la notable arquitectura en forma de espiral, donde se desciende sin darse cuenta. La exposición permanente, La Lucha del Pueblo Mexicano por su Libertad, es un buen resumen, a través de maquetas y diagramas, de un siglo confuso de nuestra historia, de guerras, golpes de Estado, pronunciamientos y caos. Cubre desde finales del Virreinato hasta la Constitución de 1917. Apoyado con videos, figuras, maquetas, retratos nos conduce con luz y sonido al centro del caracol. Además de visitas escolares, el Museo tiene talleres diversos para niños y jóvenes.

Recomendaciones

Una gran cantidad de dinero se ha invertido en el Plan Maestro para la Rehabilitación de la Primera Sección de Chapultepec. Dada su riqueza y su importancia para la ciudad, debemos colaborar en el cuidado y conservación del Bosque, pues hasta ahora sus usuarios son sus peores enemigos. El Plan comenzó el segundo semestre de 2004 y se seguirá hasta finales del 2005. Se detectaron problemas de estacionamiento, de acceso a las entradas peatonales, de seguridad y de desequilibrado uso de las instalaciones del Bosque, pues hay zonas muy frecuentadas y otras que casi nadie utiliza. Rehabilitar el Bosque incluye descompactar el suelo, control de plagas nocivas, limpieza de lagos, nuevos sistemas de riego, nueva iluminación ornamental y mobiliario. Se ha hecho un puente desde el Metro y andadores para facilitar el acceso directo al Altar de la Patria, mejorado los servicios y regulado el comercio ambulante. Se abrirá un Museo de Sitio y Centro de Información Museo de Sitio, y subdirección. Un mototren permitirá la circulación dentro del Bosque. Todos los visitantes podemos colaborar en el control de la basura y el ambulantaje: basta usar los botes indicados y no comprar a personas o en zonas no autorizadas. Cuidar de la naturaleza y los animales, seguir los señalamientos, evitar y denunciar el vandalismo es tarea fácil solamente si la propiciamos y practicamos todos.

La Riqueza de Chapultepec como patrimonio natural merece el esfuerzo por conservar un parque que ha servido de testigo histórico; la variedad de servicios que ofrece para los diversos gustos, la memoria colectiva enlazada a su nombre nos hacen reflexionar acerca de cómo tratamos nuestro tiempo libre, nuestros remansos de paz y de recreo, nuestras escasos coincidencias con el entorno que nos hacen decir: yo soy de aquí yo aquí nací.

 
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